En una sociedad en la que mostrarse duro e impertérrito es sinónimo de ser más válido y capaz, tener una sensibilidad extraordinaria puede suponer un estigma difícil de superar.
La alta sensibilidad es una característica más de la personalidad de una persona, que no la define en su totalidad, sino que explica una forma diferente de percibir el mundo. En este artículo explicaremos la esencia del rasgo y daremos unas claves básicas para poder gestionarlo de la manera más favorable posible.
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¿Qué es la alta sensibilidad?
La alta sensibilidad es un rasgo de la personalidad, normalmente hereditario, que se da en la misma proporción tanto en mujeres como en hombres.
Las Personas Altamente Sensibles (PAS) tienen un sistema nervioso más fino, capaz de detectar estímulos sutiles que pasan desapercibidos para el resto de las personas. Esta sensibilidad se produce tanto a nivel emocional como a nivel sensorial: sonidos, imágenes, olores, sensaciones físicas. Esta diferencia no se produce solamente en la detección de estímulos, sino también en la forma en la que el cerebro elabora la información que le llega, que parece ser mucho mayor en PAS.
Entre un 15 y un 20% de la población muestra este rasgo de la personalidad. Es hereditario, por lo que, al menos, uno de los progenitores poseerá también las características asociadas al mismo.
Las PAS son más sensibles a los sonidos, las luces, los olores, los pequeños cambios que se dan en el ambiente y en las otras personas. No les suelen gustar las multitudes y suelen sentirse agotadas después de largas jornadas tanto de trabajo como de ocio. Necesitarán tiempos más largos para descansar y recuperarse, de otro modo se sentirán agobiadas y sobreactivadas. Cuando esto se produce tienden a sentir angustia, a aislarse y pasar mayor tiempo en soledad. Por ello, se les suele considerar tímidas, débiles, poco sociales o neuróticas.
Es muy común confundirlo con trastornos de ansiedad, depresión e incluso con síndromes como el de Asperger, pero es importante aclarar que no es una patología ni un trastorno, se trata de una característica que conforma nuestro temperamento.
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Las cuatro características básicas que cumplen todas las PAS
El rasgo de la alta sensibilidad se empezó a estudiar hace relativamente poco tiempo y su pionera fue la Dra. Elaine N. Aron. En 1991 definió la alta sensibilidad y acuñó el término de Persona Altamente Sensible (PAS). Según ella, el rasgo se asienta en cuatro características básicas, comunes a todas las PAS:
1. Procesamiento profundo de la información
Capacidad para procesar grandes cantidades de información, comparándolas con experiencias previas u otros datos, lo que permite una reflexión más profunda de las cosas y llegar a conclusiones a las que otras personas no son capaces de llegar.
2. Sobreestimulación
Debido a la gran cantidad de inputs que les llegan, su cerebro es incapaz de procesarlos todos, por lo que se satura traduciéndose en falta de concentración, agotamiento mental y físico, dificultad para expresar emociones e incluso irritabilidad.
Esta característica es la más limitante para las PAS, ya que hace que estas personas tiendan a compararse con el resto del mundo y al ver que no pueden hacer lo que el resto sí puede, se sienten “bichos raros”, menos válidos, lo cual merma considerablemente su autoestima.
3. Emocionalidad intensa y empatía
Sienten más intensamente, lo que les hace estar en una montaña rusa emocional casi constantemente. Gran capacidad para conectarse más con el otro y sentir sus emociones como si fueran propias. Está demostrado que sus neuronas espejo presentan más actividad de lo normal.
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4. Sensibilidad a las sutilezas
Tienen una gran capacidad para captar detalles y cambios casi imperceptibles en el ambiente y en las otras personas.
Por todo ello, las PAS son más reflexivas, más prudentes, creativas, intuitivas, menos impulsivas y más orientadas hacia el interior. Esto lleva a pensar que son personas introvertidas y, es cierto, que no disfrutan entre grandes multitudes, ni en fiestas, pero sí les gusta contar con un pequeño grupo de amigos íntimos con el que compartir.
