Realismo moral: bases e historia de esta postura filosófica

Veamos en qué supuestos básicos se basa esta teoría sobre la ética.

Realismo moral

El realismo moral es una postura filosófica que defiende la existencia objetiva de los hechos morales. Es decir, sostiene que, independientemente de las propiedades subjetivas, cognitivas o sociales; las premisas y las acciones morales tiene una realidad objetivamente verificable.

Esto último ha generado largas y complejas discusiones filosóficas en torno a cuestiones como las siguientes: ¿hay afirmaciones morales realmente ciertas? ¿la honestidad, por ejemplo, tiene una realidad objetiva? ¿qué es lo que le da la cualidad de “verdadero” a una afirmación moral? ¿Se trata de un debate metafísico o más bien semántico? Asimismo, y más allá de los debates filosóficos, el realismo moral se ha incorporado en importantes teorías del desarrollo psicológico.

En línea con lo anterior, veremos de manera introductoria qué es el realismo moral, cuáles son las posturas filosóficas con las que debate y cómo se ha incorporado en la psicología.

¿Qué es el realismo moral?

El realismo moral es la postura filosófica que afirma la existencia objetiva de los hechos morales. De acuerdo con Devitt (2004), para el realismo moral, existen afirmaciones morales que son objetivamente verdaderas, de lo que se puede extraer la siguiente conclusión: hay personas y acciones que son, en términos objetivos, moralmente buenas, malas, honestas, poco amables, etc.

Para sus defensores, el realismo moral es parte importante de la cosmovisión de los sujetos en general, y lo era para las ciencias sociales especialmente antes de la emergencia de las corrientes contemporáneas que cuestionaron la relación entre el “significado” y la “verdad”.

Sostiene, por ejemplo, que la crueldad de una persona funciona como explicación de su comportamiento, lo que hace que los hechos morales sean parte de la jerarquía de los hechos que conforman el mundo natural.

Algunos antecedentes

El realismo, en términos más generales, es una postura filosófica que sostiene la existencia objetiva (independiente del observador) de los hechos del mundo. Eso quiere decir que nuestra percepción es una fiel representación de lo que observamos, y lo mismo cuando hablamos: al afirmar algo en términos literales, su existencia y su veracidad se confirman. Es decir que en el de fondo en esta argumentación, se encuentra la relación unívoca entre el lenguaje y el significado.

A partir del “giro lingüístico” del siglo XX, los debates y asuntos filosóficos fueron tratados en relación al lenguaje y se cuestionó la relación entre este último y el significado, con lo cual también quedaron cuestionadas las verdades filosóficas más fundamentales.

Esto último ha llevado a distintos filósofos a discernir entre los debates sobre el sentido que otorgamos al mundo, y los debates sobre las cosas del mundo externo. Es decir, entre los debates metafísicos y los debates semánticos. El realismo como postura filosófica puede observarse en muchas áreas distintas, por ejemplo, en filosofía de la ciencia, en epistemología, o, como en el caso que nos ocupa, en la moral.

Dimensiones del realismo moral

De acuerdo con esta postura filosófica, los hechos morales se traducen en hechos psicológicos y sociales.

Existen, por lo tanto, acciones que “deberían” llevarse a cabo y otras que no, así como una serie de derechos que pueden adjudicarse a los sujetos. Y todo ello puede ser comprobado de manera objetiva, pues existen independientemente de la la persona o el contexto social que las observa o las define. Por eso, Devitt (2004) nos dice que el realismo moral se sostiene en dos dimensiones:

1. Independencia

La realidad moral es independiente de la mente, pues los hechos morales son objetivos (no se conforman por nuestros sentimientos, opiniones, teorías o convenciones sociales).

2. Existencia

Mantiene un compromiso con los hechos morales, pues afirma su existencia objetiva.

Críticas y debates en torno a la objetividad de los hechos morales

Las críticas al realismo moral han venido de las corrientes subjetivistas y relativistas que han puesto en cuestión la relación entre el lenguaje y los distintos elementos que conforman una realidad tanto psicológica como social; así como la posibilidad de hablar sobre dicha realidad con independencia de quien la define o la experimenta.

Específicamente, en el contexto del realismo moral y el relativismo surgen dos principales críticas que se conocen como el “no-cognitivismo” y las “teorías del error”. Todas ellas debaten en torno al mismo objeto de investigación: las afirmaciones morales.

Y se preguntan, por un lado, si dichas afirmaciones hablan de hechos morales, y por otro, si esos hechos o al menos alguno de ellos es verdadero. Mientras que el realismo moral respondería de manera afirmativa a ambas cuestiones, y se preguntaría qué es lo que hace “verdadero” a un hecho moral en términos universales; el no-cognitivismo y las teorías del error responderían de maneras distintas.

