Una de las películas más famosas de Jim Carrey es “The Truman Show”, un filme que nos narra la vida de Truman Burbank que, sin que él lo sepa, forma parte de un telereality en donde las personas con las que se relaciona y el entorno en el que vive no son verdaderos, sino actores y decorado de un programa de televisión visto por millones.
Este filme, que ya es todo un clásico y obra de culto en la industria cinematográfica, ha servido para darle nombre a un peculiar síndrome en el que se muestra delirios persecutorios y de grandeza por igual: el síndrome de Truman.
Este peculiar trastorno no es muy conocido, a pesar de que ya se tienen unos cuantos casos documentados de personas que dicen haber sido víctimas de su propio show de telerrealidad. Veamos más a fondo en qué consiste este moderno con un nombre de película.
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El síndrome de Truman ¿qué es?
El síndrome de Truman, también conocido como el delirio de The Truman Show (The Truman Show delusion), es un trastorno con delirios persecutorios y de grandeza en el que el paciente cree que forma parte de un reality show y que él es el protagonista del mismo. También puede creer que su vida es una obra teatral o que de alguna u otra forma todo el mundo está pendiente de él, sabe lo que dice y lo que hace y que hay cierto interés público en su vida. Incluso puede llegar a creer que está siendo grabado las 24 horas del día.
Este peculiar síndrome recibe el nombre de una de las películas más conocidas y emblemáticas del actor canadiense-estadounidense Jim Carrey, “The Truman Show” (1998). En el filme se expone la vida de Truman Burbank, un individuo cuya vida es grabada las 24 horas del día y emitida en televisión sin que él lo sepa. El protagonista, quien cree que no es más que un vendedor de seguros que vive en un pueblo cualquiera, no sabe que la exposición de sus más íntimas vivencias es un éxito televisivo, hasta que lo descubre y empieza a tener un conflicto consigo mismo y con los actores de su telerrealidad.
Al igual que le pasa a Truman en la película, las personas que padecen este síndrome creen que su vida es un reality show y que todo lo que forma parte de ella es falso: sus creencias, las relaciones con los demás, el mundo que lo rodea… creen que todo ha sido creado para satisfacer al público del espectáculo, estrategias del director del show para mantener contentos a los televidentes. Creen que su vida no es más que una obra, y que si quieren vivir una vida realmente independiente tienen que huir de ella, sea como sea.
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Historia de este síndrome
Los mayores investigadores del síndrome de Truman son los hermanos Joel (psiquiatra) e Ian Gold (neurofilósofo). El primer caso documentado de este síndrome fue atendido por Joel Gold en el hospital Bellevue de Nueva York en 2003, siendo un paciente que aseguraba que sus familiares eran actores de un programa de televisión sin guión. Su delirio no se quedaba ahí, pues también creía que tenía cámaras de vídeo implantadas en sus ojos. Debido a esto este paciente viajó hasta Nueva York para pedir asilo a las Naciones Unidas. Acabó ingresado en el hospital psiquiátrico donde trabajaba Gold.
Tras ver unos cuantos casos, los hermanos Gold se convirtieron en expertos en este síndrome, quienes decidieron bautizarlo como síndrome de Truman no solo por las claras similitudes entre los casos de los pacientes con la película, sino también porque la mayoría de ellos habían visto “The Truman Show” y se habían sentido identificados. Incluso se podría decir que algunos casos habían hecho la inflexión creyendo que la película había sido una especie de señal para concluir que su vida era un show.
Si bien Joel e Ian Gold llevaban desde el 2002 atendiendo a pacientes con delirios de este tipo, el término de “síndrome de Truman” lo acuñaron en 2008 al evidenciar un patrón entre los casos del mismo. Joel Gold, tras haber visto a miles de pacientes con trastornos delirantes, comenzó a ver que este tipo de paranoia con rasgos persecutorios y delirantes era más común entre hombres blancos y jóvenes de edades comprendidas entre los 25 y 34 años.
A raíz de su experiencia clínica, los hermanos Gold han escrito un libro en el que explican este delirio, además de ejemplificarlo con la historia de muchos pacientes: “Suspicious Minds: How Culture Shapes Madness” (Mentes sospechosas: cómo la cultura da forma a la locura). En esta publicación los Gold explican que los delirios pueden verse muy influidos por la interacción del cerebro con el mundo social, y que no solo son el resultado de la biología o de unas conexiones cerebrales disfuncionales. La cultura y los medios de comunicación puede ejercer una notoria influencia en la forma en cómo se manifiestan los trastornos mentales, como es el caso del síndrome de Truman.
