Músculo risorio: qué es, funciones y características

Veamos cuál es el funcionamiento del músculo risorio y sus implicaciones psicológicas.

Músculo risorio

Quizá te suene la regla 55-38-7, conocida en el ámbito profesional como la “regla Mehrabian”. Según la postulación realizada por el profesor emérito de psicología Albert Mehrabian, el 55% de la comunicación en el ser humano recae en el lenguaje corporal, el 38% en el uso de la voz y sólamente el 7% del potencial comunicativo se debe al contenido de las propias palabras que articulamos.

Esta proposición (de ser cierta) evidencia que, por muy “avanzados” que seamos evolutivamente, gran parte de nuestra conducta sigue estando condicionada por instintos heredados de nuestros antepasados. Sin duda, una imagen comunica más que mil palabras.

En base a esta premisa tan interesante, hoy te lo contamos todo sobre una estructura muscular muy pequeña, pero con una funcionalidad impresionante desde un punto de vista comunicativo en los humanos. Sigue leyendo, pues aquí encontrarás toda la información relevante del músculo risorio.

¿Qué es el músculo risorio?

El músculo risorio es una estructura muscular esquelética (estriada) que se encuentra en ambos lados de la cara, de pequeño tamaño y forma triangular. Antes de continuar nombrando las características fisiológicas de este músculo, debemos sentar ciertas bases en lo que al sistema muscular se refiere.

El cuerpo humano tiene más de 600 músculos. Estos realizan todas las funciones imaginables, desde bombear sangre en el corazón hasta permitirnos levantar un elemento pesado en el trabajo. De todas formas, si nos referimos al sistema muscular, solamente estamos englobando a aquellos músculos que se pueden contraer de forma voluntaria por el organismo, es decir, los esqueléticos o estriados.

Fuera de esta definición se quedarían la musculatura lisa (que reviste el tracto digestivo, por ejemplo) y la cardíaca, pues sus contracciones y distensiones son involuntarias y no se producen con un fin consciente. Como podrás imaginar, el músculo risorio está dentro de la categoría de la musculatura estriada, pues podemos contraerlo a placer con el fin de gesticular.

Origen del músculo risorio

El músculo risorio, junto con el conglomerado arterial que lo nutre, deriva del segundo arco faríngeo del mesodermo (capa situada entre el endodermo y ectodermo), que se forma aproximadamente en la semana 4 de gestación del feto.

Por su parte, la inervación de esta musculatura deriva de las células de la cresta neural. Estas células (CCN) se definen como una población celular totipotente originada de la porción dorsal del tubo neural, desde donde migran a través del organismo en desarrollo para dar origen a una amplia variedad de estructuras.

Además, cabe destacar que se ha postulado que el risorio es un músculo exclusivo de homininos, es decir, una subfamilia de primates englobada en la familia Hominidae. Así pues, se cree que solo gorilas, chimpancés y humanos presentan la capacidad de sonreír mediada por esta estructura muscular. Sin duda, este dato evidencia aún más la cercanía filogenética con nuestros parientes primates.

Estructura y función

Como hemos dicho, el músculo risorio se encuentra a ambos lados de la cara, es de pequeño tamaño y presenta una forma triangular. Se ubica en el plano superficial del rostro, a cada lado de las mejillas, cercano a los huesos maxilar superior e inferior. Se inserta en la piel del ángulo de la boca, así que su contracción simultánea nos permite sonreír, entre otras expresiones de alegría.

De todas formas, llama la atención conocer que, por sí solo, el músculo risorio genera una “sonrisa falsa”, pues no involucra a la piel alrededor de los ojos. Comparado con una sonrisa real, esta eleva las comisuras labiales, junto con el cigomático mayor y el menor, entre otras estructuras musculares. La sonrisa es un gesto verdaderamente complejo reservado a unos pocos seres vivos, pues ni más ni menos que 12 músculos participan en ella.

Vascularización e inervación

El músculo risorio recibe la sangre necesaria para nutrir a sus células de la arteria facial, que se origina en la carótida externa y se comunica con las estructuras de la parte superficial de la cara, como el músculo que aquí nos atañe. La arteria transversal de la cara también participa en su irrigación. Por otro lado, las venas facial y transversa drenan la sangre desoxigenada del risorio, que terminan desembocando en las yugulares.

