El miedo a contraer ciertas enfermedades puede considerarse algo “normal” y común en las personas. Estos tipos de miedo son adaptativos, ya que nos protegen ante un peligro o daño. En este artículo conoceremos uno de ellos, la luifobia: fobia a contraer sífilis.
La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) muy común, por ello es lógico temerla; sin embargo, cuando éste miedo se vuelve patológico, aparece la fobia. Vamos a conocer las características de esta fobia, cómo aparece y cómo se puede tratar.
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Luifobia: una fobia específica
La luifobia consiste en un miedo persistente, anormal e injustificado a contraer sífilis. La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) muy común, que se propaga a través del sexo vaginal, anal y oral. La sífilis provoca llagas en el área genital (llamadas chancros).
Como el estímulo o situación temida se puede identificar y concretar (en este caso, la sífilis), se considera la luifobia como una fobia específica (además de por su sintomatología, propia de una fobia específica, como veremos a continuación).
Las persona con luifobia temerá la enfermedad incluso cuando no corra el riesgo de infectarse; esto puede llegar a afectar su vida afectiva y sexual (y su vida en general), así como disminuir su calidad de vida.
La sífilis
La luifobia puede llegar a hacer creer a la persona que la padece que realmente ha contraído aquella enfermedad que teme.
En este caso, el miedo aparece ante la sífilis, una enfermedad de transmisión sexual (ETS) crónica que en su primera fase produce chancros (heridas abiertas) en la piel, y que si no se trata puede terminar afectando al sistema nervioso, producir enfermedades mentales y desencadenar la muerte.
Actualmente existen tratamientos para la sífilis basados en la penicilina, y una persona con sífilis puede recuperarse cuando la enfermedad se trata en sus primeros estadios.
Por otro lado, se recomienda adoptar conductas preventivas para evitar la contracción de la sífilis; en este caso, tomar precauciones durante las relaciones sexuales para evitar contraer la sífilis y otras ETS (uso de preservativos durante las relaciones sexuales genitales, orales y anales, ya que disminuye significativamente los riesgos).
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Otras fobias a enfermar
La luifobia se trata de una de las tantas fobias relacionadas con contraer una determinada enfermedad. Otros casos de fobias a determinadas enfermedades son, por ejemplo, la leprofobia (fobia a la lepra), carcinofobia (fobia al cáncer) y dermatofobia (fobia a las enfermedades cutáneas).
Síntomas
Los síntomas de la luifobia corresponden a los síntomas propios de una fobia específica (definida en el DSM-5). Estos son los siguientes.
1. Temor acusado y persistente
Dicho temor es excesivo o irracional, y es desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (en este caso, miedo irracional a contraer la sífilis).
2. Ansiedad
La exposición al estímulo fóbico (a situaciones que conduzcan a iniciar o mantener relaciones sexuales, por ejemplo, o a mantener relaciones sexuales sin protección) provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación determinada.
En el caso de los niños, la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o abrazos. En este caso, la luifobia se entiende que sería muy poco frecuente en la población infantil.
3. Evitación
La(s) situación(es) fóbica(s) se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar.
4. Interferencia en la rutina normal
Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar provocados por las situaciones temidas interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien provocan un malestar clínicamente significativo.
5. Duración
Los síntomas de la luifobia duran 6 meses como mínimo para poder diagnosticarse.
6. No se explica por otros trastornos
La ansiedad, las crisis de angustia o los comportamientos de evitación fóbica asociados a objetos o situaciones específicos no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental.
Causas
Las causas de la luifobia son las mismas que las causas para las fobias específicas, aunque depende del tipo de fobia, estas pueden variar.
En el caso de la luifobia, ésta puede haber aparecido por condicionamiento clásico (al asociar una conducta de riesgo con la aparición de sífilis), o también puede haber aparecido por experiencias traumáticas (condicionamiento directo), si la persona ha padecido sífilis con anterioridad.
Por otro lado, la luifobia también puede haberse “heredado”, es decir, se puede haber adquirido por observación (condicionamiento vicario) (por ejemplo que la persona conozca a alguien del entorno con sífilis), o bien por procesos de condicionamiento de la información (que la persona en cuestión haya escuchado noticias de epidemias de sífilis, o le hayan contado casos nuevos de sífilis, con el sufrimiento y malestar que ésta enfermedad conlleva).
Tratamiento
El tratamiento psicológico de la luifobia sería el mismo que para una fobia específica; así, se emplea la exposición en vivo como tratamiento por excelencia (tratamiento conductual). En este caso, la exposición se haría a situaciones que pueden desencadenar la contracción de sífilis, o el mantenimiento de relaciones sexuales, acercamientos, etc, sin que aparezcan conductas de escape (con excepciones).
También se pueden aplicar variantes de la terapia de exposición: exposición en imaginación o exposición a través de realidad virtual.
Por otro lado, se puede emplear terapia cognitivo conductual, con objetivo de eliminar las distorsiones cognitivas asociadas a la fobia, así como las creencias disfuncionales y el significado atribuido a la sífilis y a otras conductas por parte de la persona.
A nivel farmacológico, se pueden emplear ansiolíticos (para reducir la ansiedad), aunque no es recomendable utilizarlos en las exposiciones en el caso de un tratamiento conductual, ya que el efecto terapéutico se reduce (la persona no afronta la situación de forma “natural”). Sin embargo, sí pueden usarse como complemento a otras terapias psicológicas (así como algunos antidepresivos).
Referencias bibliográficas:
- Caballo, V. (2002). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Vol. 1 y 2. Madrid. Siglo XXI (Capítulos 1-8, 16-18).
- Belloch, A.; Sandín, B. Y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-5. Masson, Barcelona.