En la era digital, estamos acostumbrados a realizar todo tipo de búsquedas en la red para resolver dudas de índole muy diversa.
Pero cuando esas dudas tienen que ver con temas de salud, estamos asumiendo una serie de riesgos que en ocasiones pueden ser muy delicados. Vamos a explorar esta problemática a través de este artículo, revisando el concepto de cibercondría y sus implicaciones.
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¿Qué es la cibercondría?
La cibercondría, a veces también conocida como compondría, es un fenómeno por el cual algunas personas, tras realizar una búsqueda en internet relativa a algunos síntomas físicos que padecen (o creen padecer), llegan a la conclusión de estar sufriendo una determinada enfermedad, normalmente de carácter grave.
La mayoría de las veces, los síntomas a los que estarían haciendo alusión serían muy generales e incluso difusos, por lo que podrían encajar en todo tipo de cuadros clínicos, desde los más comunes y leves hasta otros realmente improbables estadísticamente hablando, pero que son los que acaparan la atención del sujeto.
Por lo tanto, aparentemente la cibercondría parecería encajar dentro del patrón de la hipocondría. Otros autores, además, también apuntan a un exceso de neuroticismo en las personas que caen en este tipo de comportamientos. En cualquier caso, la propia palabra hipocondría forma parte del término de la cibercondría, unido a la raíz ciber, que hace referencia a las redes informáticas.
Su etimología, por lo tanto, no deja lugar a dudas, ya que estaríamos ante el caso de sujetos hipocondríacos, que potenciarán sus temores a sufrir diversas enfermedades mediante búsquedas en Google y otras plataformas similares, de forma que se auto-validarían la sintomatología que estarían percibiendo, para asumir un determinado diagnóstico, normalmente con un terrible pronóstico.
En otras palabras, una persona que caiga en la cibercondría utilizará los buscadores de Internet para encontrar información acerca de algún síntoma que sienta, por muy leve que este sea. Tras esta acción, podrá acceder a páginas en las que se describan diferentes cuadros clínicos, de gravedad diversa. Generalmente, tenderá a obviar los leves y por el contrario, se convencerá de que su síntoma es indicador de una enfermedad grave.
La palabra cibercondría surgió a raíz de un artículo del periódico The Independent, de Reino Unido, en el año 2001. Poco después, la propia cadena de la BBC tomó el testigo y utilizó esa misma terminología. La descripción que hicieron en The Independent al utilizar ese neologismo, fue la de una utilización exagerada de las búsquedas en sitios web relativos a la salud que tenía como consecuencia un aumento de la ansiedad.
Investigaciones sobre esta alteración psicológica
La cibercondría es un fenómeno relativamente reciente, como lo es el uso generalizado de Internet por parte de la población. Esta hiperconexión con la que contamos hoy en día nos ha reportado muchas ventajas, pero también ha dado pie a otras situaciones que tienen carácter negativo, como el darle la posibilidad a una persona con tendencia a la hipocondría la oportunidad de buscar información de manera impulsiva para afianzar sus miedos.
Para poder conocer mejor este comportamiento, se han realizado algunos estudios. Uno de ellos no fue llevado a cabo por psicólogos, sino por técnicos de Microsoft, en el año 2008. Estos autores son Eric Horvitz y Ryen White. Decidieron investigar la cibercondría, a la que definieron como el aumento de la preocupación a causa de un síntoma de carácter general, a causa de la investigación en buscadores y sitios web.
Lo que hicieron White y Horvitz fue analizar las búsquedas realizadas en este sentido, para comprobar los resultados que habitualmente se encontraban. Los hallazgos que encontraron fueron inquietantes. Y es que, frente a búsquedas de síntomas tan habituales y comunes como puede ser un dolor de cabeza, algo que le puede ocurrir a cualquier persona, por infinidad de motivos, los resultados más comunes hacían referencia a enfermedades raras y posibilidades extremas e improbables, como un tumor cerebral.
Observaron, igualmente, que el proceso llevado a cabo por personas con cibercondría, era una búsqueda en forma de cascada, es decir, de forma constante. Pero además, no se limitaba a esa única sesión, sino que podía extenderse en el tiempo durante varios días, llegando incluso a repetirse durante meses, en los casos más extremos.
Imaginemos, por un momento, la ansiedad a la que puede verse sometida una persona que, de manera constante, afianza la creencia de que tiene una dolencia grave mediante búsquedas y más búsquedas en sitios web. Es una espiral de la que una persona hipocondríaca puede tener problemas para salir.
Los autores de este estudio descubrieron que este tipo de búsquedas pueden realizarse de manera impulsiva, incluso haciendo que la persona deje a la mitad las tareas que estuviera haciendo. Diseñaron una encuesta con la que obtuvieron información de quinientos participantes que habían tenido conductas compatibles con la cibercondría.
