¿Qué ocurre con la salud mental de nuestros hijos?

Reflexionamos sobre los problemas de salud mental actuales en la infancia y la adolescencia.

¿Qué ocurre con la salud mental de nuestros hijos?

El periodo de la adolescencia es crucial para el desarrollo de nuestros hijos y el bienestar emocional es determinante para su salud. Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que uno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años padece algún trastorno mental. El 50% de los trastornos mentales se inician antes de los 14 años y el 75% de los problemas de salud mental, antes de los 18. Y en la mayoría de los casos, esos problemas o no se detectan o no reciben el tratamiento debido.

En los últimos años ha aumentado tanto el número de consultas relacionadas con la salud mental de los adolescentes como la complejidad de estas. Acuden por problemas emocionales y conductuales, síntomas de depresión, ansiedad y pensamientos de suicidio.

Roger Ballescà, coordinador del Área de Salud Mental Infantil y Juvenil del Hospital Sagrat Cor de Martorell, apunta que “los jóvenes se atreven a consultar más, pero hay un contexto social complicado y no amigable para la infancia y adolescencia. Hay mucha ansiedad, problemas de conducta, problemas relacionados con el cuerpo (autolesiones) y de conducta alimentaria. También acuden por problemas afectivos y depresivos”.

Una ayuda al alcance de pocos

Pese a tener datos que constatan la fragilidad de la salud mental de nuestros adolescentes, muchos de ellos no reciben la ayuda profesional necesaria por falta de medios. Ballescà, quien también es docente en el Máster de Terapia Estratégica e Integradora de Nus Agency, así lo constata: “Los tratamientos psicológicos cada vez tienen una mayor efectividad. Pero a menudo, el problema es la falta de recursos y de tiempo. Sobre todo, cuando hablamos de salud pública.

Los centros de salud mental, que ya estaban saturados, tras la pandemia todavía están más sobrepasados y cuesta tener espacio, tiempo y conocimientos para llegar a todas las personas. Estamos en un país donde, todavía, hay una brecha en el acceso a salud pública mental entre los que se pueden permitir acceder a recursos de salud mental mejores y los que no pueden permitírselo”

Generación de cristal: una etiqueta injusta

Años atrás se bautizó como "generación de cristal" a las personas jóvenes nacidas a finales de la década de 1990 y principios de los 2000, percibidas como más frágiles emocionalmente en comparación con generaciones anteriores. Se dice que son más sensibles a la crítica, menos tolerantes a la adversidad y más propensas a experimentar ansiedad o estrés en respuesta a desafíos emocionales o situaciones difíciles.

Esta idea ha sido objeto de debate, y algunos argumentan que la percepción de la "generación de cristal" puede ser exagerada o simplista. Se sugiere que los cambios en la crianza, la tecnología y la sociedad en general pueden influir en cómo las personas jóvenes enfrentan los desafíos emocionales, y que estas percepciones pueden no reflejar completamente la diversidad y la resiliencia de la juventud actual.

El especialista catalán en salud mental juvenil es uno de los que rechaza esa etiqueta: “Decir que la generación actual es de cristal es absolutamente injusto porque si hay alguien que ha percibido que los adolescentes son de cristal somos sus adultos referentes. Más bien somos nosotros los que percibimos a los adolescentes como si fueran de cristal y los tratamos como si no supieran hacer nada o como si no pudieran enfrentarse a las frustraciones. Y eso los acaba convirtiendo en personas potencialmente más incapaces de hacer las cosas. Hablamos mucho de la falta de tolerancia a la frustración de los jóvenes cuando, en realidad, los que realmente tenemos muchas dificultades para tolerar las frustraciones de nuestros hijos somos los adultos”.

Acompañamiento y comunicación

Una preocupación frecuente para los padres hoy en día es conseguir mantener una comunicación fluida, afectiva y efectiva con sus hijos. Quieren que sus hijos tengan suficiente confianza para que compartan sus inquietudes y preocupaciones, pero en ocasiones, lo intentan desde una posición incorrecta. “Para que nuestros hijos nos expliquen cosas, tienen que percibir que estamos dispuestos a escuchar. A menudo, cuando los niños se atreven a explicarnos su sufrimiento tenemos la tendencia de hacer algo para que no sufran y no a hacer algo para entender de dónde proviene ese sufrimiento y darles herramientas para que lo resuelvan”.

La influencia que ejerce el entorno digital en los jóvenes tampoco ayuda a una socialización sana ni a lograr equilibrio emocional. La vorágine de las redes sociales avanza a costa de la salud mental de nuestros adolescentes. Roger Ballescà tiene muy clara la manipulación a la que se está sometiendo a la juventud: “Asistimos a la mercantilización absoluta de la infancia y adolescencia. Los niños y adolescentes que deberían estar en el centro de nuestra atención, solo lo están cuando se trata de venderles alguna cosa. Ha faltado un buen acompañamiento a nuestros hijos en el descubrimiento del mundo digital”.

Podemos promover la salud mental de los adolescentes de diferentes formas: con una comunicación abierta y escucha activa, enseñándoles a identificar signos de posibles problemas para pedir apoyo profesional en caso necesario, educándoles para adquirir hábitos de autocuidado, ayudándoles a fomentar relaciones saludables y limitando el uso de tecnología.

Al brindar apoyo emocional, educación y acceso a recursos, podemos ayudar a los adolescentes a desarrollar habilidades para afrontar los desafíos que se encontrarán por el camino. Pero el primer desafío está en las familias y en aceptar la responsabilidad de acompañar, escuchar y apoyar a una generación mucho más fuerte de lo que pensamos.

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NUS Agency. (2024, marzo 5). ¿Qué ocurre con la salud mental de nuestros hijos?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/que-ocurre-con-salud-mental-de-nuestros-hijos

Centro de formación

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