No-cognitivismo

El no-cognitivismo sostiene que las afirmaciones morales no se corresponden con propiedades morales, de hecho, no son propiamente afirmaciones, sino oraciones indicativas sin condición de verdad que se corresponda con los hechos.

Son oraciones que expresan actitudes, emociones, prescriben normas, pero no hechos morales en sí mismos. Esta análisis semántico está acompañado por una postura metafísica que afirma que no hay propiedades ni hechos morales.

Es decir que los no cognitivistas niegan que las afirmaciones morales hagan alusión a hechos objetivos, y por lo tanto, también niegan que sean estos verdad. En otras palabras, niegan las explicaciones realistas sobre la naturaleza y la realidad moral, y niegan las afirmaciones realistas sobre el papel causal de la realidad

Teoría del Error

A grandes rasgos, la Teoría del Error, del filósofo australiano (conocido por su escepticismo moral) John Leslie Mackie, dice que las afirmaciones morales contienen, efectivamente, significados morales, pero que ninguna de ellas puede ser completamente cierta. Es decir, existen hechos morales sobre los que se informa a través de afirmaciones morales, pero no necesariamente son verdaderos.

Para la teoría del error, no hay hechos morales en sí mismos, es decir, niega la existencia de toda realidad objetiva de la moral. Para analizar por qué las personas discutimos sobre hechos morales que no existen, alguien que se posiciona en defensa de las teorías del error podría señalar cómo las afirmaciones morales se utilizan para movilizar emociones, actitudes o intereses personales (partiendo de que dichas discusiones informan sobre hechos con significados morales).

Por su parte, alguien que defienda el no-cognitivismo podría analizar la misma situación haciendo referencia a la utilidad práctica de hablar como si las afirmaciones morales verdaderamente pretendiesen informar sobre hechos, aunque realmente no lo hagan (partiendo de la idea de las afirmaciones morales ni siquiera pretenden reportar hechos).

Realismo moral en psicología del desarrollo

El realismo moral es también uno de los conceptos clave en la teoría del desarrollo moral del psicólogo suizo Jean Piaget.

A grandes rasgos, lo que propone es que los niños pasan por dos grandes fases caracterizadas por etapas de razonamiento progresivamente abstracto. Dichas fases siguen la misma secuencia en todos los niños, independientemente de su contexto cultural o de cualquier otro elemento externo al propio sujeto. Las fases son las siguientes:

  • Etapa heterónoma o de realismo moral (5 a 10 años), donde los niños atribuyen las reglas morales a figuras de autoridad y de poder en una perspectiva dicotómica del bien y del mal, y dejan surgir sentimientos como la honestidad o la justicia.
  • Etapa autónoma o independencia moral (10 años en adelante), cuando los niños atribuyen arbitrariedad a las normas, pueden impugnarlas o violarlas y también modificarlas con base en la negociación.

Posteriormente, el psicólogo norteamericano Lawrence Kohlberg llega a la conclusión de que la madurez moral no se alcanza luego de la segunda etapa propuesta por Piaget. Elabora su propio esquema del desarrollo moral en seis etapas que incluyen las primeras dos del psicólogo suizo, incluyendo la idea de que la moralidad tiene principios universales que no se pueden adquirir en la primera infancia.

Lo que hace Kohlberg es llevar las teorías del desarrollo cognitivo de Piaget hacia estudios más detallados sobre la evolución de los juicios morales; entendiendo estos como un proceso reflexivo sobre valores, y desde la posibilidad de ordenarlos en una jerarquía lógica que permita enfrentar distintos dilemas.

Los estudios de Piaget y Kohlberg marcaron de manera muy importante la psicología del desarrollo, no obstante, han recibido también diversas críticas precisamente por apelar a una neutralidad y universalidad del desarrollo moral que pudiera aplicarse para comprender a todos los sujetos independientemente de cuestiones como el contexto cultural o el género.

Referencias bibliográficas:

  • Sayre-McCord, G. (2015). Moral Realism. Stanford Encyclopedia of Philosophy. Recuperado 13 de agosto de 2018. Disponible en: https://plato.stanford.edu/entries/moral-realism/
  • Devitt, M. (2004). Realismo moral: una perspectiva naturalista. Areté Revista de Filosofía, XVI(2): 185-206.
  • Barra, E. (1987). El desarrollo moral: una introducción a la teoría de Kohlberg. Revista Latinoamericana de Psicología, 19 (1): 7:18.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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