Como bien indica el propio término, el cuidado de las necesidades básicas de los niños es fundamental para su adecuado desarrollo físico y para su salud. De igual manera ocurre con las necesidades psicológicas.
Los humanos somos seres sociables por naturaleza: necesitamos de forma imprescindible el cariño, apoyo, y cuidado de los demás para garantizar nuestro bienestar psicológico, e incluso físico. Y es que nuestro afán por relacionarnos es en realidad una manera natural de garantizar nuestra supervivencia al acercarnos al resto de la sociedad.
¿Y cuándo es más necesaria la ayuda de nuestro entorno para nuestra supervivencia? Cuando éramos pequeños. ¿Y de quién dependemos a estas edades? De nuestros padres (o de otros cuidadores en su defecto).
Imaginaos el impacto que tiene sobre nuestro bienestar el que nuestros protectores principales no cumplan sus funciones de cuidado y cariño. Si no quieres quedarte solo en la imaginación, sigue leyendo este artículo, en el que veremos los efectos psicológicos del abandono físico y emocional en los niños.
¿Qué se considera abandono infantil?
El abandono infantil sucede cuando las necesidades básicas y afectivas de un/a niño/a son descuidadas o ignoradas por completo por sus cuidadores (que generalmente son los padres). Está reconocido como una forma de maltrato infantil, en concreto por omisión.
Esto incluye un amplio abanico de situaciones en las que hay maltrato que solo tienen en común el daño a nivel físico, emocional, social y/o cognitivo en el/la menor. Dentro del abandono infantil podemos distinguir dos categorías: el abandono físico y el abandono emocional.
El abandono físico ocurre cuando hay un distanciamiento físico entre el/la niño/a y sus cuidadores, o una falta de atención y vigilancia hacia el/la menor que implica no cubrir sus necesidades básicas: alimentación, higiene, vestimenta, protección, vigilancia, educación y cuidados médicos.
En contrapartida, el abandono emocional se produce en consecuencia de una falta persistente de interacción entre los progenitores y el/la pequeño/a, la insuficiente estimulación hacia el/la niño/a y la ausencia de respuesta por parte de los cuidadores a los intentos de aproximación y afecto del menor. De esta manera, es posible que los padres estén presentes, pero no dediquen la suficiente atención a sus hijos.
Algunos de los ejemplos más notorios de las señales del abandono infantil son estar desaliñados o malolientes, aparecer con lesiones frecuentemente (moratones, fracturas, arañazos…), llevar ropa estropeada o desajustada al clima, estar desnutridos, dormirse en clase y lugares públicos, etc. Sin embargo, las consecuencias de este tipo de maltrato no se limitan a síntomas físicos, sino también psicológicos.
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¿Qué efectos psicológicos tiene en los niños el abandono?
El cuidado de sus necesidades básicas y el afecto son esenciales para el desarrollo psicológico de los niños (y también de los adultos). Si los padres no les aportan estas atenciones, los menores no podrán sentirse seguros ni crecer de forma feliz, lo cual tiene graves repercusiones a nivel psicológico. A continuación, os mencionamos algunas de ellas.
Baja autoestima
La autoestima es la valoración que hacemos sobre la percepción que tenemos de nosotros mismos. Esta depende en gran medida de nuestras propias experiencias a lo largo de toda la vida, incluyendo las opiniones, acciones o ausencia de estas que recibamos de las personas de nuestro entorno.
Cuando somos pequeños, nuestros padres son las personas más importantes que hay en nuestras vidas y en las que solemos depositar toda nuestra confianza. En los casos de abandono infantil, esta confianza se ve traicionada, provocando una sensación de inseguridad y rechazo.
De esta manera, la autoestima se ve especialmente vulnerada en los casos de maltrato, ya que empieza a formarse en esas edades. Si las personas de las que esperamos más cariño y cuidado no nos lo dan, es porque hay algo malo en nosotros, ¿no? Los niños también son capaces de llegar a estas conclusiones, por desgracia, y ya parten con una mala base de autoestima.
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Problemas en las relaciones presentes y futuras
El propio abandono parental y la baja autoestima provocan que los niños tengan problemas serios a la hora de relacionarse. De partida, los niños son lienzos en blanco, al mismo tiempo que son esponjas, de manera que aprenden con facilidad lo que ven en su entorno cercano, incluida la forma de relacionarse. Si sus padres hacen caso omiso a sus necesidades y emociones, lo más probable es que ellos también aprendan a ignorar a los demás.
Al mismo tiempo, pueden tener miedo al abandono a raíz de haberlo sufrido, el cual generalizan a todas las relaciones. A raíz de este miedo, pueden pasar dos cosas. La primera es desarrollar dependencia emocional con aquellas personas con las que logran tener un vínculo afectivo. Por ejemplo, si uno de los dos padres no les ha abandonado, generarán dependencia hacia él/ella. Esto implica que no querer separarse de esta persona y sentirse inseguras tanto cuando no están con él/ella como en la propia relación.
La otra opción es que solo se permitan a sí mismos tener relaciones superficiales. La premisa con la que llegan a esta opción es que si la relación no es lo suficientemente importante ni vinculante, provocará menos daño cuando ocurra el abandono. Este hecho, además, está garantizado con la primera consecuencia que hemos mencionado a nivel relacional: el no ser atento/a con las necesidades de los demás.
Depresión, ansiedad y/o otros problemas emocionales
El daño psicológico causado por el maltrato infantil por omisión provoca emociones desagradables. Cuando estas emociones y las situaciones que las provocan se perpetúan, es fácil que se desarrollen problemas emocionales, como la depresión y ansiedad.
Se suele decir que la ansiedad es el miedo a estar en una situación problemática y no tener los recursos suficientes para afrontarla. Mientras tanto, la depresión es la resignación angustiosa ante estas situaciones problemáticas, por haber intentado ya afrontarla en repetidas ocasiones, pero no haber conseguido superarla.
Teniendo en cuenta que sus aprendizajes de gestión de problemas y emocional son mayormente en casa, estos niños no tienen las herramientas ni la seguridad para resolver las situaciones problemáticas.
Retraso en el desarrollo evolutivo
De la misma manera que no aprenden a gestionar problemas ni sus propias emociones, tampoco aprenden aspectos fundamentales en el desarrollo evolutivo de todas las personas. Por ejemplo, si los cuidadores apenas interactúan con el/la menor, lo más probable es que termine desarrollando problemas graves en el habla.
Como hemos visto, los niños aprenden por imitación, y si se tienen que esperar a entrar a la edad escolar para poder empezar a hablar, ya van tarde. Además, el cerebro humano está diseñado para aprender y desarrollarse en tiempos concretos, de manera que si no se aprende a una determinada edad, va a ser bastante complicado que aprendan funciones básicas más tarde.
Blanca Ruiz Múzquiz
Blanca Ruiz Múzquiz
Psicoterapeuta de Familia y Pareja
Estas y otras consecuencias en la etapa adulta
Todos los problemas que los niños sufren por el abandono infantil se pueden perpetuar si no se interviene a tiempo. De esta manera, hay muchísimos adultos que tienen dificultades para identificar y gestionar sus emociones, presentan dificultades de adaptación y falta de flexibilidad, son dependientes emocionalmente de sus relaciones y son personas inseguras con baja autoestima. Todos estos componentes son predisponentes a sufrir trastornos psicológicos.