De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), los problemas de salud mental inciden de manera significativa en las enfermedades, muerte prematura y discapacidad en todo el mundo.
Si atendemos a las cifras aportadas por la OMS, aproximadamente 1 de cada 10 personas en el mundo sufre un trastorno de salud mental; 1 de cada 4 familias tiene un miembro con un trastorno de salud mental, sólo el 1% de los recursos profesionales de salud mundial atienden la salud mental y el 76-85% de las personas con trastornos de salud mental en países de niveles socioeconómicos bajos o medios no reciben ningún tipo de tratamiento.
Por otro lado, en los últimos diez años, el acceso a las nuevas tecnologías y a Internet alrededor del mundo ha aumentado a la vez que los costes se han disminuido considerablemente. De esta manera, la accesibilidad creciente a dispositivos móviles como los smartphones ha impulsado que cada vez sea más habitual el uso de las tecnologías en nuestra vida diaria.
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Tecnología digital y mental health gap
Ante el desarrollo exponencial de la tecnología digital, su creciente disponibilidad y extensa accesibilidad, cabe valorar que la tecnología digital pueda ser una clave para enfrentar el mental health gap, es decir, la brecha existente entre los recursos disponibles para atender a la salud mental y los recursos realmente necesarios.
Las soluciones tecnológicas de salud mental ofrecen ciertas ventajas. Entre ellas destaca la inmediatez ante la posibilidad de que las personas (tanto pacientes como profesionales) puedan acceder a herramientas efectivas prácticamente desde cualquier lugar.
Atendiendo a los costes, también encontramos que la tecnología suele ofrecer opciones más baratas y accesibles que las atenciones presenciales en recursos de salud mental, desde los costes de transporte/traslado hacia la consulta profesional que desaparecen, hasta la posibilidad de acceder a un recurso digital que no tiene por qué ser una terapia como tal (i.e. apps de salud mental para realizar ejercicios de respiración, técnicas de meditación y mindfulness).
Resulta de interés comentar en este punto que en la actualidad se calcula que existen entre 10.000 y 20.000 apps de salud mental en el mercado (American Psychological Association APA, 2021).
Otra interesante ventaja que nos aportan las soluciones tecnológicas la encontramos en aquella dirigida al propio profesional de salud mental relativa a su formación y enriquecimiento profesional, ya que puede acceder a cursos, congresos, jornadas y demás formaciones y/o espacios de crecimiento profesional de manera mucho más sencilla y eficiente, en comparación con las clásicas alternativas presenciales.
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EL caso de la crisis del coronavirus
Un reciente ejemplo donde hemos podido comprobar las aportaciones de la tecnología digital a la salud mental reside en la pandemia de la COVID-19. La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto no sólo la importancia de la salud mental, sino también los límites de un sistema sanitario desbordado que no alcanza a cubrir la demanda de la población.
Ha sido en esta situación crítica cuando la tecnología ha asumido un papel primordial. Especialmente útiles han resultado las soluciones presentadas por la atención virtual, como la psicoterapia online, que han proporcionado una vía para iniciar o mantener un tratamiento psicológico.
De hecho, al igual que el teletrabajo apareció de manera precipitada y se ha ido manteniendo en algunos casos como una realidad habitual y no excepcional, los recursos de salud mental digital pueden seguir el mismo camino y haber aparecido de forma inminente para quedarse.
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Los inconvenientes
No obstante, pese a todas las ventajas que podemos encontrar en esta transformación digital de la atención a la salud mental, no son pocos los riesgos o inconvenientes que pueden surgir y a los que, por tanto, debemos atender. Cabe destacar el deber de responsabilidad para con los datos que han de asumir las soluciones digitales, ya que la información que éstas pueden recoger es delicada, íntima y sensible, siendo desafiantes en la práctica los retos que plantea su correcta protección.
Por otro lado, en este campo de avance digital en la salud mental, resulta muy necesario que existan pruebas de eficacia para que las soluciones se basen en la evidencia, al igual que cualquier otro tratamiento de tipo psicológico al que una persona tiene derecho.
En conclusión, nos encontramos ante una situación en la que la inversión pública en salud mental es insuficiente, con una importante carencia en recursos humanos y económicos para brindar la atención necesaria, y donde la tecnología digital puede ayudar a reducir la gravedad del mental heatlh gap de manera eficiente, sin olvidar sus riesgos y su estado de madurez en proceso donde aún necesitamos estudios y demás pruebas que avalen la eficiencia de dichas soluciones.