La mayoría de estas personas reportaron síntomas de ansiedad a raíz de los resultados hallados en sus búsquedas en sitios médicos, y además manifestaron la creencia de que las enfermedades encontradas eran una opción probable para sus síntomas. White y Horvitz se dieron cuenta de que estas personas solían caer en una serie de sesgos cognitivos.
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Sesgos cognitivos de la cibercondría
A continuación revisaremos los tres principales sesgos que los investigadores del estudio anterior encontraron en relación a la cibercondría.
1. Sesgo de disponibilidad
En primer lugar, las personas que participaron en la encuesta demostraron haber caído en el conocido como sesgo de disponibilidad. Este es un heurístico clásico que consiste fundamentalmente en tomar el caso particular que está ante nosotros como la regla general aplicable siempre.
En ese sentido, los sujetos que buscaban los síntomas y encontraban en los primeros resultados enfermedades raras y graves, tendían a pensar que ese era, sin duda, el cuadro más probable dado la sintomatología que presentaban. Veíamos anteriormente el ejemplo del dolor de cabeza y el tumor. Ese podría ser un caso paradigmático para visualizar el sesgo de disponibilidad.
Una persona busca en Internet qué le puede estar pasando, ya que desde hace un tiempo le duele la cabeza. De repente, entre los primeros resultados, aparece un sitio web dedicado a la medicina que habla de los tumores cerebrales y de cómo uno de los síntomas es el dolor de cabeza.
La persona, mediante la cibercondría, establece la relación inmediata y cree que lo que tiene es un tumor, cuando es evidente que existen multitud de causas más probables y que no revisten ninguna gravedad.
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2. Falacia de la tasa base
El segundo sesgo que puede interferir en el razonamiento de estas personas es la falacia de la tasa base. En la línea con el caso anterior, los sujetos pueden atender al caso particular, como es el del tumor, y obviar datos que afectan a la totalidad de las posibilidades, como es la prevalencia de ese tipo de enfermedad.
En este ejemplo, la persona se fijaría en ese terrible diagnóstico, pero no repararía en que la probabilidad de que él mismo encajara en ese perfil es muy baja, mientras que otros cuadros, como puede ser sencillamente cansancio, estrés, u otras posibilidades, serían altamente probables y tendrían un pronóstico radicalmente diferente.
3. Sesgo de confirmación
Finalmente, para completar el efecto de la cibercondría, Horvitz y White descubrieron que los usuarios solían incurrir en el error causado por el sesgo de confirmación, lo cual paradójicamente resulta lógico, al tratarse de personas hipocondriacas.
El funcionamiento de este sesgo es el siguiente. La persona cuenta con una idea preconcebida de base, que en este caso sería que padece una enfermedad grave. A continuación realizaría la conducta correspondiente para obtener la información acerca de los síntomas que tiene, es decir, utilizaría Google u otros buscadores para encontrar sitios web especializados. Al dar con páginas en las que se describan patologías con pronósticos muy negativos, la persona estaría convencida de que ese es el cuadro que encaja con su situación.
Es decir, el sesgo de confirmación que actúa para generar la cibercondría, hace que estos individuos recojan la información que valida lo que ellos ya pensaban de antemano. Por ello, aunque por el camino encuentren otros datos que puedan ser compatibles con sus síntomas pero no encajen con ese pensamiento inicial, lo más probable es que los desechen y continúen la búsqueda.
Resumiendo
La suma de estos tres heurísticos es lo que potencia los efectos de la cibercondría y hace que la persona experimente esa ansiedad, al estar plenamente convencida de que su síntoma leve es una señal inequívoca de que padece una enfermedad muy seria.
Esta es una cuestión que preocupa a los profesionales, pues además del sufrimiento que experimentan estos individuos, tienden a solicitar citas médicas para especialidades que realmente no necesitan, contribuyendo a saturar el sistema.
Referencias bibliográficas:
- Norr, A.M., Albanese, B.J., Oglesby, M.E., Allan, N.P., Schmidt, N.B. (2015). Anxiety sensitivity and intolerance of uncertainty as potential risk factors for cyberchondria. Journal of Affective Disorders. Elsevier.
- Starcevic, V., Berle, D. (2013). Cyberchondria: towards a better understanding of excessive health-related Internet use. Expert Review of Neurotherapeutics. Taylor & Francis.
- Vismara, M., Caricasole, V., Starcevic, V., Cinosi, E., Dell'Osso, B., Martinotti, G., Fineberg, N.A. (2020). Is cyberchondria a new transdiagnostic digital compulsive syndrome? A systematic review of the evidence. Comprehensive Psychiatry. Elsevier.
- White, R.W., Horvitz, E (2009). Cyberchondria: studies of the escalation of medical concerns in web search. ACM Transactions on Information Systems (TOIS).
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