Pese a sus investigaciones y a las muchas publicaciones que han hecho los hermanos Gold, el síndrome de Truman no está en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), y probablemente nunca llegue a estarlo. Sí que es bastante probable que, a medida que vaya haciéndose más conocido, sea diagnosticado con más frecuencia pero dentro de los trastornos psicóticos y con rasgos delirantes, como la esquizofrenia.
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Síntomas del síndrome de Truman
Como hemos destacado antes, el síndrome de Truman no se encuentra en el DSM. No obstante, es posible destacar una serie de síntomas que caracterizan a las personas que padecen este peculiar problema psicológico de naturaleza delirante, con síntomas y rasgos que coinciden con los de los trastornos psicóticos:
- La aparición de los trastornos psicóticos suelen manifestarse entre los 18 y 30 años.
- Lenguaje o pensamientos desorganizados.
- Delirios o alucinaciones.
- Trastornos afectivos.
- Conductas inapropiadas.
- El individuo se siente observado y perseguido, y trata de escapar de esa sensación.
El síndrome de Truman supone varios efectos sobre la salud, dado que quien lo padece lleva a cabo conductas irracionales e inapropiadas. En los casos más graves, el síndrome se puede agravar y acabar en trastornos mentales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, estrés y ansiedad crónicas y depresión.
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Consecuencias para la salud
El síndrome de Truman es muy peligroso, no solo para quienes padecen este delirio, sino también para las personas que lo rodean. Como el afectado cree que su entorno social no es real, que son actores y que lo mantienen atrapado en un show de telerrealidad, cabe la posibilidad de que trate de liberarse recurriendo a la violencia.
Pese a que este síndrome no es muy conocido, sí que se han dado varios casos de personas que han herido o incluso asesinado a sus familiares y conocidos con tal de huir del programa de telerrealidad. Entre estos casos encontramos los siguientes.
Dos con nombres y apellidos son los de Anthony Waterlow y William Johns III. El primero fue un australiano que asesinó a su padre y hermana creyendo que estaba siendo grabado. El segundo fue un un psiquiatra estadounidense, viajó desde Florida a Nueva York convencido de que así conseguiría escapar de su propio show de Truman. Llegado a Nueva York atacó a dos niños y a su madre.
Uno de sus casos más curiosos fue el de un hombre que viajó hasta Nueva York tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 para asegurarse de que los ataques terroristas eran un giro en la trama (plot twist) de su propio show de Truman. El sujeto fue ahí para comprobar si el World Trade Center seguía ahí y demostrar que todo había sido una patraña. Como cabría suponer, se llevó una sorpresa.
Otro paciente había trabajado como becario en un reality show y creía que las cámaras del mismo lo estaban grabando secretamente, incluso el día de las elecciones de 2004. El paciente decía que esto le estaba pasando porque creía que el presidente de aquella legislatura, George Bush, era un Judas y por ello había captado la atención de los medios y que por ello se había creado su propio show para que las autoridades estuvieran al tanto de sus opiniones y, así, ser perseguido por ellas.
Uno de los pacientes de los hermanos Gold fue un veterano de guerra de clase media-alta que quería escalar la Estatua de la Libertad porque creía que, haciéndolo, podía liberarse de su propio show. El propio paciente describió su condición de la siguiente manera:
“Me di cuenta de que era y soy el centro de atención de miles y miles de personas... Mi familia y todo aquel que conozco eran y son actores que siguen un guión, una farsa cuyo fin es hacerme el centro de atención de todo el mundo”.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome de Truman comparte rasgos con los aplicados para el resto de trastornos psicóticos y delirantes. La principal vía es el tratamiento farmacológico, usándose antipsicóticos atípicos como primera opción, combinados en caso de que sea necesario con benzodiacepinas, antidepresivos, hipnóticos y eutimizantes. La terapia electroconvulsiva es también una opción, aunque no tan popular ni entre los pacientes ni entre las familias de los mismos.
La opción psicoterapéutica recurre al clásico tratamiento cognitivo-conductual. No obstante, este tratamiento se hace difícil pues el paciente puede llegar a creer que el psicoterapeuta está interpretando un papel también, que forma parte del programa y que está ahí para hacerle creer que está loco y que no sepa que está en un programa de telerrealidad. Son casos complicados de tratar.
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