El mayor invento que el siglo XVIII pudo ofrecer al mundo fue aquel que lo cambió todo, un artilugio que marcó el antes y después de la producción industrial y contribuyó a que, en efecto, se iniciara la Revolución Industrial: la máquina de vapor.
Originalmente había sido elaborada por un tal Thomas Newcomen en 1712, pero no fue hasta que James Watt la perfeccionó que la máquina pudo ser usada en su máximo esplendor, potencia y eficacia.
Watt fue un ingeniero mecánico, inventor y químico que, de no haber existido, sin lugar a dudas el mundo en el que vivimos sería muy distinto. Descubramos qué fue de su vida en esta biografía de James Watt.
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Breve biografía de James Watt
James Watt fue un ingeniero mecánico, inventor y químico escocés famoso por haber mejorado la máquina de Newcomen, dando lugar a lo que hoy conocemos como la máquina de vapor de agua. Sin la figura de Watt, la primera Revolución Industrial muy difícilmente se hubiera dado, tanto en el Reino Unido como en el resto del mundo.
Infancia
James Watt nació en Greenock, cerca de Glasgow, Escocia, el 19 de enero de 1736. Su padre, también llamado James Watt, fue un inventor naval y contratista y su madre fue Agnes Muirhead, proveniente de una familia distinguida y de buena educación. Su abuelo paterno fue Thomas Watt, profesor de matemáticas y magistrado de la baronía de Cartsburn.
La infancia de James Watt fue la propia de un chico de delicado estado de salud, impidiéndole asistir al colegio con regularidad y siendo educado fundamentalmente por su madre en casa. Cuando se recuperó un poco, pudo asistir a la escuela de gramática de Greenock. En el colegio demostró una gran habilidad manual y aptitudes para las matemáticas, a diferencia de con el latín y el griego, que no le interesaban nada.
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Juventud como aprendiz
A la edad de dieciocho años, su madre falleció y su padre empezó a tener problemas de salud. Fue entonces que James Watt viajó a Londres para convertirse en aprendiz de fabricante de instrumentos de medición durante del 1755 al 1756. A su regreso a Escocia, se estableció en Glasgow con la intención de crear su propio negocio de fabricación de instrumentos de medidas. Allí elaboró y reparó con sus propias manos cuadrantes reflectantes de latón, reglas paralelas, balanzas, piezas para telescopios y barómetros.
A pesar de su interés y aptitudes, como no había trabajado como aprendiz el mínimo de siete años que requería el Gremio de Herreros de Glasgow, su solicitud al gremio fue bloqueada. El más perjudicado de esta decisión fue el propio gremio, pues no había otros fabricantes de instrumentos matemáticos en toda Escocia.
Para fortuna de Watt, esto cambiaría con la llegada desde la exótica Jamaica de instrumentos astronómicos. Cedidos por Alexander Macfarlane a la Universidad de Glasgow, estos instrumentos requerían la atención de expertos, como James Watt. El joven ingeniero los restauró para su puesta en marcha y fue remunerado por ello, haciéndose un sitio en el mundillo.
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Watt como empresario
Posteriormente, tres profesores de la Universidad de Glasgow ofrecieron a James Watt la oportunidad de crear un pequeño taller dentro de la institución. Lo inició en 1757 junto a dos de esos profesores, el físico y químico Joseph Black (introductor del concepto de calor latente) y el famoso economista y filósofo Adam Smith, quienes no tardaron en convertirse en amigos de Watt.
En 1759 creó una sociedad empresarial junto con el arquitecto y empresario John Craig. Ambos tenían la intención de fabricar y vender una línea de productos que incluía tanto instrumentos musicales como juguetes. La sociedad funcionó bastante bien durante seis años y llegó a emplear hasta dieciséis trabajadores. Sin embargo, en 1765 Craig falleció y uno de los empleados, Alex Gardner, se acabó haciendo cargo del negocio.
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Vida personal y últimos años
James Watt se casó con su prima Margaret (Peggy ) Miller en 1764, con quien tuvo cinco hijos, dos de los cuales llegaron a la adultez: James Jr. (1769–1848) y Margaret (1767–1796). Ocho años después, en 1772, para la desgracia de Watt su querida esposa fallece al dar a luz a su quinto hijo.
En 1777 Watt se volvió a casar, esta vez con Ann MacGregor, hija de un fabricante de tintes de Glasgow. Con ella tuvo dos hijos: Gregory (1777–1804), que se convirtió en geólogo y mineralogista, y Janet (1779–1794). Tanto James como Ann vivieron más que sus hijos, falleciendo ella en 1832.