Por otro lado, existe un 30% de PAS socialmente extrovertidas, que tienen muchos amigos y disfrutan estando rodeadas de gente y conociendo a personas nuevas. Puede deberse a que han crecido en familias numerosas, con una gran vida social y que estén acostumbradas a estar rodeadas de personas, más o menos conocidas, a las que consideran continentes seguros.
Claves para gestionar el rasgo
Dado que este rasgo las va a acompañar toda la vida, es necesario aprender a vivir con él para sacarle el máximo rendimiento y no verlo como algo limitante que las separe del resto del mundo. Existen una serie de pautas orientadas a conseguir este objetivo.
1. Autoconocimiento
Conocer el rasgo, con sus cosas buenas y con sus inconvenientes y comprender cómo nos ha afectado en nuestra vida en general. Ser conscientes de nuestras fortalezas y aceptar nuestras vulnerabilidades para sacarles el mejor partido. Considerar el rasgo desde el prisma del autoconocimiento proporciona una visión reformulada del pasado que permitirá vivir el presente con mayor plenitud.
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2. Sanación
Sanar las heridas del pasado. Dejar pasar aquello que provocó daño y sufrimiento por no comprender esta forma diferente de sentir el mundo e intentar cumplir las expectativas de los demás.
3. Autocuidado y autocompasión
Como herramienta para gestionar el malestar que produce sentirse fuera de lugar. Para las PAS es muy importante el descanso, no solo físico, sino también mental. Una herramienta muy útil es la meditación, que permite estar con uno mismo en el momento presente. También una buena alimentación, hacer ejercicio, realizar actividades placenteras, estar en contacto con la naturaleza, el arte, la música.
Contar con personas que les proporcionen sujeción y seguridad y conocer los límites. Saber hasta qué punto pueden participar en la sociedad y cuando retirarse para no sufrir sobreestimulación. También conocer a otras PAS les puede ayudar a conocerse y comprenderse mejor y sentirse acompañados.
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Los niños altamente sensibles
Todas las PAS adultas fueron niños y niñas en algún momento. El entorno familiar puede ser un facilitador o no del rasgo. Es muy importante conocer a los hijos, comprender sus peculiaridades y aceptarlas. En entornos en los que la sensibilidad sea valorada positivamente, los niños se sentirán más acogidos, más seguros y con una mayor autoestima, por lo que sentirán el rasgo como algo favorable. También serán más conscientes de las desventajas y esto les ayudará a resolverlas de la manera más óptima.
Por el contrario, hay investigaciones sobre PAS que han vivido en ambientes más desalentadores, en los cuales no se comprendía ni se apoyaba el rasgo, que demuestran una mayor predisposición para los trastornos de ansiedad y de depresión. Han vivido intentando ser alguien que realmente no son para ser queridos, respetados y valorados y se han perdido a sí mismos en este camino.
En definitiva…
El rasgo no tiene valencia. No es ni positivo ni negativo en sí mismo. Que sea más o menos favorable dependerá de la vivencia de cada persona y de cómo esta lo gestione.
No todas las PAS son iguales. Aunque tengan características similares y cumplan con los cuatro pilares básicos, su forma de expresarse dependerá en gran medida de su historia de vida, del entorno, de sus experiencias y de otros rasgos de su personalidad.
No diría que es un don ni una maldición, sino una forma diferente de ver y sentir el mundo. El problema no es tener un rasgo como la alta sensibilidad o no tenerlo, sino la forma en la que se valora y se gestiona. Lo más importante es el autoconocimiento y la aceptación incondicional de lo que cada uno es.
Aún así, si surgen dificultades para comprenderlo o produce desasosiego o angustia, es positivo contactar con un especialista que ayude a resolver dichas cuestiones.
Autora: Lorena Carretero, psicóloga y psicoterapeuta de VALIA.
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