Adquirir conocimientos de todo tipo es siempre positivo, pero no nos van a traer felicidad si no los sabemos usar. La sabiduría, la prudencia y la sensatez son aspectos inherentes a una vida feliz, y no son cosas que se puedan enseñar sino que se van adquiriendo a lo largo de la experiencia y con el pasar de los años.
Los antiguos griegos tenían una palabra para describir a este tipo de sabiduría práctica, de saber elegir entre lo correcto y lo incorrecto: la frónesis. Si bien es difícil traducir el término, entender su concepto no es tan complicado, gracias sobre todo a lo mucho que Aristóteles y otros filósofos comentaron sobre lo que era la frónesis. Véamoslo más a fondo.
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¿Qué es la frónesis?
La frónesis (de Φρόνησις, “phronēsis”) es un concepto muy extendido en la filosofía griega. Fue desarrollado especialmente por Aristóteles en su “Ética a Nicómaco”, donde consideraba que era una de las grandes virtudes del ser humano. Los antiguos griegos pensaban que la frónesis formaba parte de las artes del buen vivir y que, aquel que dispusiera de esta propiedad, sería capaz de desenvolverse en diferentes situaciones de la vida con total éxito.
No existe una traducción exacta para la frónesis a nuestro idioma, siendo algunas de las propuestas “sabiduría práctica” y “prudencia”, con sentido contrario al de “hibris” o “desmesura”. Al margen de cómo se prefiera traducir, frónesis y prudencia son dos ideas relacionadas. De hecho, la palabra “prudencia” española proviene del latín “prudentia” que, a su vez, deriva de “phrónesis”.
También estaría relacionada con la palabra “phroneo” (comprender) y con el latín “providentia” (anticiparse). Thomas McEvilley propuso que se tradujera como “conciencia plena” o “mindfulness”.
El primer gran filósofo en hablar de frónesis fue Sócrates, quien la consideraba una suerte de sumatoria de todas las virtudes del ser humano. Más tarde, Platón hizo también alusión a la frónesis en su obra “Menón”, donde la define como “entendimiento moral” y la considera el atributo más importante de todos los que se pudieran aprender. Pero Platón también aclara que la frónesis no se puede enseñar, sino que es más bien fruto de un profundo conocimiento de uno mismo.
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La frónesis de Aristóteles
Como hemos comentado, el filósofo que más desarrolló el concepto de frónesis fue Aristóteles. Para este filósofo originario de Estagira, esta era una forma de sabiduría distinta a la “sofía”, es decir, al conocimiento universal propio de la ciencia.
La sofía sería el conocimiento o sabiduría más de tipo teórico, los datos que uno va aprendiendo a lo largo de aprender de los libros, las personas o los acontecimientos de la naturaleza. La sofía es una combinación de “nous”, que es la capacidad de discernir la realidad, y “episteme”, un tipo de conocimiento que es construido lógicamente y se puede enseñar.
En cambio, la frónesis se correspondía con la sabiduría materializada. No consistía en la simple aplicación del conocimiento, sino que además exigía la capacidad de decidir para lograr un fin determinado. También para Aristóteles, esta era la virtud para elegir la aplicación del conocimiento en función del mayor bien posible y adquirir una vida plena. Así pues, se trata de una virtud ética.
Aristóteles también asoció la frónesis a la política. En este caso, la sabiduría se debía aplicar para el bien común y el buen gobierno de las ciudades-estado. De acuerdo con este filósofo, aquel que poseyera esta virtud tendría la capacidad de convertirse en el líder ideal para cualquier colectivo. Quien muestra mucha frónesis significa que no solo posee conocimiento, sino también sensatez y prudencia en las decisiones que se toman.
Si bien Aristóteles confesaba que la sofía era más elevada y seria que la frónesis, la búsqueda de una sabiduría y felicidad elevadas requiere de ambas. Para él, la frónesis facilitaba la consecución de sofía.
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Frónesis y ética
En relación con la ética, Aristóteles señalaba que hay tres formas de apelar al carácter o “ethos”. Esta palabra significa en griego antiguo “costumbre” o “conductas” y se refiere a la manera de ser, en concreto al comportamiento moral. Los tres componentes de este ethos serían la frónesis, el areté y la eunoia.
El areté es la voluntad de excelencia. Sería de aquello que disponen personas que están formadas para pensar, hablar y obrar con éxito. A su vez, el areté estaba determinada por tres virtudes:
- Andreía (valentía)
- Sofrosine (equilibrio)
- Dicaiosine (justicia)
En cuanto a la eunoia esta palabra hacía referencia a la buena voluntad hacia la fuente. Se podría ver como un sinónimo de nobleza y, en términos más modernos, como empatía.
Por último, en esta teoría tenemos la frónesis, que no sería fruto de la buena formación del carácter como sería el caso del areté y la eunoia, sino que lo sería de la experiencia. Es por este motivo que Aristóteles opinaba que la frónesis no podía estar presente en una persona joven, pues no ha vivido lo suficiente como para haberla adquirido.
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Una virtud intelectual
Aristóteles indicó que la frónesis era una virtud propia de la inteligencia, la cual permitiría decidir adecuadamente entre las cosas correctas y las incorrectas, con el propósito de lograr la felicidad personal y colectiva. Se trataba de un atributo intelectual que se hacía presente en hechos concretos, no en potenciales. Implica la movilización de conocimientos pero no universales, sino contextuales, basados en las exigencias del momento y el lugar. Es, en definitiva, un uso inteligente y contextual de lo que se sabe, de la experiencia.
Mientras que el areté permite establecer fines nobles y propósitos altos, la frónesis permite elegir los medios justos y llevar a cabo lo necesario para alcanzarlos. No se trataría de una habilidad porque eso es un talento o maña, algo que implica hacer las cosas con suficiencia y que se ha ido perfeccionando. La frónesis implica hacer una reflexión aguda antes de atreverse a hacer algo y no es repetitiva.
Aristóteles pensaba que la frónesis era una condición necesaria para ser feliz y una característica fundamental para tener credibilidad social, para ser seguido por las multitudes y respetado también. Implica disponer de una mente formada, lúcida, pero práctica a la vez y con una alta dosis de sentido común. Es la virtud de los líderes y las personas con un alto poder de persuasión.
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La frónesis hecha hombre: Pericles
Uno de los personajes más importantes de la Antigüedad Clásica fue el héroe ateniense Pericles. Es este personaje casi mitológico la viva materialización de lo que es la frónesis, tanto que su propio nombre en griego clásico significa “rodeado de gloria”. Y no es de extrañar porque fue de todo: abogado, magistrado, general, político y orador, todo ello en uno de los momentos más álgidos cultural y militarmente de la historia de Atenas.
Su vida es de leyenda, destacando el ser partícipe en dos de los conflictos más importantes de la Grecia clásica: las Guerras Médicas y las del Peloponeso. Consiguió desempeñarse heroicamente en campaña bélica y fue muy activo en la vida de su ciudad gracias a que ejerció como un gran gobernante. Su poder de persuasión e intelecto, combinados, hacían que cualquier persona lo siguiera con fe ciega. Por medio de la palabra y de su astucia, conseguía todo lo que se proponía. Fue el prototipo de lo que debe ser un hombre sabio, la frónesis hecha hombre.
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