"Solo sé que existo yo, y todo lo demás existe únicamente en mi mente". De esta forma se podría definir la idea principal del solipsismo, una doctrina perteneciente al subjetivismo que sostiene que de lo único que podemos estar seguros es de nuestro propio Yo.
Presente en las ideas de Descartes y Berkeley, esta corriente radical apunta que solo podemos afirmar que existe el propio Yo, algo que, en realidad, es empíricamente correcto, aunque no por ello se haya librado de multitud de críticas. Ahondemos en qué es el solipsismo y cuáles son sus principales postulados.
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¿Qué es el solipsismo?
La palabra “solipsismo” se compone del latín “solus” (solo) e “ipse” (mismo), viniendo a significar “solo uno mismo”. El nombre de esta doctrina es bastante introductorio, pues se trata de la corriente filosófica que afirma que solo existe nuestra propia conciencia y que todo lo que nos rodea es, en realidad, producto de nuestra imaginación o una representación creada por nosotros mismos. Los solipsistas creen que nada existe en realidad, salvo el propio Yo y nuestra mente.
Para el solipsismo, cada individuo solo puede certificar la existencia de su mente. La realidad, de acuerdo con esta doctrina, es que es fruto de nuestro estado mental. Lo que llamamos “real” o “externo” solo se puede comprender a través del Yo, ya que no hay otra realidad concreta más allá de tal Yo. No es posible tener conocimiento de una realidad objetiva, pues no la hay, por esto mismo se dice que el solipsismo es una corriente del subjetivismo y vista como radical.
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Principales postulados del solipsismo
Dentro del solipsismo podemos destacar los siguientes postulados:
1. Solo podemos confirmar nuestra propia existencia
El solipsismo afirma que cada uno, como individuo, solo puede confirmar su propia existencia y ninguna otra. Lo que compone nuestra “realidad”, como cosas, animales, plantas y personas, pueden existir para mí y pueden tener o no conciencia.
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2. Nuestros pensamientos son lo único verdadero
Los pensamientos de cada uno son los únicos elementos de nuestra realidad realmente verdaderos. En el mundo no hay nada más que el individuo y su conciencia.
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3. Las experiencias propias son privadas
Nuestras experiencias propias son privadas. No es posible conocer las experiencias ajenas, ni saber si son similares a las de uno mismo.
4. El yo es la única existencia real
El propio Yo es la única existencia real, y lo que conocemos como el mundo exterior no es más que una percepción que parte de dentro de nuestro “yo”. Todo se reduce a la esfera del Yo y no podemos escapar de ella. Nada tiene independencia real.
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5. Mente consciente vs. mente inconsciente
Los solipsistas dividen el universo en dos. Por un lado, tendríamos la parte controlada por nuestra mente consciente, y por el otro, la parte controlada por la mente inconsciente.
6. La ciencia no funciona
Desde la perspectiva solipsista, la ciencia no tiene sentido pues todo conocimiento parte y se crea desde la propia sensación del individuo.
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Filosofía solipsista
Es inevitable hablar del solipsismo sin mencionar la figura de René Descartes y su idealismo epistemológico. Archiconocida es su frase “pienso, luego existo”, o “cogito ergo sum” para quienes prefieran la dicha latina. El punto es que la idea detrás de este dicho emana un solipsismo existencial evidente, con la idea de que la realidad se compone a partir de nuestro propio ser, de nuestra propia existencia.
Descartes consideraba que nuestro conocimiento era conocimiento de ideas. El conocimiento acerca de la forma, tamaño, color y otras cualidades de las cosas no sería, en opinión del filósofo francés, conocimiento de tales cosas, sino la idea de tales cosas, las cuales se han ido formando en nuestra conciencia a partir de lo que percibimos. De esta forma, el contenido de mi conocimiento serían las ideas de mi conciencia.