Moviéndonos al sistema nervioso, y como toda la musculatura implicada en la expresión facial, el risorio se encuentra inervado por el par craneal VII, también conocido como nervio facial. Este es el nervio motor somático de los músculos cutáneos de la cara y del cuello, que nos permite realizar múltiples movimientos y gestos para relacionarnos entre nosotros y con el entorno tridimensional que nos rodea.

¿Todos tenemos músculo risorio?

Aunque te sorprenda la respuesta, el músculo risorio presenta una importante variedad fisiológica entre individuos. Sin ir más lejos, una investigación estudió la forma y localización del risorio en 18 cadáveres caucásicos y los resultados fueron sorprendentes.

7 de ellos no tenían risorio directamente, 2 mostraban resultados inconclusos y solamente 4 presentaron una estructura completamente simétrica. Así pues, se considera que el risorio presenta variedad en lo que a simetría bilateral, asimetría y presencia o ausencia respecta.

La importancia del risorio en la sociedad

En general, utilizamos unos 12 músculos para sonreír, aunque este número puede depender de diversos factores y de la emoción que se esté tratando de comunicar. Algunos de los implicados en casi todos los casos son los siguientes: el músculo elevador del ángulo de la boca, el del labio superior, el orbicular de los ojos, el risorio, el cigomático mayor y el cigomático menor.

La risa y la sonrisa se han considerado históricamente como signos de alegría, bienestar y agrado a niveles tanto individuales como sociales. Estas formas de comunicación nos sirven para manifestar de forma rápida un estado de ánimo óptimo, pero, sin embargo, no siempre su relación física tiene que ver con cuestiones emocionales positivas. Existen 3 tipos principales de sonrisa:

  • Sonrisa de Duchenne: es la más estudiada, la que implica a los músculos cigomáticos mayor y menor. Es la única que se considera genuina y también modifica la musculatura orbicular, cerca de los ojos.
  • Sonrisa profesional: aquella que se utiliza para mostrar cordialidad, pero que no tiene porqué ir precedida de un sentimiento positivo real.
  • Sonrisa sardónica: una condición médica provocada por el tétanos, donde los músculos de la cara se contraen de forma involuntaria debido a las toxinas tetanolisina y tetanoespasmina.

Además, en el resto de homininos la sonrisa no siempre implica complicidad. En otros primates, enseñar la boca cerrada con dientes pegados es un gesto primariamente de sumisión, así que se especula que la “bondad” que le hemos atribuido en la sociedad moderna a la sonrisa deriva, en parte, de esta interacción primigenia de nuestros antepasados.

Por otro lado, si un primate curva sus labios y presenta espacio entre los dientes, esa “sonrisa” indica que pronto se va a producir un ataque. El animal está preparando su estructura bucodental para propinar un mordisco a su posible amenaza, y así librarse del peligro. Todos estos gestos se encuentran en el engranaje genético de los primates, pues no se aprenden a lo largo del tiempo en base a la observación de individuos adultos.

Por ejemplo, te sorprenderá saber que un niño ciego que no ha visto nunca una sonrisa lo hará bajo las mismas circunstancias y de la misma forma que una persona sin ningún impedimento visual. El risorio y el resto de músculos implicados en este gesto actúan de forma primigenia y no aprendida: sonreír está en nuestro código genético.

Resumen

¿Quién nos iba a decir que un músculo tan pequeño y aparentemente anecdótico iba a darnos tanto de qué hablar? Aunque el risorio por sí solo no causa la aparición de una sonrisa, si que es un elemento importante en este mecanismo gestual tan esencial en la sociedad actual.

Sin ir más lejos, se estima que los seres humanos adultos sonreímos una media de 25 veces al día, dependiendo del número de interacciones sociales que se le presenten al individuo. Este gesto puede ser sincero, cordial, irónico o fingido, pero lo más importante es que expresa mucho más que una retahíla de palabras en unos pocos segundos.

Referencias bibliográficas:

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Graduado en Biología por la Universidad de Alcalá de Henares (2018). Máster en Zoología en la Universidad Complutense de Madrid (2019). Durante su carrera estudiantil, se especializó en comportamiento animal, evolución, parasitología y adaptaciones morfológicas animales al medio. En su estancia en el Máster profundizó en mecanismos evolutivos y comportamientos. También formó parte de un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante dos años, donde realizó investigaciones de índole evolutiva. Aquí adquirió extensos conocimientos sobre genética, heredabilidad y otras cuestiones relacionadas con el ADN. A día de hoy, se dedica a tiempo completo a la divulgación científica, realizando artículos de evolución animal y psicología y medicina humana.

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