Para muchos, las mariposas son uno de los más bellos insectos que podemos encontrar, sin embargo, no son pocos a quienes les produce un sentimiento desagradable, un miedo tan excesivo e intenso que les imposibilita llevar una vida normal si ven acercarse a uno de estos insectos.
Las mariposas provocan tantas filias como fobias, especialmente las polillas. De todos los miedos a los bichos que existen la motefobia es uno de los más comunes, a pesar de que aquello que lo provoca pueda parecerle un animal muy bonito a la mayoría.
Este miedo a las polillas y a todo lo que se le parezca, incluyendo a las mariposas y esfinges, es de lo que vamos a hablar hoy, una fobia específica sumamente curiosa a la par de limitante para quien la padece.
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¿Qué es la motefobia?
La motefobia, del alemán “motte” (polilla) y del griego “phobia” (miedo) es el miedo irracional, persistente e injustificado a las polillas, aunque también se aplica para las mariposas diurnas.
Su vuelo, errático e impredecible, unido a su tamaño, los colores de sus alas y el pelaje que poseen algunas especies son algunas de las razones por las que las personas que padecen esta fobia tienen una patológica aversión a las polillas. El miedo a las polillas es un tipo de fobia específica, concretamente del tipo animal (zoofobia).
No se debe pensar que la motefobia es un simple asco a estos animales. Es habitual sentir repulsión hacia algunas especies de insectos, siendo el caso de las polillas justificado teniendo en cuenta que pueden poner sus huevos en nuestra comida y dañar nuestra ropa.
La motefobia va un paso más allá, provocando verdadero pavor, ansiedad y gran malestar a la persona que la padece. Las acciones cotidianas de los pacientes aquejados de motefobia se ven muy afectadas ante la presencia de las polillas, haciendo que sean incapaces de afrontar su miedo sin ayuda de otros.
La motefobia es un tipo de fobia específica, basada en la repulsión extrema y el miedo patológico hacia las polillas. Si bien el asco hacia las polillas es relativamente común, la motefobia implica un miedo elevado, no justificado y que puede limitar mucho a quien lo sufre. Muchas personas que tienen miedo a las polillas también lo tienen con insectos parecidos, como las mariposas, las esfinges o los pavones, motivo por el cual algunos prefieren usar el término lepidopterofobia, que sería el miedo a los insectos del orden de los lepidópteros en el que encontramos precisamente polillas y similares.
Síntomas
Al igual que sucede con el resto de fobias específicas, tanto para animales como para otras situaciones y objetos fóbicos, las personas con motefobia experimentan un tipo de síntomas u otros dependiendo de la gravedad de su condición. Dentro de los síntomas más destacables encontramos:
- Ataques de pánico
- Incremento del ritmo cardíaco
- Náuseas y mareos
- Sensación de hormigueo
- Sensación de ahogo y dificultades para respirar
- Dificultad para hablar y pensar con claridad
- Sudoración
- Escalofríos
- Entumecimiento
- Dolor en el pecho
- Sensación de pérdida de control
- Parálisis instantánea y temporal
- Miedo elevado
- Ansiedad y estrés
- Boca seca
- Temblores
- Huir, llorar o gritar histéricamente
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Causas
Las causas detrás de la aparición de la motefobia son muy variadas, pues dependerá de la historia vital de cada paciente. Las razones que han llevado a una persona a sentir verdadero pánico ante la aparición de una polilla son muy variadas. Las fobias específicas pueden surgir sin una causa aparente concreta, aunque lo habitual es que aparezcan durante un momento concreto de la vida y a causa de la experiencia de una situación altamente estresante e incluso traumática.
En muchas ocasiones la motefobia se origina en la infancia. De normal, los niños y niñas pequeños no tienen miedo a los insectos e, incluso, pueden jugar con ellos sin reparo alguno. No obstante, puede pasar que tener unos padres sobreprotectores, preocupados por que su retoño juegue con un bicho venenoso, le digan que deje de jugar con esos animalillos y el pequeño asocie la idea de que cualquier insecto o animal pequeño puede hacerle daño, entre ellos las polillas.
