La inquietud y la ansiedad son síntomas habituales del consumo y de la abstinencia de algunos medicamentos y drogas. La acatisia es un caso particular de agitación psicomotora que cursa con sensaciones de disforia emocional, así como de malestar y dolor físicos.
En este artículo describiremos qué es la acatisia y cuáles son los síntomas y las causas más habituales de este síndrome, considerado un trastorno por algunos profesionales y más bien una consecuencia de mala praxis médica por otros.
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¿Qué es la acatisia?
La acatisia es un síndrome que se caracteriza por una sensación de inquietud constante, tanto a nivel fisiológico como mental. Este término se utiliza sobre todo para describir reacciones adversas a determinadas sustancias psicoactivas o síntomas derivados de la interrupción de su consumo.
Se manifiesta como un estado emocional de tipo ansioso que puede incluir sólo síntomas cognitivos o también signos físicos, relacionados fundamentalmente con la necesidad de permanecer en movimiento.
La palabra “acatisia” proviene del griego y se puede traducir como “incapacidad para sentarse”. Fue acuñada por el neuropsiquiatra checo Ladislav Haškovec, quien describió por primera vez este trastorno en el artículo titulado L’akathisie, en 1901.
Aunque la acatisia se asocia habitualmente al consumo de antipsicóticos típicos como el haloperidol o a la abstinencia de drogas, también puede estar causada por otros medicamentos y sustancias, así como por algunos tipos de lesión cerebral.
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Signos físicos y cuadro clínico
Los sentimientos continuos de agitación son el síntoma cardinal de la acatisia. En función de la intensidad del síndrome, esta ansiedad puede manifestarse como inquietud psicológica o llegar a producir una incomodidad extrema en el cuerpo. En particular, un gran número de pacientes con acatisia describe molestias y dolor en las rodillas.
En muchos casos la agitación hace que la persona lleve a cabo movimientos de distintos tipos. Algunas conductas características de la acatisia soncaminar sin parar, levantarse y sentarse repetidamente, repiquetear los dedos, balancear el tronco, cruzar las piernas o emitir sonidos de queja.
Estos signos se producen como reacción a las sensaciones de tensión física y dolor difuso. Otros trastornos neuropáticos, como el síndrome de piernas inquietas y algunos casos de fibromialgia, provocan síntomas similares a los de la acatisia, por lo que en ocasiones se diagnostican de forma equivocada.
Según refieren los pacientes, el movimiento constante ayuda a aliviar en alguna medida el malestar y el dolor físicos; por ejemplo, caminar y cruzar o estirar las piernas reduce un poco las sensaciones incómodas en las rodillas.
Síntomas psicológicos de la acatisia
A nivel cognitivo y emocional destacan síntomas como la disforia (sentimientos desagradables opuestos a la euforia), la preocupación, la irritabilidad, la inestabilidad emocional y la presencia de pensamientos sombríos.
Las sensaciones llegan a ser tan molestas que muchos pacientes afirman que les hacen querer salir de su piel e incluso arrancársela. Las personas con acatisia inducida por fármacos tienden a rechazarlos y a afirmar con rotundidad que estos son la causa del malestar, comparable con una tortura química.
También es habitual la presencia de otros síntomas ansiosos asociados a la inquietud; en las personas con acatisia aumenta la probabilidad de sufrir insomnio y dificultades para conciliar el sueño, así como crisis de angustia como consecuencia de la intensa activación psicofisiológica.
Causas y factores de riesgo
Normalmente la acatisia se relaciona con una alteración en los niveles de dopamina, un neurotransmisor implicado en el movimiento y muchas otras funciones, como el placer, el aprendizaje y la motivación.
Por tanto, las sustancias que provocan este síndrome son sobre todo aquellas que bloquean la acción de la dopamina en el sistema nervioso central, es decir, los antagonistas dopaminérgicos. No obstante la acatisia también puede deberse a otras causas.
1. Fármacos antipsicóticos
La acatisia se ha descrito con gran frecuencia en personas sometidas a tratamientos de larga duración con antipsicóticos, especialmente los típicos o de primera generación, que bloquean los receptores dopaminérgicos D2. Puede producirse como efecto secundario a causa de la potencia del fármaco, por una dosis excesiva o por abstinencia.
Algunos de los antipsicóticos que conllevan un mayor riesgo de desarrollar acatisia y otros síntomas extrapiramidales son el haloperidol, la clorpromazina, el tiotixeno, el zuclopentixol, la olanzapina y la risperidona.
2. Fármacos antidepresivos
No sólo la reducción de dopamina puede provocar acatisia, sino que también puede hacerlo el aumento en los niveles de serotonina. Así, algunos fármacos serotoninérgicos que se utilizan principalmente para tratar la depresión se relacionan con la aparición de este síndrome.
Entre los antidepresivos que causan acatisia destacan los ISRS o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, como la paroxetina, la fluoxetina y la sertralina, y los tricíclicos, por ejemplo la clomipramina y la amitriptilina. La venlafaxina, que inhibe la recaptación de serotonina y noradrenalina, también se ha asociado con síntomas de acatisia.
3. Abstinencia de drogas y sustancias
Cuando existe dependencia física de drogas o fármacos dopaminérgicos, la interrupción del consumo provoca frecuentemente acatisia en el marco del síndrome de abstinencia.
Esto sucede con los antipsicóticos y los antidepresivos, descritos en los apartados anteriores, pero también con el alcohol, el cannabis, la cocaína y los opiáceos como la heroína. Los estimulantes anfetamínicos tienen efectos similares a los de la cocaína, y los barbitúricos y las benzodiazepinas a los del alcohol.
4. Otros medicamentos
Otros medicamentos que pueden causar la aparición de acatisia son los antieméticos, los antihistamínicos y los analgésicos utilizados para tratar la migraña. En general, cuanto más elevada sea la potencia del fármaco, mayor la probabilidad de que se den reacciones adversas.
5. Enfermedad de Parkinson
La acatisia se ha asociado también a la enfermedad de Parkinson, que deteriora progresivamente el sistema nervioso central y se caracteriza sobre todo por síntomas motores, cognitivos y emocionales.
No obstante, en estos casos no siempre está claro si la acatisia se debe al trastorno en sí mismo o a los medicamentos que se utilizan para tratarlo, puesto que con frecuencia alteran la acción de la dopamina. La levodopa es el fármaco más habitual en el manejo de la enfermedad de Parkinson.