El cambio es un hecho, lo registremos o no. Ser conscientes de ese cambio es un desafío que debemos afrontar. Mantener nuestro presente en observación es un paso a la salud. No perder de vista y registrar las manifestaciones y las modificaciones de nuestras conductas, es la posibilidad de realizar una transformación favorable.
Estamos transitando un cambio en la idea tradicional del trabajo y de las ocupaciones. Las nuevas generaciones y la pandemia trajeron habilidades nuevas a las que tuvimos que adaptarnos o quedar relegados.
La digitalización de los procesos laborales con la necesidad de agilizarlos, las diferentes formas de realizar los cobros y pagos, la firma digital, el uso casi total de la computadora hasta para atender cuestiones de salud y el dejar de realizar contactos en forma presencial ya son realidad y presente. Hoy la pregunta es: ¿online o presencial? Algo que hace pocos años era impensable. Así se dan los cambios, con velocidad y sorpresa, de manera tal que debemos agilizar nuestra mente y recrear habilidades. Todo es diferente y llega más.
Es tan así que surgen nuevas conductas, tanto como nuevas patologías. Hablamos de la ecoansiedad, de síntomas físicos referidos al uso de los ordenadores, problemas posturales, de visión, patologías propias del estrés y del ámbito laboral, el que no queda por fuera de estos efectos, así se presenta el quiet quitting o renuncia silenciosa. Una conducta que se asocia a las nuevas generaciones, pero no es tan así; se visualiza con más claridad en los millennials, pero esta forma de conducirse también la adhieren gentes de todas las edades.
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Quiet quitting
La renuncia silenciosa no es ni más ni menos que el producto de la combinación entre el estrés sostenido y el burnout. Este último se encuentra referido a los síntomas propios del desgaste laboral que conlleva manifestaciones como ansiedad, cansancio, desconcentración o desgaste mental.
En un inicio se asoció a los trabajadores de la salud, se refería a los efectos físicos y psíquicos que se encontraban en el personal de atención primaria o de terapia intensiva, por ejemplo médicos, enfermeros y en los trabajadores de la salud mental se asoció a la sobrecarga en consultas y demandas.
Hoy ya no se encuentra circunscripto a un solo grupo definido, que, si bien es amplio, ya se ha expandido al de la oficina y las empresas que están por fuera de esos sectores. El quiet quitting se extendió a todas las personas que ocupan cargos de trabajo.
La valorización de los momentos de la vida a partir de lo volátil que resultó la misma durante la pandemia, causó una respuesta que en sí mismo es la reacción al miedo de la finitud y lo efímero de la vida.
La intención de resignificar el miedo y encontrar una forma de controlar cómo se escapa el tiempo, llevó a una forma de solución a medias, diría que es una solución de transacción entre lo que siento y cómo solucionarlo. En otras palabras, esta solución transaccional no es más que un nuevo síntoma social y que como tal llama a ser escuchado y tratado.
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Nuevas maneras de entender el malestar laboral
Hoy en día el estrés es un tema de salud pública. Vivimos de manera tal que nos sentimos en estado de alerta casi todo el tiempo.
La guerra, el imprevisto, el volver a transitar una y más veces los errores del pasado con la tristeza de no haber aprendido. Las crisis económicas, la inseguridad social, la inconsistencia de los gobiernos, el descuido sobre cómo tratamos los recursos naturales y la mala atención sobre la salud de la población en general, lleva a que vivamos esperando un ataque y así lo recibe nuestra delicada anatomía. Crecen las enfermedades autoinmunes, cardiacas, alergias etc. Todo ello producto de mantener a nuestro cuerpo y nuestra mente a la continua exposición del estrés.
Así buscamos salidas, aquellas más a mano como el alcohol, las drogas, fiestas descontroladas y otras no menos peligrosas como la renuncia silenciosa. Pero no por silenciosa es menos dañina, y la equiparo porque en las diferentes salidas, de lo que hablamos es de evasión y no de solución. Enarbolando derechos no nos dedicamos a encontrar las razones y solucionarlas de manera adulta siendo conscientes que lo que se necesitan son cambios en la forma de ver y de resolver.
Buscamos salidas a mano, pero no soluciones de base, cuando lo que está claro es que se vienen más cambios y que debemos estar preparados psíquicamente para llevarlos a cabo de manera saludable.
El quiet quitting no es ni más ni menos que lo que en algún momento fue el llamado trabajo a reglamento, es decir, responder al trabajar por lo que me pagan, y esto no está mal, de ninguna manera, lo que sucede son los inconvenientes que surgen, debido a que en general y hasta ahora, las tareas por las que se nos paga no se encuentran claramente definidas. En algunas profesiones, sobre todo las que están relacionadas al riesgo de la vida de las personas, no sabríamos cómo limitarlas, de forma tal que el tema merece una revisión un poco más precisa tanto de los empleos como también de los salarios.
