El estrés postraumático es un trastorno psicológico asociado a una vivencia traumática que produce secuelas capaces de durar años o incluso décadas si no es tratado por profesionales. Por eso es importante conocer sus características para acudir a terapia en cuanto sus síntomas aparezcan, sin dejar que vaya pasando el tiempo y la psicopatología se consolide en el sistema de memoria de quien lo sufre.
En este artículo hablaremos del trastorno de estrés postraumático y de las técnicas psicoterapéuticas utilizadas para su intervención.
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¿Qué es el estrés postraumático?
El estrés postraumático aparece como trastorno independiente por primera vez en la tercera edición del Manual Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM III). Actualmente, el DSM 5 establece que para diagnosticarlo en un paciente se requiere el cumplimiento de al menos 4 criterios o categorías sintomatológicas para poder hacer el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático (TEPT). Asimismo, será necesario que los síntomas estén presentes durante más de un mes y, como sucede con otros trastornos, que la situación genere malestar en el sujeto o se vea afectada su funcionalidad.
Los criterios diagnósticos son los siguientes:
- Es necesaria la presencia de una vivencia límite por la cual la vida del sujeto o de un individuo muy cercano peligre.
- Reexperimentación: el paciente muestra pensamientos intrusivos relacionados con el trauma.
- Evitación: el sujeto evita estímulos o personas que le recuerden al hecho traumático.
- Cogniciones y afectos negativos: el estado de ánimo y el tipo de pensamiento se vuelven más negativos después del acontecimiento traumático.
- Hiperactivación: aumento de la activación corporal vinculada con el hecho traumático.
Se considera que el trauma que desencadena la aparición del TEPT es en realidad la huella que la experiencia traumática deja en la memoria emocional de la persona, es decir, la parte de nuestra actividad mental dedicada a almacenar y evocar la carga emocional vinculada a un hecho que hemos vivido (lo que no puede ser expresado directamente en palabras). Como este contenido de la memoria queda “archivado” de manera disfuncional, da lugar a crisis de ansiedad y desequilibrios emocionales cuando emerge en forma de flashbacks, pensamientos intrusivos, etc.
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Técnicas de psicoterapia usadas ante el trastorno de estrés postraumático
Ahora que conocemos mejor cuáles son los síntomas característicos del TEPT y la alteración que estos comportan, veamos en qué puede consistir la intervención de un profesional de la psicología ante esta clase de alteración mental. Se han probado distintos tipos de tratamientos tanto farmacológicos como psicológicos, siendo estos últimos los que han demostrado mayor eficacia porque no se limitan a mitigar los síntomas a corto y medio plazo.
Así pues, aquí veremos las técnicas de psicoterapia más utilizadas ante el TEPT y que permiten intervenir sobre la raíz del problema (aunque o tienen por qué usarse todas en un proceso terapéutico, todo depende de las especialidades del/la psicólogo/a y de las necesidades de la persona que necesita ayuda profesional).
1. Terapia de exposición
La terapia de exposición es una de las técnicas que ha mostrado mayor eficacia. Como nos indica su nombre, esta suele consistir en exponer al sujeto de forma repetida y prolongada a estímulos o sintomatología relacionada con el trauma.
La exposición se puede hacer tanto en vivo como en imaginación, dependiendo del tipo de acontecimiento traumático y según el punto en el que nos encontremos en la intervención, cómo de preparado esté el paciente. En general la exposición en vivo es más eficaz, pero genera mayor rechazo, porque suele ser más incómoda y difícil de afrontar.
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2. Terapia narrativa
La terapia narrativa se fundamenta sobre todo en el diálogo y la palabra, y es uno de los recursos más utilizados en el marco de la psicología humanista. Tiene como objetivo ayudar a la persona a reinterpretar su pasado sin dejarse llevar por un sesgo de negatividad y pesimismo disfuncional, de modo que sea capaz de volver a conectar con la experiencia de vivir una vida con sentido. De este modo, contribuye a que la persona deje de asumir que está condenada a estancarse en su progreso hacia la felicidad y a sufrir, y pueda seguir participando en un proyecto de vida ilusionante el cual pueda ser el/la protagonista.
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3. Tratamiento de movimientos oculares rápidos, desensibilización y reprocesamiento
Esta técnica, conocida como EMDR por sus siglas en inglés, tiene como principal finalidad realizar un nuevo procesamiento de la vivencia traumática para lograr que el recuerdo quede integrado en el sistema de memoria de un modo más adecuado. Dicha intervención consta de 8 fases, siendo algunas de ellas más importantes que otras, pero el resultado es que la vivencia traumática deja de tener el poder para desestabilizar emocionalmente a la persona hasta el punto que supone un problema.
4. Meditación y Mindfulness
La meditación y el entrenamiento en conciencia plena o Mindfulness se han utilizado principalmente con la finalidad de disminuir el riesgo de recaídas y aumentar la resiliencia de los pacientes, es decir, la capacidad de afrontar y superar acontecimientos negativos y seguir desarrollándose de modo funcional. Estos recursos terapéuticos contribuyen a que la persona sea capaz de centrarse en el momento presente desde una actitud de aceptación, dejando ir los pensamientos obsesivos que llevan a la rumiación psicológica y la reexperimentación constante del trauma.
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5. Terapia dialéctico conductual
Esta terapia se utiliza principalmente para pacientes con trastorno de personalidad límite, aunque los primeros estudios realizados con esta intervención han referido resultados positivos en sujetos que muestran una mala regulación emocional causada por traumas, como tratamiento previo a la exposición.
6. Uso combinado de técnicas de relajación
Las técnicas de relajación no se utilizan de forma independiente, sino que se aplican de forma conjunta a otra intervención como la exposición, o el EMDR. De este modo, se ha probado su eficacia usándola como técnica coadyuvante, y en general se desaconseja su aplicación de manera aislada. Por otro lado, se trata de ejercicios por lo general sencillos, e modo que el paciente puede integrarlos a sus rutinas diarias con facilidad.
7. Terapia cognitiva
El objetivo principal de esta terapia consiste en modificar los esquemas cognitivos desadaptativos vinculados con el acontecimiento traumático para conseguir disminuir el malestar. Una de las estrategias más utilizadas en este marco es la reestructuración cognitiva, que se vincula directamente con la modificación de las creencias disfuncionales y de las interpretaciones acerca de su problema que hace el paciente. Esta modificación de creencias puede ir dirigida a conseguir creencias más funcionales relacionadas con el trauma o con el trastorno.
También se trabajará para reducir las preocupaciones, los pensamientos negativos repetitivos, las disociaciones y las dificultades de concentración.
El modo de intervención consiste por lo general en disminuir la evitación del recuerdo traumático, para poder aceptar y así lograr disminuir la afectación que comporta.
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