Otra perspectiva solipsista la tenemos en el idealismo metafísico, cuyo uno de sus mayores abanderados fue George Berkeley. Este filósofo y obispo irlandés pensaba que, en realidad, el mundo que llamamos externo a la mente no existía con independencia de nuestra mente. Para él, andar por el mundo sería similar a andar por la mente.
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Críticas al solipsismo
A pesar de que, ciertamente, de lo único que podemos estar seguros es de nuestra propia existencia individual, lo cierto es que existen muchos argumentos que echan a tierra las ideas solipsistas. Una de ellas es la existencia del sufrimiento: si en realidad es una creación individual ¿por qué alguien se encargaría de crear un sufrimiento para sí mismo?
Otra sería la existencia del lenguaje: ¿para qué necesitamos tener un sistema de comunicación para usarlo con otras personas si éstas no existen fuera de nuestra mente?
Otro de los argumentos para criticar el solipsismo es la idea de la muerte, sea natural o provocada por otra persona. Ante esto, es inevitable la pregunta de si qué le pasa a la mente luego del fallecimiento ¿sobrevive o se va con el cuerpo? Y si somos asesinados, ¿acaso el ataque es real o imaginario? ¿Por qué nos creamos/imaginamos el final de la vida? ¿Qué sentido tiene que nos asesine algo que es producto de nuestra mente?
La existencia del dolor es muy difícil de justificar si fuera que nosotros somos los únicos creadores de la realidad. Ante tal crítica, los solipsistas sostienen que, en realidad, el dolor que nos “provocamos” nosotros mismos tiene una finalidad, ya sea como una especie de karma inconsciente o bien una búsqueda de sentir emociones nuevas y, así, sentirnos vivos. Algunos solipsistas son directamente negacionistas del dolor y la muerte, que no existen, defendiendo que son las personas ajenas al solipsismo quienes creen en estos fenómenos por verse sometidas a diferentes imposiciones socioculturales.
Otro contraargumento a las críticas hacia los solipsistas, tanto relacionada con el dolor como con el lenguaje, es la necesidad de no aburrirse. Así es, parte de los solipsistas defienden que tanto el dolor como la comunicación surgen para que no sintamos tedio. Mientras que los detractores del solipsismo sostienen que el lenguaje sirve para comunicarse con otros humanos, como los solipsistas no admiten la existencia de los demás, ellos defienden que nos sirve para entretenernos, imaginándonos a otras personas y conversando con ellas.
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Algunos ejemplos de solipsismo
Como punto final, vamos a hablar de algunos ejemplos propiamente solipsistas extraídos del cine y la literatura.
La vida es sueño (Calderón de la Barca, 1635)
En esta obra del escritor español se nos habla de Segismundo quien, al estar encerrado en una torre durante toda su vida y sin contacto real con el exterior, se pregunta si el mundo que ve a través de la ventana es real o, por el contrario, invención de su propia conciencia para evadirse de su triste realidad.
La hormiga eléctrica (Philip K. Dick, 1969)
Este cuento de ciencia ficción tiene como protagonista a Garson Poople quien, tras sufrir un accidente de tráfico, se despierta y comienza a vivir cosas extrañas. Le falta una mano, se ha convertido en una hormiga eléctrica y robótica, y su realidad parece que se va creando a través de una cinta microperforada ubicada en su tórax. Garson cree que toda su realidad es inventada y que lo único real es él mismo.
Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997)
Esta película es protagonizada por César, un joven rico y guapo, suertudo por poder tener todo lo que quiere. Sin embargo, un día su vida cambia 180º al sufrir un accidente de tráfico que le desfigura la cara y en el que muere una chica. A partir de entonces, su vida va volviéndose un infierno, perdiendo su belleza y a su novia. Para evadirse de tan trágico destino, César va creando una realidad paralela en la que es feliz, pero que al final hará que no sea capaz de distinguir entre lo real y lo que no. César se da cuenta de que todo lo que existe, en realidad lo ha creado su mente.
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