Aunque suene un poco raro, ¡a dormir también se aprende! Y es que, como otras conductas, se trata también de un hábito, esencial para el desarrollo de los más pequeños. Así, es importante que los niños aprendan a dormir solos, en su cama.
Ahora bien, en muchas familias hay una preocupación que se repite una y otra vez: "¿qué ocurre si mi hijo tiene miedo de dormir solo?". En este artículo contestamos a estas y otras cuestiones, y te damos pautas para afrontar este reto, ¡sigue leyendo!
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Mi hijo tiene miedo de dormir solo y me preocupa
Durante la infancia, y en plena etapa de desarrollo, los niños y niñas aprenden una serie de hábitos y conductas que reforzarán poco a poco su autonomía. Entre estos hábitos encontramos el hecho de dormir solo, ya que, esta conducta también se aprende.
Lo ideal es que desde pequeños aprendan a dormir en su propia cama; es decir, ya desde bebés, deberían tener su propia cuna, y los padres acostumbrarse a llevarlos a dormir siempre en ella, y no en la suya propia (de los padres).
Si bien es cierto que cuando educamos debemos ser también flexibles, y que en ocasiones, el niño o la niña acaba durmiendo en la cama de los padres (porque está enfermo, tiene pesadillas, miedos, etc.), esto deberían ser actos puntuales, ya que cuanto más tiempo tarde en dormir 100% en su cama, más difícil será que se acostumbre a ello.
Así, el dormir solo es un hábito de autonomía que se aprende con el tiempo, y los padres deberían tener un papel activo en esta buena práctica.
El hecho de que el niño o la niña se acostumbre a dormir en la cama de sus padres, puede originar el siguiente problema: tener miedo de dormir solo/a. Por suerte, es algo en lo que se puede trabajar, y por ello en este artículo veremos una serie de pautas para que tu hijo/a acabe durmiendo solo/a, en su propia cama y sin miedo.
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Pautas para fomentar el dormir solo/a en la infancia
Para que nuestro hijo pierda el miedo a dormir solo, deberemos aplicar una serie de pautas a la hora de ir a dormir, que fomenten su autonomía y reduzcan su ansiedad.
1. Establece una rutina
Los niños, al igual que los adultos, necesitan rutinas y pautas a la hora de ir a dormir (higiene del sueño), ya que esto, además de facilitar el sueño, nos ayudará a potenciar la autonomía y seguridad de nuestros hijos a la hora de dormir solos.
Así, lo ideal es que se acostumbren a dormir en su propia cama, y a la misma hora aproximada. Si vienen a nuestra cama, deberemos acompañarlos a la suya, las veces que haga falta. Lo ideal es que no entremos en debates o discusiones con ellos. Antes, deberemos explicárselo con claridad (siguiente punto).
Las rutinas ayudan a reducir la ansiedad de los niños, a estructurar su día a día y su tiempo. ¿Qué debe incluir la rutina de antes de ir a la cama? Algunas ideas son: limpiar los dientes, un cuento o una canción, una ducha caliente, un vaso de leche, mimos, etc. Todo esto nos ayudará a educar el sueño de nuestro/a hijo/a.
2. Explícale bien las cosas
Dependiendo de la edad de nuestro hijo, deberemos adaptar nuestro lenguaje a su entendimiento; en el caso de que ya esté en una edad para razonar y entender, le explicaremos que ya es mayor para dormir solo, y que no puede dormir en la cama de papá y mamá (o de uno de los dos).
Le explicaremos que, en caso de que venga, tendrá que volver a su cama (acompañándole o no, dependiendo de su edad).
3. Que duerma en el mismo sitio
Aunque esta pauta también formaría parte de las rutinas, la incluimos aquí por tratarse de un punto importante. Así, lo ideal es que nuestro hijo tenga una habitación y una cama en la que dormir (siempre la misma), y que evitemos los cambios innecesarios, ya que esto dificultaría el proceso.
4. Cuida las condiciones ambientales
La habitación debe ser tranquila, sin ruidos molestos, y la cama y el colchón, adecuados a su edad, altura y peso. Además, la temperatura también debe estar controlada (una temperatura ambiente, ni mucho frío ni mucho calor).
5. Refuérzale cuando duerma solo
Otro aspecto muy importante es reforzar todas aquellas noches en las que el niño ha sido capaz de dormir solo, sobre todo las primeras (cuando pasa un tiempo ya no es necesario). Así, podemos reforzarlo con un elogio, con un abrazo, con un gesto, con un pequeño premio, etc.
¿A qué edad dormir solo/a?
Después de todo lo comentado (o incluso antes), puede surgirnos la siguiente pregunta: ¿A partir de qué edad es recomendable que nuestro/a hijo/a duerma solo/a?
Aunque cada niño es un mundo, y se tendrá que ser flexible con ello, lo cierto es que a partir de los 3 años, lo ideal es que el niño ya duerma solo y de forma autónoma (sin necesidad de acudir a la cama de los padres a media noche o que directamente duerma con ellos). El hecho de que este proceso se retrase, podría dificultar la autonomía y seguridad del niño y que este adquiriera cierto miedo a dormir solo.
¿Qué hacer ante las pesadillas?
Muchas veces los niños sufren pesadillas o terrores nocturnos, un trastorno del sueño diferente a las pesadillas. Esto puede generarles cierta ansiedad y temor a dormir solos, y es totalmente comprensible y normal. Sin embargo, nuestro papel como padres deberá ser tranquilizarlos cuando esto ocurra, pero que no se convierta en un obstáculo para que duerman solos.
El objetivo es que el niño aprenda a superar estos miedos y a “tolerar” las pesadillas en caso de que ocurran. Además, también existen técnicas para tratar las pesadillas o los terrores nocturnos, como por ejemplo la terapia de ensayo en imaginación (en inglés, Imagery Rehearsal Therapy) (IRT), muy utilizada para las pesadillas.
Por otro lado, cuando el niño se despierte gritando o llorando porque ha tenido una pesadilla o un terror nocturno, podemos acudir a su cama para tranquilizarlo, pero evitando que venga a dormir con nosotros (sobre todo cuando el niño ya empieza a “ser más mayor”).
Consecuencias de (no) dormir solo/a
El hecho de que nuestro hijo no aprenda a dormir solo, o se demore esta etapa tan necesaria para su desarrollo, puede conllevar una serie de consecuencias negativas para su bienestar. Estas afectan a su desarrollo, y van desde dependencia emocional hacia los padres (excesiva), hasta inseguridades o dificultades para desarrollar otras tareas que fomenten su autonomía. No solo hemos de tener en cuenta las consecuencias negativas de que nuestro hijo duerma (aún) con nosotros, si no también las consecuencias positivas que tiene el hecho de que duerma solo en su cama.
De esta manera, educando en el sueño también educamos en la autonomía, y potenciamos aspectos tan importantes en su desarrollo como: autoestima, seguridad, independencia, etc.
Referencias bibliográficas:
- Rodríguez, AS & BR García. (2005). Hábitos de sueño en la revisión del niño sano. Bol Pediatr, 45: pp. 17 - 22.
- Newman, BM ,Newman PR, Villela, XM, Perez, RR. (1991). Manual de psicología infantil. México: Ediciones Ciencia y Técnica.
- NV Sirerol, IK Amin, TM Rodríguez, CS Frutos. (2002). Hábitos del sueño en niños. Anales de Pediatría, 57(2): pp. 127-130.