James Watt vivió en Regent Place, Birmingham (Inglaterra) entre 1777 y 1790. Allí fue un destacado miembro de la Sociedad Lunar de la localidad, un club de caballeros ingleses cuyo interés principal giraba en torno a la ciencia.
James Watt murió el 25 de agosto de 1819 en Heathfield, en su lujosa y confortable mansión situada en Handsworth, Inglaterra, a causa de tuberculosis. Tenía 83 años de edad
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Logros como ingeniero
El que es sin duda el mayor logro de James Watt es inventar la máquina de vapor, o mejor dicho, perfeccionarla a partir de la primera máquina de Thomas Newcomen. Lo que hizo Watt fue convertirlo en un artilugio viable y económico de producción de energía. Watt descubrió que la máquina de Newcomen estaba gastando cerca de tres cuartos de la energía del vapor en calentar el pistón y el cilindro.
Para mejorar el funcionamiento, Watt desarrolló una cámara de condensación separada que incrementó significativamente considerablemente su potencia. Esto supuso un verdadero avance científico y económico, algo que Watt supo sacarle provecho económico. En 1795 inauguró junto con Matthew Boulton la Soho Foundry en Birmingham, una fundición y fábrica especializada en la fabricación de máquinas de vapor. Gracias a esto, se hizo de oro.
Uno de los aspectos más llamativos de Watt es su frontal oposición al uso del vapor a alta presión. Algunos consideran este hecho como algo que ralentizó el desarrollo de la máquina de vapor por otros ingenieros, hasta que pudieron trabajar libremente al expirar las patentes en 1800. Es conocida la gesta que protagonizó junto con su socio Boulton en contra de ingenieros rivales como Jonathan Hornblower, quien intentó desarrollar máquinas alejadas de las patentes wattianas.
Otro de los logros de James Watt es la invención de una unidad, el caballo de vapor, usada para comparar la potencia de diferentes máquinas de vapor. A día de hoy se sigue usando, especialmente para vehículos.
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¿Cómo era su personalidad?
James Watt no hubiera llegado a ser el científico de no haber poseído la capacidad de combinar los conocimientos teóricos de la ciencia con la capacidad de aplicarlos en la práctica. No fue solo un gran mecánico práctico, sino también un muy buen químico y filósofo natural, cuyos inventos demostraron su profundo conocimiento de varias ciencias naturales. Su genio, capaz de unir los conocimientos que extraía de ciencias diversas, le servía para aplicarlos en forma de grandes invenciones. Además, era un excelente dibujante.
Su invención estrella, la máquina de vapor, le permitió codearse con los más destacados hombres de la Revolución Industrial inglesa. Sus compañeros de la Sociedad Lunar de Birmingham lo describieron como un conversador y compañero muy solicitado, siempre interesado en ampliar sus conocimientos. Sus amigos personales lo describieron como un hombre agradable.
Pese a ser un gran genio, no dejaba de pecar de ser humano y tenía un punto débil: los negocios. Para James Watt todo lo que era regateo y negociación de condiciones con quienes pretendían usar su máquina de vapor era un mal trago. No le gustaba hablar de finanzas. Aun así, siempre se preocupó mucho por sus asuntos financieros hasta que se jubiló.
A pesar de su gran productividad intelectual y científica, James Watt padecía de frecuentes ataques de depresión y dolores de cabeza nerviosos.
Reconocimientos
James Watt recibió varios reconocimientos a lo largo de su vida. En 1784 fue nombrado miembro de la Royal Society of Edinburgh y en 1787 fue admitido como miembro de la Sociedad Batavia de Filosofía Experimental (Bataafsch Genootschap voor Proefondervindelijke Wijsbegeerte) de Róterdam, Países Bajos.
En 1789 tuvo la fortuna de ingresar en un grupo elitista, la Smeatonian Society of Civil Engineers, la primera asociación de este tipo. En 1806 se le concedió el Doctorado Honorífico en Leyes de la Universidad de Glasgow. En 1814 fue nombrado miembro de la Academia Francesa de Ciencias como asociado extranjero.
La unidad de potencia eléctrica, el Watt o vatio, lleva este nombre en su honor. Esta medida fue adoptada por el Segundo Congreso de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia en 1889 y por la 11ª Conferencia General sobre Pesos y Medidas de 1960 como la unidad de potencia incorporada al Sistema Internacional de Unidades.