Sin comprender qué fue la Revolución Industrial no podemos entender la actualidad, puesto que marcó la senda del progreso fabril y tecnológico que configuraron nuestro mundo moderno. En la aparición de la Revolución Industrial confluyeron muchos factores: desde las decisiones en materia agrícola arrastradas desde el siglo XVII, hasta los cambios sociales producidos por las revoluciones políticas de principios de siglo XIX, que marcaron profundamente la sociedad y la prepararon para los cambios rápidos e incesantes.
En este artículo veremos qué es la llamada Revolución Industrial y cuáles fueron sus características principales.
¿Qué es la Revolución Industrial?
Denominamos Revolución Industrial a los cambios rápidos que experimentaron la economía y el sistema de producción europeos. Estos cambios cada vez más acelerados se caracterizan, a grandes rasgos, por un notable incremento en la producción (nunca visto hasta entonces), motivado por el perfeccionamiento de técnicas y de maquinaria, y que repercutieron, a su vez, en la configuración de la sociedad moderna.
La Revolución Industrial tuvo varias etapas, que analizaremos más adelante. La primera de ellas, acaecida a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo como foco principal Inglaterra, y de allí se expandió al resto de Europa. ¿Por qué fue Inglaterra el escenario de estos cambios?
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El nacimiento de los enclosures
Hasta finales del siglo XVI existían en Inglaterra las llamadas tierras comunales o open fields, extensiones de campo que no pertenecían a nadie o, más bien, pertenecían a todos. Las decisiones sobre el cultivo de estas tierras, por tanto, atañían al colectivo de vecinos que las utilizaba.
Los open fields tenían la importante ventaja de satisfacer a una gran cantidad de personas y, además, servían para cultivos y pastos de emergencia que evitaban más de una hambruna. Sin embargo, precisamente su propiedad comunal hacía que nadie tuviera demasiado interés en explotarlas y sacar de ellas su máximo beneficio. La situación cambió con la promulgación, en el siglo XVII, de las Enclosure Acts, una serie de disposiciones que obligaban el cierre de estas tierras comunales mediante tapiado (de ahí su nombre, enclosures) y su venta en pública subasta. Obviamente, los únicos que poseían el dinero suficiente para hacerse con la exclusividad de estas tierras pertenecían a la pequeña nobleza agraria, la gentry, que en poco tiempo se hizo con la propiedad efectiva de todos los antiguos open fields.
El resultado de esta capitalización de las tierras fue que sus nuevos propietarios dedicaron esfuerzo y dinero a rentabilizar al máximo las propiedades. Así, invirtieron en una nueva maquinaria que aumentara la producción, y se interesaron en los nuevos métodos agrícolas. Una de las principales innovaciones fue el “Sistema Norfolk”, que suprimía el barbecho (es decir, el tiempo de descanso de una parcela determinada) para aumentar la productividad del terreno. Con este sistema, la tierra que debía descansar era utilizada como pasto, lo que no mermaba la producción y permitía, a través de las heces de los animales, que la tierra se revitalizara y estuviera lista para una próxima producción.
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Luces y sombras
La mayor explotación agrícola que supuso la reforma agraria del siglo XVII conllevó inevitablemente un progreso económico que situó a Inglaterra a la cabeza de Europa. La tierra empezó a producir excedentes, que se exportaron al resto de países. Por otro lado, a causa de la aparición masiva de máquinas que ayudaban en los trabajos agrícolas, la población del campo se vio obligada a emigrar a las ciudades, lo que supuso un aumento de la mano de obra fabril, que repercutió a su vez en la proliferación de fábricas y en un considerable aumento de la producción.
Sin embargo, no todo fueron luces en esta primera Revolución Industrial. Precisamente, la llegada en masa de obreros a las grandes ciudades dio como resultado un hacinamiento sin precedentes; empezaron a aparecer los barrios marginales, como el famoso West End londinense, surcado de pobreza, alcoholismo y prostitución. Las condiciones de vida de los obreros eran a menudo infrahumanas, y las enfermedades se propagaban con gran facilidad entre aquella población desnutrida que vivía en pisos insalubres. Las aguas del Támesis, plagadas de miasmas pútridos, no ayudaba a mejorar la higiene. Esa era la otra cara de la “alegre” y esperanzadora Revolución Industrial inglesa.