Desde la psicología de las organizaciones sabemos que los empleados que mejor ejercen su trabajo son los que perciben que su labor, la tarea por la que fueron convocados, se encuentra en una justa relación con las retribuciones que reciben, tanto monetarias como de otro orden. Esta autopercepción es más amplia cuando un empleado recibe planes de carrera, progreso en su trabajo, flexibilidad laboral, remuneraciones o bonos extras... evaluará de manera diferente su trabajo y sus decisiones a la hora de rever su destino en la empresa o su salida, sobre otros que se encuentran fuera de esos estímulos. Estos no son más que reconocimientos a su tarea. El reconocimiento a la tarea, la conexión y empatía de parte de sus jefes, sea en el nivel que sea, es una condición clave a la hora de evaluar lo que puedo dar y si quiero hacerlo.
La comprobación de que se está dando más de lo que se recibe trae resentimiento y sentimientos de opresión.
La deficiencia en las políticas públicas, empresariales y gubernamentales no permite el desarrollo para la expresión sensata y adulta de estos sentimientos, y trae respuestas del orden de la renuncia silenciosa, además de generar entre los mismos compañeros sentimientos de injusticia y de incomprensión desde los mandos superiores.
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¿Qué se puede hacer?
Es necesario un cambio en la dinámica empresarial para sanear la salud mental de los empleados, reducir las enfermedades producto del estrés como la hipertensión, la obesidad y el insomnio, entre otras. Todas patologías que aumentan exponencialmente en gente joven y que decididamente reducen el capital humano y generan entre otras cosas malestar la hora de permanecer en el lugar de trabajo generando el aumento de licencias por enfermedad y perjudicando a todos los involucrados. Es decir, es hora de tomar el problema de manera tal que su abordaje sea general y con una mirada abarcativa para darle salida.
La renuncia silenciosa no es más que el efecto de emociones y sensaciones que las personas no tienen la oportunidad de expresar y sanear con la palabra, por lo cual se manifiestan en hechos, y que dan como resultado un conjunto de personas infelices en su trabajo o en la forma en que se conducen en el mismo. Es cierto que la responsabilidad no es solo de la parte gerencial, también lo es de cada quien.
El tema merece una revisión consciente de por qué y para qué trabajamos, en que trabajamos y cual es la relación que establecemos con esta parte tan importante de nuestra vida, que cuando funciona bien nos hace fortalecer nuestro valor, estar felices, rendir mejor en casa y en el trabajo y entonces por el solo devenir de las cosas nos enaltece como sociedad.
Es un tema de gran implicancia social en su conjunto porque el cambio es continuo e inexorable y no queremos aplicar la regla darwiniana que sobreviva el más apto.
Creo que a estas alturas debemos cultivar la fraternidad y la empatía, ofrecer los medios para que todos podamos partir de las mismas oportunidades, luego se verá qué hace cada quien, con eso, pero ese es otro tema que vendrá después. La implicación en lo que nos pasa, el no mirar para otro lado, el participar, es deber de todos nosotros cada quien con lo que pueda, esa es la clave del cambio.
Encontrar medidas lógicas y estudiadas para lograr mejor producción, más fidelización a la empresa, mejor ambiente laboral y conexión con nosotros mismos en cuanto a cuál es el sentido del trabajo en nuestra vida, es tarea pendiente.
Es obvio que hay casos especiales que necesitan un tratamiento acorde, aquí en estas pocas palabras solo podemos enunciar y mostrar que la posibilidad real del bienestar es factible si nos dedicamos a ver a las personas como seres dolientes, emocionales y a veces sin herramientas para resolver los desafíos que la vida les impone.
Debemos intentar lograr implicarnos en lo que nos pasa, registrar nuestros sentimientos y emociones, nuestras condiciones particulares, pedir ayuda si es necesario y desde allí encontrar salidas reales y maduras, entendiendo que todos formamos parte del problema, pero también de la solución.
Silvana Weckesser
Silvana Weckesser
Magister En Psicología. Especialista en Clínica.Escritora
El trabajo conjunto entre todos los profesionales que puedan aportar ideas y respuestas frente a los nuevos flagelos que se presenten consecuencias de situaciones sociales de esta vida vertiginosa y no siempre justa, es parte de la solución e impedirá respuestas evasivas a los sentimientos que surjan del inevitable proceso de cambio que nos toque vivir.