También puede darse el caso de que el pequeño estuviera jugando en el campo y, de repente, le apareciera una polilla que con su vuelo errático e impredecible le asustó. Como a veces estos insectos vuelan hacia nosotros y no nos quieren dejar en paz, el niño vivió la experiencia como un ataque y ante su poco conocimiento del mundo y desconocer si ese animal era peligroso o no, asoció la figura de la polilla con la de ese animal muy peligroso, que irá a por él a la más mínima que se encuentre con una de ellas.
Algunas especies de polillas pueden provocar reacciones alérgicas, algo que de vivirse va a quedar como un mal recuerdo sin lugar a dudas. La persona que experimentó esa reacción, tanto si era pequeña como si era adulta, puede empezar a desarrollar un miedo patológico hacia estos insectos, un temor que en verdad tiene su razón pues verdaderamente la presencia de ese insecto le supone un problema de salud y por ello debe huir de las polillas, protegerse de ellas, para evitar sufrir los desagradables efectos del roce con el animal.
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Tratamiento
El tratamiento de la motefobia es el mismo que podemos encontrar para tratar otro tipos de fobias específicas relacionadas con animales. Entre las técnicas más habituales que encontramos en el tratamiento de las fobias animales tenemos:
1. Terapia cognitivo-conductual
La base de la terapia cognitivo-conductual aplicada en los trastornos fóbicos es la reestructuración del pensamiento negativo sobre lo que se tiene miedo, en este caso, las polillas y otros lepidópteros.
Se tratará de modificar los pensamientos, emociones y comportamientos hacia estos animales a través de la tolerancia a la ansiedad que provocan y la adquisición de técnicas de relajación para cuando el paciente se encuentre con una polilla en su vida cotidiana.
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2. Terapia de exposición
La terapia de exposición es un clásico en el tratamiento de las fobias específicas. Esta técnica consiste en la exposición del paciente a su objeto fóbico, en este caso las polillas, haciéndolo de forma gradual y asegurándose de que cada fase que pasa el individuo consigue habituarse al estímulo que se le presenta. El objetivo de la terapia es que el paciente vaya tolerando la presencia de las polillas, y se familiarice con ellas.
Es un proceso largo, que requiere mucha constancia, y también se considera un tanto invasivo pues en algún momento de la terapia se requerirá la presencia de polillas reales para que el paciente se acostumbre a las mismas No obstante, de conseguirlo, el paciente habrá adquirido una experiencia real para controlar sus temores, experiencia que podrá aplicar en el mundo real.
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3. Medicamentos
Por último tenemos como opción terapéutica los fármacos. Esta es una alternativa poco recurrida para esta opción en concreto, pues se centra más en los síntomas que en la raíz del problema. Solo se recomienda en los casos más extremos, donde el paciente sufre tanta ansiedad que no puede en absoluto llevar una vida normal, tiene reacciones severas o sufre ataques de pánico muy intensos.
Entre los medicamentos usados para tratar la motefobia y otras fobias animales tenemos el uso de antidepresivos, ansiolíticos o anticonvulsivos para calmar la sensación de peligro del paciente, aunque, como todo los fármacos, estos pueden traer consigo efectos secundarios molestos.
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Curiosidades acerca esta fobia
Por lo visto, la motefobia es una fobia específica bastante común, tanto que no son pocos los blogs que versan sobre casos de este miedo. De hecho existe una comunidad en el ciberespacio llamada “I hate Butterflies” (Odio a las mariposas), que reúne a personas que temen, odian o les perturba tanto las polillas como los lepidópteros en general. En esta comunidad sus usuarios comparten sus historias desafortunadas con estos insectos, los traumas que les han provocado y el malestar que les provoca ver una polilla.
Nicole Kidman, la famosa actriz australiana partícipe en películas como “Batman Forever” (1995), “Moulin rouge!” (2001) o “Australia” (2008) padece motefobia. Ella misma ha afirmado en alguna que otra entrevista que el pavor que le provoca este tipo de insectos la condiciona tanto que, de ver uno en el exterior de su casa, le imposibilita salir de ella.
El miedo a las polillas es solo uno de los tantos miedos a los bichos que existen. Son muchas las fobias en las que el protagonista son estos animalillos, usualmente pertenecientes al filo de los artrópodos (insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos). El miedo a las polillas compite con otras fobias comunes como el miedo a las arañas y los escorpiones (aracnofobia) o las cucarachas (catsaridafobia). El miedo a los insectos en general, aunque también se aplica para el caso de arácnidos y miriápodos, recibe el nombre de entomofobia.