Hablar, cantar, comer, reir, besar… nuestra boca es una de las partes de nuestro cuerpo más versátiles y útiles, la cual empleamos de muy diversas maneras con el fin de adaptarnos al entorno. Se trata de una zona del cuerpo muy inervada sobre la que tenemos una gran capacidad de control.
Y sin embargo, también es una parte de nuestro organismo muy delicada y que se encuentra a menudo en contacto con bacterias y elementos procedentes tanto del interior (como la flora intestinal) como del exterior. En ocasiones es posible que lleguemos a padecer algún tipo de infección o problema, siendo una de las posibles causas la aparición de hongos en la boca.
A lo largo de este artículo vamos a observar cuales son los principales síntomas que nos avisan de la presencia de una posible infección fúngica oral, algunas de sus posibles causas y cómo pueden llegar a tratarse.
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Hongos en la boca: ¿qué son?
Hablamos de infecciones por hongos o micosis cuando estamos haciendo referencia a la existencia de una serie de síntomas derivados de la presencia de diferentes especies de hongos en nuestro organismo. Estas infecciones pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, como por ejemplo la piel o el aparato genital, y en el caso que nos ocupa en el presente artículo también en una de las aperturas del cuerpo más expuestas y en contacto elementos externos o con microbios dedicados a procesar los alimentos: la boca.
Son muchos los hongos que pueden llegar a nuestro organismo, y entre ellos muchos tienen capacidad para provocarnos infecciones. Algunos de los más conocidos y habituales a nivel oral son los hongos Candida albicans y el Candida tropicalis, que pueden provocarnos candidiasis oral. Otros ejemplos son Paracoccidioides brasiliensis (existente en América Latina y que penetra en el cuerpo mediante la inhalación de sus esporas en la respiración) o Cryptococcus neoformans.
Síntomas
La infección por hongos en la boca suele ser en un primer momento asintomática, es decir que al principio la persona afectada puede no percibir ningún tipo de alteración o malestar. Sin embargo, a medida que estos hongos crecen y se multiplican pueden llegar a provocar diferentes molestias y lesiones.
Entre estas lesiones y alteraciones resultan frecuentes la presencia de inflamación y/o sangrado en encías y/o lengua, dolor bucal o de garganta, aparición de placas blancas (las cuales se retiran con el raspado y dejan tras de sí lesiones sangrantes) o rojizas o lesiones sangrantes, grietas y aftas dolorosas en la lengua o en los labios, y mal aliento. Por lo general no suelen ser peligrosos, pero sí debe tenerse cierta precaución porque en algunos casos pueden llegar a generar complicaciones serias y infecciones e inflamaciones en distintos órganos.
¿Cómo llegan ahí? Factores de riesgo para su aparición
La aparición de hongos a nivel bucal no tiene una causa única y clara, sino que puede venir dada y estar influida por una amplia variedad de factores. Por lo general si ello es posible es porque en la boca del sujeto existen condiciones suficientes para que los hongos puedan llegar a crecer. Ello no tiene por qué implicar falta de higiene, sino que también pueden ser distintas enfermedades o incluso nuestro estilo de vida y alimentación lo que facilita que existan los elementos necesarios para la supervivencia del hongo.
Son múltiples los factores que facilitan la infección. Entre ellos podemos encontrar la presencia de diabetes (en la que existe también mayor concentración de azúcares en saliva, algo que sirve de alimento) o la anemia, además de la inmunodeficiencia congénita o adquirida (ya que la falta de nutrientes como las vitaminas y/o las defensas del sistema inmune facilita la supervivencia del hongo).
Asimismo, también el exceso de ingesta o el consumo excesivo de determinados alimentos favorece que nazcan y se reproduzcan los hongos. Trastornos o alteraciones endocrinas y hormonales también pueden ser factores que influyan en su aparición o mantenimiento. Por último, el consumo de sustancias sean o no adulteradas ayuda en gran medida a su aparición, especialmente en el caso de tabaco o alcohol.
La falta de higiene dental o la existencia de prótesis o áreas de difícil acceso a la hora de limpiar la boca genera también un aumento de la probabilidad de padecerlos. Algunas enfermedades como la leucemia u otras infecciones también pueden favorecerlos, debido a la existencia de una menor respuesta del sistema inmune.
Asimismo, algunos fármacos pueden llegar a propiciar la micosis bucal, como algunos antibióticos o los corticoides (entre los que se encuentran algunos vaporizados o por aspiración). El tratamiento de quimioterapia y radioterapia también, al disminuir las defensas.
Además de ello, hay que tener en cuenta que existen períodos vitales de mayor vulnerabilidad, entre las que destacan los primeros momentos tras nacer, la primera infancia, la vejez o el embarazo. En general, los cambios generados a nivel hormonal o la bajada de defensas o sustancias capaces de luchar contra o frenar el hongo son factores de riesgo considerable.
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Tratamiento
Tratar la presencia de hongos en la boca va a requerir una aproximación específica dependiendo del hongo y la presencia de otros factores tales como posibles enfermedades comórbidas. Sin embargo, a nivel general pueden emplearse medicamentos antifúngicos o antimicóticos, los cuales pueden actuar frenando su crecimiento o directamente matándolos.
Algunos de estos fármacos pueden ser la nistatina (de los más usados, especialmente en las candidiasis bucales) o la ciclopiroxolamina. También pueden aplicarse tratamientos sistémicos como el ketoconazol (aunque este último dependiendo de las cantidades puede resultar hepatotóxico). Ahora bien, hay que tener en cuenta que estos fármacos deben ser recetados por un médico y que algunos no pueden ser tomados por ejemplo por mujeres embarazadas o personas con determinados problemas de salud de base.
También cabe tener en cuenta la necesidad de prevención o de añadir a la dieta alimentos que favorezcan el control del pH bucal, como el yogur, o permitan adquirir vitaminas, fibras y nutrientes que ayuden a mantener el cuerpo bien equilibrado. El cepillado y correcta higiene dental es también de gran ayuda. En casos de que existan enfermedades como las citadas, también habrá que tener en cuenta que es necesario tratarlas con los métodos que correspondan.
Referencias bibliográficas:
- Caballero Martínez, F.; Jurado Moreno, J. y López Rocha, A. (2005). Guía de buena práctica clínica en Infecciones fúngicas. Organización Médica Colegial de España. Ministerio de Sanidad y Consumo. España.
- Pardi, G.H.; Mata, S.; Colella, M.T., Roselló, A. y Pineda, V. (2013). Micosis de la cavidad bucal- Parte I. Revisiones Bibliográficas. Acta Odontológica Venezolana, 51 (2).