Economía de fichas: qué es y cómo se utiliza en terapia y en la educación

Este método de modificación de la conducta es muy utilizada en niños, niñas y algunos pacientes.

Adquirir hábitos, eliminar determinados comportamientos o generar cambios en la forma de actuar… En ocasiones modificar la conducta propia o ajena puede ser complicado, especialmente en niños y niñas.

Afortunadamente la psicología y otras disciplinas han trabajado desde diferentes corrientes teóricas técnicas que permiten que las personas introduzcan cambios en su manera de comportarse. Una de las técnicas empleadas con este fin es la economía de fichas.

Economía de fichas: Un método de modificación de conducta

La economía de fichas es una de las técnicas de modificación de la conducta, las cuales pretenden producir un cambio en el comportamiento del sujeto a tratar o bien implementar o desvanecer conductas concretas. Este tipo de técnicas se basan en la creencia de que el comportamiento puede ser modificado a partir del aprendizaje de nuevas acciones, y son muy utilizadas para educar o intervenir sobre trastornos, y también en el ámbito educativo con niños y niñas.

La técnica de la economía de fichas se basa en el concepto del reforzamiento propio del condicionamiento operante de B. F. Skinner. Esta teoría indica que el hecho de emitir o no una conducta depende de las consecuencias de dicha acción que son percibidas. Si estas son positivas tenderemos a repetir la conducta ante la previsión de más refuerzo, mientras que si son negativas disminuiremos su frecuencia o eliminaremos la conducta de nuestro repertorio.

Así, mediante la economía de fichas se trata de crear un contexto en el que exista un gran margen de maniobra para recompensar ciertas acciones y desincentivar otras, con un alto grado de precisión. A través de la generación de entornos que predispongan a las personas de una manera u otra, se les ayuda a adoptar e interiorizar esas pautas de comportamiento y reproducirlas en su día a día en otras situaciones. Dicho de otro modo, se diseña un espacio en el que la persona va entrenando determinadas maneras de comportarse a la vez que se cuenta con apoyo profesional, para luego aplicar esa manera de comportarse en otras situaciones sin tener ayuda directa.

¿Cómo se utiliza?

El procedimiento a emplear en esta técnica se basa en el intercambio. La emisión de la conducta objetivo se verá recompensada con un reforzador generalizado en forma de fichas, que posteriormente puede ser intercambiado por reforzadores apetecibles para el sujeto.

La realización de la conducta se controla mediante algún tipo de sistema de registro. Las fichas en sí son un estímulo neutro, sin valor para el sujeto hasta que conoce su vinculación con la obtención de reforzadores. De este modo, se usa el refuerzo positivo para recompensar por la realización de las conductas que queremos incentivar; es importante que esto suceda sin dejar que pase mucho tiempo desde que ocurre esa acción y es recompensada.

Hay que tener en cuenta que esta técnica es de gran utilidad para modificar conductas ya presentes en el repertorio del sujeto, implementar nuevos comportamientos o desvanecer conductas mediante la recompensa de acciones incompatibles, o bien mediante la retirada de fichas entregadas previamente.

Sin embargo, la economía de fichas solo es útil si queremos introducir modificaciones en unas pocas conductas concretas, o de lo contrario que las modificaciones se realicen de forma muy gradual y negociando de antemano con el niño, niña o paciente el progreso que se debe ir realizando.

Economía de fihas en la educación

Fases del procedimiento

La economía de fichas es una técnica de fácil aplicación, pero que requiere seguir una serie de etapas para poder ser aplicada correctamente. Concretamente podemos encontrar tres fases diferenciadas, si bien en ocasiones se consideran reducibles a una fase de implantación del programa y otra de desvanecimiento de éste.

1. Fase de establecimiento del programa

El primer paso para poder aplicar esta técnica pasa por explicar y establecer junto al individuo a tratar el procedimiento que se va a llevar a cabo.

