Durante toda mi vida profesional, tanto como psicóloga como en la gestión del Talento, no he dejado de encontrarme personas que, con diferentes perfiles, características de personalidad y educación, coinciden en verse afectadas por un sentimiento que les produce un gran malestar, que llega a ser muy limitante, hasta el punto que afecta a sus decisiones, relaciones y experiencias.
Ese malestar se llama “sentimiento de culpa” Además, en muchas ocasiones llega a través de una tendencia a ser cruel con uno mismo.
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¿Sabías que nacemos libres de culpa?
Es importante apuntar que la culpa es un sentimiento aprendido. Es algo que aprendemos por imitación, y también por aprendizaje a través de las comparaciones, exigencias y, fracasos que vivimos. Empieza a desarrollarse desde la infancia para afianzarse por completo en la etapa adulta.
La culpa, como otros sentimientos y emociones, es un mecanismo psicológico adaptativo. Su función es reconocer nuestros errores y actuar en consecuencia, a través de conductas de adaptación y reparación en evitación de daños. En este caso, la culpa nos ayuda cumplir con las normas y códigos éticos necesarios para nuestra sociedad. Por tanto, nos previene de cometer errores que podrían tener graves consecuencias.
El problema surge cuando la culpa se convierte en desadaptativa.
¿Qué es la culpa desadaptativa?
Podemos decir que la culpa se convierte en desadaptativa cuando se convierte en una emoción frecuente e intensa, llegando a limitar nuestro pensamiento (convirtiéndose en un pensamiento recurrente) y desvirtuando nuestro autoconcepto.
Dicha culpa, nace y se agranda ante las normas “morales” que creamos con nuestros hijos, pareja, amigos, trabajo... De tal modo que puede afectar en gran medida a todas las áreas de nuestra vida, al tiempo que se une a la misma, un sentimiento de frustración al ver cómo nos afectan a nosotros cosas que a otros no, o al menos, no lo parece.
¿Quieres aprender a gestionar la culpa y liberarte de ella?
En el sentimiento de culpa, resulta clave ser conscientes de que el protagonismo es nuestro. Los pensamientos y los juicios de valor son ideas, no son verdades absolutas.
El grado de flexibilidad y tolerancia hacia los errores que cometemos o podríamos cometer, nuestra capacidad de aceptarlos y aprender de ellos, nuestra empatía hacia nosotros mismos y hacia los demás, son factores que afectan a nuestras interpretaciones y valoraciones, y que nos pueden ayudar a liberarnos de esa culpa en desequilibrio.
Para ello, es muy importante que te autoanalices y decidas si deseas liberarte de la culpa constante como motor de acción en tu vida.
Si has llegado hasta este punto, donde la culpa es el primer sentimiento que te viene cada vez que no haces algo como quisieras (o que has etiquetado como “mal” hecho), aquí te proporciono una serie de pautas que te ayudarán a irla trabajando para que puedas equilibrarla, sin el agotamiento emocional que te genera:
1. Haz anotaciones
Cada vez que te sientas culpable de algo, anótalo junto con lo que lo motiva. Escribir es una acción terapéutica que te ayudará a hacer consciente tu forma de pensar y de hablarte a ti mismo.
2. Aprende de tus emociones
Observa bien qué sucesos y/o aspectos son los que más te duelen y afectan. Te darás cuenta cuáles son los sucesos que más provocan ese sentimiento de culpa constante (relaciones personales, tus hijos, tu trabajo, etc).
3. Aprende a adoptar un punto de vista ecuánime
Analiza si el juicio que haces de ti mismo es equilibrado o si te estás juzgando en exceso. Para ello, un ejercicio que ayuda muchísimo es imaginar que aquello de lo que te estás culpando le ha sucedido a una persona que quieres mucho. ¿La juzgarías con la misma dureza? ¿Qué le dirías?
4. Identifica los orígenes del problema
Analiza en profundidad lo siguiente: ¿Cómo has llegado a culpabilizarte de esta manera? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Entender el por qué de nuestras acciones ayuda a liberarnos de emociones y autocastigos innecesarios.
Piensa en aquellas cosas que fallaste, o has sentido que hiciste mal a lo largo de tu vida, y cómo te afectaron al punto de convertirte en la persona que eres. No se trata de olvidarlo todo. Sino de ser justo contigo mismo. Seguro que podrías haber hecho cosas mejor, pero seguro que también hay hechos y sucesos de los que te culpas en exceso.
Comprendiendo la culpa desadaptativa
Ser equitativos y sensatos en nuestros juicios de valor,nos ayuda a ser personas coherentes y equilibradas. No se trata de evadir las responsabilidades, sino de responsabilizarnos en la medida exacta, evaluando aquellos aspectos que sí están en nuestra zona de control, esforzándonos por lo que sí podemos hacer, y perdonarnos cuando no logramos todo como queríamos.
Vivir “enganchados” a este tipo de emociones negativas sólo hace que pierdas la posibilidad de vivir tu vida disfrutando de cada día con intensidad. ¿Te has preguntado alguna vez qué te estás perdiendo mientras sólo vives con culpa?
La culpa desadaptativa es un ataque directo a tu autoestima. Minimiza tus capacidades y cualidades, maximizando tus debilidades y generando pensamientos automáticos negativos que sólo conllevan tu propio automaltrato y la pérdida constante de poder experimentar lo que haces con alegría y tranquilidad.
La única realidad es que no todo es culpa tuya. Y para ello, empecemos por cambiar el concepto, cambia culpa por responsabilidad. La responsabilidad es una palabra poderosa. Hazte responsable de tu vida, de tus problemas y de tu felicidad. No le des esa responsabilidad a los demás.
Libérate también de los juicios de valor de los demás: ¿qué sientes tú? Piensa si quizás estás cometiendo una injusticia contigo mismo/a por lo que has ido aprendiendo durante tu infancia, por normas y/u opiniones de los demás o de autoexigencias que llevas a cuestas.
La culpa desadaptativa se genera en muchas ocasiones por esas “mochilas” que cargamos con ideas y percepciones sesgadas. Sin embargo, hay muchas estrategias psicológicas que nos generan nuevos hábitos que nos ayudan a conciliarnos con nosotros mismos, a vivir con plenitud y libertad para el pleno disfrute de nuestra vida. Anímate a seguir las pautas indicadas, y contacta conmigo o con otro profesional de la psicoterapia si quieres seguir profundizando o trabajando en ello.