Fiebre amarilla: síntomas, causas y tratamiento

Esta enfermedad grave se transmite a través de la picadura de mosquitos.

Fiebre amarilla
Una enfermedad transmitida mediante picaduras.Wikimedia Commons.

Son muchas las enfermedades que existen y que han existido en el mundo a lo largo de la historia. Algunas de ellas, como la peste negra, supusieron una plaga que aniquiló a un elevado porcentaje de la población mundial. Y la existencia de enfermedades graves capaces de provocar pandemias no es sólo cosa del pasado: siguen existiendo muchas enfermedades sin cura conocida y con potencial mortal.

Una de ellas lleva siglos generando brotes y epidemias en los países africanos y sudamericanos. Se trata de la fiebre amarilla, de la cual vamos a hablar a lo largo de este artículo.

La fiebre amarilla: descripción y síntomas

Se conoce como fiebre amarilla a una de las enfermedades clasificadas como fiebres hemorrágicas la cual ha causado y sigue causando en la actualidad cientos de miles de muertes cada año. Se trata de una enfermedad endémica presente principalmente en áreas africanas o sudamericanas, y que aún hoy en día puede suponer la aparición de importantes epidemias.

La fiebre amarilla, también conocida como enfermedad del vómito negro, mal de Siam o enfermedad de Barbados (donde se dio el primer caso registrado), recibe su nombre de uno de sus síntomas más característicos, la ictericia causada por la alteración del hígado y del páncreas.

Pero este no es su único síntoma: también es habitual la presencia de sangrados a través de boca, oídos o ojos, hemorragias internas, fiebres muy elevadas, cefaleas, arritmias, hipoglucemia y si se llega a fases de intoxicación además de lo anterior pueden aparecer convulsiones, fallos hepáticos y renales, hemorragias aún más severas, vómito negro debido a expulsión de sangre coagulada, bradicardia, deshidratación, delirios o coma. En casos graves tiene un elevado potencial para causar la muerte, y lo hace en un elevado número de casos.

En otros casos, los más leves, la enfermedad se autolimita y no entra en su fase más grave con potencial mortal.

Fases de la infección

La fiebre amarilla es una peligrosa enfermedad. La infección supone el paso por una serie de fases en que los síntomas y la gravedad del cuadro van variando, si bien no todas las personas pasan por la última de ellas. Podemos identificar un total de tres fases, a la que podríamos añadir una previa en forma de período de incubación.

Fase 0: Período de incubación

Desde el momento en que se produce la picadura que transmite el virus que la provoca hasta la aparición de los primeros síntomas suelen transcurrir entre tres y seis días. Durante ellos el virus se está expandiendo por el organismo, sin que se presente por el momento ningún síntoma.

Fase 1: Fase aguda

Varios días después de ella picadura, suelen hacer aparición una serie de síntomas propios de una infección: aparecen fiebres altas, náuseas y vómitos, fotofobia, cefalea, enrojecimiento de tejidos blandos, sofocos, falta de apetito y ictericia.

Fase 2. Remisión

Por norma general, tras varios días del padecimiento de los síntomas anteriormente descritos estos suelen acabar remitiendo, desapareciendo poco a poco. En muchos casos la enfermedad puede pararse en esta fase, y el sujeto recuperarse. Sin embargo, en otros la persona puede volver a sufrir una recaída y empeoramiento alrededor de un día después, entrando en fase de intoxicación.

Fase 3: Intoxicación

Tras varios días de remisión, algunos de las afectados por la fiebre amarilla entran en una fase de intoxicación en que reaparecen con gran virulencia los síntomas. Se trata de la fase más grave de la enfermedad.

Durante esta fase reaparece la fiebre y también pueden presentarse síntomas como hemorragia por boca, nariz y ojos. También suelen problemas o incluso fallos renales o hepáticos. De hecho es en esta fase de la enfermedad en la que más suele aparecer la ictericia, dando a la piel el color amarillento que da nombre a la enfermedad piel. También son frecuentes la presencia de dolor en el abdomen, náuseas y vómitos.

Asimismo no es infrecuente que se presenten arritmias o bradicardia. A nivel cerebral, además de la fiebre pueden aparecer alucinaciones y delirios, estados de confusión y disfunciones cerebrales. Es posible también que el sujeto presente convulsiones o entre en coma. En definitiva, suelen darse fallos multiorgánicos y hemorragias de gran importancia.

Desafortunadamente, alrededor de las personas que llegan a entrar en esta fase (en una ventana que oscila entre el 25%-60%) no consiguen superar la enfermedad y mueren.

Causas de esta enfermedad

La fiebre amarilla es una enfermedad vírica, producto de la infección del virus de la fiebre amarilla, el cual al igual que los generan enfermedades como el dengue pertenecen al género Flavivirus.

Este virus llega al ser humano a través de la picadura de mosquitos infectados, generalmente de los géneros Aedes o Haemagogus. El virus puede ser transmitido entre monos y de mono a humano por parte de los mosquitos en lo que se conoce como ciclo ecológico selvático o entre personas en el ciclo ecológico urbano.

También existe un ciclo combinado de los dos anteriores, el de la sábana, en que mosquitos infectados tras picar a simios transmiten la enfermedad a un humano y luego tras otros mosquitos picar a este lo transmiten a otras personas.

La fiebre amarilla no se contagia por el contacto con una persona infectada, ni con sus secreciones.

¿Existe tratamiento?

La fiebre amarilla es una enfermedad para la que aún hoy en día no existe un tratamiento curativo específico. En caso de infección, la intervención pasa por tratamientos de soporte. Resulta esencial la monitorización y mantenimiento de ellas constante vitales, la realización de diálisis en caso de fallo renal y la administración de líquidos para mantener la hidratación y el equilibrio electrolítico. Además de ello pueden ser de gran utilidad el uso de antipiréticos para bajar la fiebre y antibióticos (no para el virus sino para posibles infecciones bacterianas que pudieran aparecer durante este).

Pese a que no existe una cura per se, sí que disponemos de una vacuna eficaz contra la fiebre amarilla, siendo en principio necesaria una sola dosis para protegerse de por vida. Es por ello que la mejor manera de tratar la fiebre amarilla es prevenirla, siendo necesario establecer programas de vacunación en los países en que está afección es endémica y vacunarse en el caso de viajar a dichos países. Otra medida se basa en el control de la población de mosquitos, una medida que se ha demostrado efectiva en varios países.

Sin embargo la vacuna puede estar contraindicada o requerir de valoración médica previa a su aplicación en algunos sectores de población: embarazadas (salvo situación de alto riesgo), menores de 9 meses y mayores de 60 años (también salvo que exista un gran riesgo) y sujetos inmunodeprimidos o alérgicos al huevo y derivados.

En la actualidad existen varias iniciativas de cara a controlar la fiebre amarilla, como el programa EYE organizado por la cooperación entre la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y Gavi-alianza para las vacunas. Este programa pretende proteger, prevenir y controlar posibles brotes de fiebre a través de la participación en campañas de vacunación, investigación, promoción de la salud e interacción con las instituciones y las administraciones locales.

Referencias bibliográficas:

  • Organización Mundial de la Salud. (2014).Fiebre amarilla. Pequeñas picaduras grandes amenazas.
  • Soteras, E. (s.f.). Fiebre amarilla. Organización Mundial de la Salud [Online]. Disponible en: http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/yellow-fever.

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Oscar Castillero Mimenza. (2018, agosto 13). Fiebre amarilla: síntomas, causas y tratamiento. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/salud/fiebre-amarilla

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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