Para que esta técnica sea efectiva el sujeto debe ser capaz de comprender el concepto de ficha, y para qué sirve. Se muestran las fichas que se van a emplear y se ayuda a la persona a comprender que estos elementos van a ser utilizados como objetos intercambiables por determinados reforzadores.

Así, volvemos la ficha algo deseable por sí mismo y despertamos el deseo de obtenerlo. Si es necesario se puede ejemplificar dándole al individuo fichas para que las pueda intercambiar por algún elemento que pueda ser eficaz como reforzador, mostrando el funcionamiento básico y el significado de estos símbolos intercambiables. Se podría considerar este procedimiento como una subfase, el muestreo de la ficha como reforzador.

Posteriormente se indica al sujeto que obtendrá una cierta cantidad de fichas por cada vez que lleve a cabo una conducta, o bien si durante cierto periodo de tiempo ha realizado o evitado una conducta concreta.

Se especifica también si existe algún tipo de coste por hacer lo contrario a lo pretendido. Además, se pactan los reforzadores a obtener con las fichas y se establece el valor de cada una ellos, condicionando su obtención a la realización o no realización de determinadas conductas.

Por último, se establece y elabora un sistema con el que poder registrar las acciones de la persona a lo largo del tiempo.

2. Puesta en marcha del programa

Una vez establecido qué se va a hacer, llega el momento de ponerlo en práctica. Se realiza un seguimiento de la actuación del niño, niña, estudiante o paciente, otorgándole fichas (o quitándoselas en el caso de que haga conductas prohibidas, según si se aplica o no el costo de respuesta) según se vaya registrando la conducta.

Se recomienda que al menos al principio se recompense cada conducta emitida inmediatamente, de forma que se fije el funcionamiento del sistema, si bien con el tiempo las recompensas se irán postergando. Además es recomendable que de los posibles reforzadores solo haya disponibles unos pocos, de manera que el deseo de los aún no disponibles permita que la conducta se mantenga en el tiempo.

3. Fase de finalización

En la última fase, que va a cerrar el programa, se va a proceder a hacer un "desmantelamiento" del sistema de economía de fichas hasta su finalización.

Según el sujeto va aumentando el dominio y la práctica en la conducta objetivo, poco a poco se va ir comenzando a aumentar el número de fichas requeridas para lograr los reforzadores, a la vez que se reducen las fichas ganadas por cada conducta realizada, se endurecen los requisitos para obtener las fichas y/o se aumenta el periodo que tardan en entregarse.

Con el tiempo, el programa en sí deja de aplicarse, teniendo el sujeto ya establecida la conducta. Sin embargo, los cambios deben ir siendo informados al individuo, de modo que no se produzca un rechazo y una reacción de eliminación de la conducta buscada o recrudecimiento de la que se pretendía disminuir.

Ámbitos de aplicación

La técnica de la economía de fichas puede emplearse tanto en formato individual como colectivo, pero siempre va a ser necesario ajustar y acordar tanto las conductas a ejecutar como los reforzadores que se pueden conseguir según las necesidades de los individuos o grupo. Puede utilizarse para nivelar y estandarizar un ambiente determinado, permitiendo su reorganización.

La economía de fichas tiene un gran número de ámbitos de aplicación. Inicialmente fue empleada para motivar a pacientes con trastornos mentales a actuar de un modo más competente y adaptativo. En el ámbito de la clínica, pues, puede usarse para enseñar a los pacientes con trastornos (por ejemplo, los Trastornos del Espectro Autista) a combatir su sintomatología mediante el cambio conductual.

También puede servir en el ámbito educativo, donde de hecho es utilizada frecuentemente, especialmente en escuelas de primaria, o directamente en hogares como herramienta para educar a hijos e hijas. Utilizado en colegios, permite que éstos se esfuercen por actuar de manera que consigan el reforzador, ayudando a mejorar el comportamiento. Pero no solo se aplica en la escuela o en la clínica, sino que también puede usarse a nivel particular para conseguir cambiar los hábitos.

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