Las 5 herejías medievales más importantes

Historia y características de las herejías que marcaron la sociedad medieval.

Las 5 herejías medievales más importantes

Las herejías medievales fueron corrientes disidentes de la religión oficial que no solo tuvieron impacto a nivel espiritual, sino que hicieron peligrar los cimientos de la sociedad medieval. Pero ¿por qué tuvieron tanta fuerza las herejías medievales? ¿Por qué pusieron en jaque a toda la estructura medieval, e incluso al Papado? ¿Y cuáles fueron las herejías más importantes?

Que la Edad Media fue una sociedad teocéntrica, es evidente. El ser humano medieval no concebía el mundo sin la presencia de Dios, y la religión estaba insertada en su vida cotidiana con la misma naturalidad que los días de mercado o las reuniones de los gremios. De hecho, en las iglesias no solo se practicaba el culto, sino que también servían de marco para asambleas civiles, e incluso mercantiles.

Ahora bien, es un error pensar que la fe medieval era un todo único. De hecho, durante los 10 siglos que duró este periodo fueron apareciendo varias corrientes ideológicas y espirituales, que representaban, a menudo, una protesta contra la religión oficial promulgada por la Iglesia Católica.

Las principales herejías medievales

Veamos una lista de las herejías medievales más importantes y sus principales características.

1. Los arrianos, una de las primeras herejías medievales

Poco después de la muerte de Jesús ya empezaron a aparecer las primeras divergencias entre los cristianos. El tema se fue radicalizando a medida que pasaban los siglos, y hacia el siglo V encontramos una clara diferenciación entre católicos y arrianos, una de las primeras divisiones importantes en el seno del cristianismo.

¿Quiénes eran los arrianos? El nacimiento de la fe arriana se atribuye a Arrio, presbítero de Alejandría (siglos III y IV), y se fue extendiendo paulatinamente por Europa durante los siglos siguientes.

Los principales grupos arrianos fueron los pueblos germánicos que cruzaron las fronteras del Imperio Romano en el siglo V; entre ellos, los godos. A medida que estos pueblos conquistadores se instalaban en territorio romano y fundaban reinos, iban abandonando su fe arriana y se convertían al catolicismo. El primer rey germano que abjuró del arrianismo fue Clodoveo, rey de los francos (496).

La fe arriana se basaba, principalmente, en la creencia de que Cristo no había existido desde siempre y que había sido creado por Dios. Esta filosofía chocaba directamente con la idea de la Trinidad, que sostenía que Cristo era de la misma esencia que el Padre y que, por tanto, no había sido creado.

El Concilio de Nicea (siglo IV) condenó el arrianismo, que representaba, además de una desviación de la fe considerada verdadera, una amenaza para la estabilidad del Imperio.

Arrianos

Sin embargo, la doctrina aún siguió vigente muchos años, sobre todo entre los pueblos germanos. El rey longobardo Grimoaldo (s. VII) es considerado el último monarca germánico que se convirtió a la fe católica.

2. Los seguidores de Arnaldo de Brescia: los arnaldistas

La predicación del canónigo Arnaldo de Brescia debe situarse en un contexto distinto del que arropó al arrianismo. Estamos ya en el siglo XII; el crecimiento de las ciudades es imparable y las escuelas catedralicias y las primeras universidades están en todo su apogeo. Las corrientes ideológicas viajan de un lado a otro de Europa y cuestionan los principios de la fe ortodoxa oficial.

La reforma gregoriana, impulsada por el papa Gregorio VII un siglo antes, tenía como objetivo devolver a la Iglesia los preceptos iniciales del cristianismo, que incluían, entre otros, la castidad y la pobreza. En realidad, esta reforma ocultaba un motivo político, que no era otro que afianzar la autoridad papal sobre los poderes regionales. Así, se unificó la liturgia cristiana bajo el rito romano (y se perdieron, de esta forma, las manifestaciones litúrgicas de cada zona). También se proclamó la superioridad papal por encima de cualquier poder temporal y, por tanto, del emperador, cosa que no agradó en absoluto a los señores.

Así, a pesar de que la reforma gregoriana contemplaba también una purificación de las costumbres en el seno de la Iglesia, no fue suficiente para satisfacer las necesidades de los fieles y, además, representó una afrenta directa contra la autoridad de los poderes locales. No es de extrañar, pues, que durante el siglo siguiente se desarrollaran con fuerza una serie de herejías que representaban una protesta clara contra el poder papal y su doctrina.

