“La vejez existe cuando se empieza a decir: nunca me he sentido tan joven”
—Jules Renard
“Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”
—Pablo Picasso
“La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”
—Gabriel García Márquez
¿Cuál es el imaginario social del anciano desde la mirada del adulto?
Como primera medida, quiero reflexionar sobre el recorrido en el tiempo que fue haciendo la visión del anciano y cómo fue cambiando hasta llegar a la actualidad. Hoy en día, muchas veces se tiene una imagen del viejo negativa en las sociedades occidentales, existe un mito de la "eterna juventud” que creemos que puede ocultar el paso del tiempo. Hoy en día donde esta muy de moda, las cirugías y los tratamientos de bellezas, en su uso extremo, son algunas de las formas de tapar el paso del tiempo.
Se pueden plantear los cambios en el cuerpo como escenario de los prejuicios y la importancia de la piel y el ser acariciado como vía de comunicación y forma de prevenir el aislamiento.
Factores sociales
Considero como dato relevante el aumento de la expectativa de vida que se comenzó a detectar a partir de la segunda mitad del siglo XX y a la disminución de la tasa de fecundidad. La proporción de personas mayores de 60 años está aumentando más rápidamente que cualquier otro grupo de edad en casi todos los países. A raíz de esto, debemos reparar en las cosas positivas que tiene este período, que es el simple hecho de estar vivo. Es un reto para la sociedad valorar el papel que pueden jugar los adultos mayores y lograr mejorar al máximo su calidad de vida y salud, así como su participación en la sociedad.
La vejez, tal como se explica en la Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson, nos remite a una lucha psicológica del individuo durante esta etapa vital. La sociedad actual, donde la publicidad y la cultura de la imagen tienen una gran relevancia, la juventud es un valor al alza y, por el contrario, la vejez es ocultada y negada, hasta el punto que muchas personas de cierta edad viven obsesionadas con las sensaciones negativas vinculadas al envejecimiento. Es lo que se conoce como Gerascofobia.
Una cultura que rechaza la vejez
La cultura premia la juventud como símbolos de alegría, éxito y fertilidad, mientras que repudia la vejez, asociándola con la enfermedad, la asexualidad y con la ausencia de deseos o proyectos. En el imaginario colectivo planean frases hechas como “déjalo, es viejo” “son cosas de la edad” “esta así porque es viejo”, por no hablar de verbos como "desvariar" o "chochear", que a menudo se asocian con personas de cierta edad.
Muchos profesionales que tratan día a día con personas mayores sienten que a los ancianos no se les escucha sino que se les calla. Justo lo contrario de lo que una persona en la tercera edad necesita: hablar y ser escuchado, comunicarse con su entorno y notar que es útil y valorado. ¿Habrá algo del discurso de los mayores que no queremos escuchar? Este es otro de los interrogantes que nos planteamos a la hora de abordar el tema.
Prejuicios, estereotipos e ideas erróneas sobre la vejez
Tomando como referencia al gerontopsiquiatría argentino Leopoldo Salvarezza y al psiquiatra norteamericano Robert Neil Butler, considero que el viejismo y su imaginario social representan:
- Una actitud discriminatoria y de prejuicios infundados hacia los viejos.
- La imposibilidad de colocarse uno mismo, en proyección, como viejo.
- Desconocer la vejez como realidad y como etapa vital.
- Confundir vejez y enfermedad.
- Confundir vejez con demencia senil.
- Expectativas fantasiosas y tratamientos no probados para detener el paso del tiempo y tratar de conseguir “la eterna juventud”.
- Irracional biomedicalización del proceso de envejecimiento basado en el paradigma médico.
- Participación de los propios profesionales de la salud, sin formación gerontológica, en los criterios del viejismo.
- Inconsciente colectivo de la sociedad que suele ser gerontofóbica y tanatofóbica.
Elegimos desde el deseo
El psicoanálisis y su concepto de deseo nos da la posibilidad de “elegir” el viejo que queremos ser. Creemos que ni la felicidad ni la alegría son atributos de los jóvenes, así como tampoco la falta de deseo es propia de los mayores. Estos son prejuicios implantados desde hace siglos y que llevan a que los mayores se nieguen a sí mismos cuando sienten deseos, pasiones, emociones que supuestamente “ya no son para su edad”.
Por esta razón debemos ser menos críticos con el propio cuerpo y sí ser más críticos con los prejuicios sociales acerca de los mayores, para que no nos dejen encerrados en un sentimiento de vergüenza hacia nosotros mismos.