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Las diversas revoluciones industriales
Como ya hemos comentado, la Revolución Industrial no fue algo compacto. Su evolución ocupó varios siglos (del XVIII al XX, y, según algunos historiadores, hasta el XXI), en los que los historiadores distinguen, principalmente, 3 etapas. Veamoslas.
1. Primera Revolución Industrial (finales del s. XVIII – mediados s. XIX)
Se caracteriza por haber comenzado en el ámbito de la agricultura (la llamada Revolución Verde). A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se producen una serie de avances tecnológicos que permiten una mayor productividad en el campo; estos avances permiten, a su vez, que cada vez se necesite menos mano de obra y, por supuesto, no se dependa del tiro animal, tan necesario hasta entonces. Así, la aparición de segadoras y trilladoras perfeccionadas, así como del ya citado Sistema Norfolk, permitió el despegue del campo como principal foco de productividad.
Hacia la misma época, los centros de producción textil viven una automatización sin precedentes. El principal factor es el perfeccionamiento que James Watt hizo de la máquina de vapor, que a finales del siglo XVIII se erige como máquina indispensable para todo el proceso industrial. A pesar de que el artefacto se conocía desde hacía tiempo, fue Watt quien perfeccionó su mecanismo para adaptarlo al despegue productivo del momento. Watt añadió un condensador separado del cilindro de trabajo, lo que permitía evitar la reducción del calor en el cilindro y, por tanto, reducir el consumo de carbón.
Las aportaciones de Watt a la máquina de vapor no se detuvieron aquí; en 1781 incluyó el engranaje planetario, y en 1782 el cilindro de doble acción. Todas estas innovaciones conllevaron el perfeccionamiento de la máquina de vapor y su uso en varios tipos de industrias. La máquina de vapor de James Watt tuvo una importancia capital en todo el proceso industrial; no solo a nivel fabril, sino también en el ámbito del transporte y las comunicaciones. De no haber sido por el perfeccionamiento de la máquina, no habría aparecido un elemento tan importante como fue el ferrocarril, que permitió una rapidez sin precedentes a la hora de transportar mercancías y pasajeros, lo que benefició al comercio y al consumo.
2. Segunda Revolución Industrial (segunda mitad del siglo XIX – Segunda Guerra Mundial)
Esta segunda revolución está protagonizada por dos elementos esenciales: la electricidad y el petróleo, y la aparición de la maquinaria que usa estos recursos como fuente de energía. En el caso del petróleo, se inventa el motor de explosión, crucial para el desarrollo de la industria automovilística.
Las fábricas cambian también su orientación: tras el auge de la industria textil y siderúrgica, características de la Primera Revolución Industrial, aparecen las industrias químicas y alimentarias, responsables de los fármacos y los alimentos en conserva, entre otros.
Por otro lado, es necesario destacar la importancia de corrientes ideológicas como el anarquismo, que verá su cénit durante estos últimos años del XIX y los primeros del XX. El anarquismo está estrechamente relacionado con el mundo de la fábrica y con la precaria vida de los obreros, que no ven que su situación mejore con el aumento de la producción y el desarrollo de la economía. Son los años de las huelgas y las manifestaciones obreras; una época convulsa que dará origen a la jornada de ocho horas y a la mejora de las condiciones de los trabajadores.
3. Tercera Revolución Industrial o Revolución Tecnológica (desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días)
Finalmente, encontramos la Tercera Revolución Industrial, denominada así por el sociólogo Jeremy Rifkin a principios del siglo XXI. Esta última fase de la revolución industrial, también conocida como Revolución Tecnológica, se basa sobre todo en el mundo de las redes y los aparatos inteligentes (ordenadores, móviles, smartTV, tabletas…), así como en el auge de las energías renovables y el desarrollo de la responsabilidad hacia el medio ambiente.
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