En este contexto se comprende la aparición de predicadores como Arlando de Brescia, que promulgaba la pobreza y el rechazo absoluto de las riquezas. Su atraque directo al Papa hace que sea apresado por Federico I, quien, tras obtener del Papa la promesa de convertirlo en emperador, entrega al prisionero a la curia romana. Arnaldo es condenado a muerte, y sus restos, arrojados al río Tíber para evitar peregrinaciones a su tumba.

3. Los valdenses o los Pobres de Lyon

Apenas dos décadas después de la muerte de Arnaldo de Brescia, surge una nueva corriente herética: los valdenses, también llamados Pobres de Lyon. Seguidores de Pedro Valdo, un rico comerciante de Lyon que abandonó su existencia lujosa para abrazar la vida mendicante, este grupo retomaba la idea de la pobreza que ya había rescatado Arnaldo. En este caso, hacían hincapié en la contradicción que representaba ser, al mismo tiempo, rico y cristiano.

Esta herejía medieval iba más allá, al plantearse la cuestión de la predicación; consideraban que todo cristiano, aunque fuera laico, tenía la obligación de predicar, siguiendo de esta forma la orden escrita en los Evangelios: Id y anunciad la buena nueva a todos los pueblos.

Muchos consideran a Pedro Valdo como uno de los precursores del protestantismo, ya que una de las bases más importantes de su doctrina era el libre acceso a los Evangelios y la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares, con el fin de ser comprendidas por todos los fieles sin necesidad de un intercesor. Los valdenses fueron condenados en el III Concilio de Letrán, junto con la herejía cátara.

4. Dulcino y las doctrinas milenaristas

A lo largo de la Edad Media se había ido extendiendo el milenarismo, una corriente bastante heterodoxa que basaba sus creencias en el Apocalipsis de san Juan. De este libro tomaba la idea de la segunda venida de Cristo, la llegada del Anticristo y la lucha entre el Bien y el Mal.

Fueron muchos los seguidores de esta corriente; entre ellos, el abad Joaquin de Fiore y Dulcino, fundador de la secta de los Hermanos Apostólicos o dulcinistas. Dulcino continuaba la idea, defendida por las herejías anteriores, del regreso a la pobreza evangélica. Pero, además, los dulcinistas predicaban el fin de los tiempos y el restablecimiento del orden después del segundo descenso de Cristo.

Dulcino constituía una figura incómoda para la Iglesia oficial, ya que atacaba directamente a la jerarquía eclesiástica y a su opulencia. De igual forma, era persona non grata para los señores feudales, pues también criticaba el sistema feudal, pilar básico de la sociedad medieval. El papa Clemente V, desde la sede papal de Aviñón, promulgó una cruzada contra los dulcinistas, que culminó con el arresto, tortura y ejecución de Dulcino en verano de 1307.

5. Los cátaros o albigenses, la herejía medieval más famosa

Si existe una herejía ampliamente conocida y tremendamente popular es la herejía cátara. Sobre ella se han contado multitud de leyendas y mitos, y a veces es complicado distinguir la realidad de la fantasía.

La gran fama que adquirieron los cátaros viene dada, por una parte, por la naturaleza misma de su doctrina, y por otra, por el gran revuelo que comportó su existencia. En efecto, el papa Inocencio III llamó a los señores de Francia a una cruzada contra los cátaros (también llamados albigenses, ya que tenían en la ciudad de Albi uno de sus feudos más importantes). La cruzada fue sangrienta, se alargó en el tiempo y comportó, finalmente, la anexión de los territorios del Languedoc, donde los cátaros tenían nada menos que cinco diócesis, a la corona francesa.

Pero ¿en qué creían los cátaros? Su fe hundía sus raíces en las filosofías dualistas que venían de Oriente: creían en un Dios bueno, creador de las almas, y en un demonio malvado, autor de los cuerpos y de toda manifestación física. Así, los cátaros más “puros” rechazaban el matrimonio y la procreación, así como la ingesta de carne. La salvación se obtenía mediante una renuncia absoluta a todo lo creado por el diablo, es decir, a toda la creación. Solo las almas eran buenas y puras.

El catarismo fue una de las últimas herejías medievales, pero también una de las más importantes. Tras poner en jaque al orden feudal y a la Iglesia oficial, los cátaros desaparecieron a mediados del siglo XIII, aunque existen testimonios de su pervivencia hasta inicios del siglo siguiente. Esperamos que este breve repaso por las herejías medievales más importantes os sea de ayuda para comprender mejor este complejo periodo de la historia.

  • García de Cortázar, José Angel, y Sesma Muñoz, José Ángel, Manual de Historia Medieval, Alianza Editorial.
  • Varios autores, Atlas histórico de la Cultura Medieval, ed. San Pablo.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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