Poner límites en las relaciones personales significa hacer saber a las demás personas que se tienen deseos y necesidades diferentes a las suyas. Pero, además haciéndolo, nos respetamos.
Y es que, aunque el poner límites pueda parecer una imposición innecesaria si tenemos una cierta concepción de lo que son las relaciones personales fluidas, lo cierto es que esta clase de estrategias basadas en la asertividad, a la práctica, nos permite ser más libres.
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¿Por qué puede costar poner límites?
Muchos y diferentes pueden ser los motivos que intervienen en la dificultad de poner límites:
1. Una visión sesgada sobre quién quiere qué
La pobre diferenciación entre uno mismo y los demás, lo que provoca que no se sabe con certeza donde empiezan las propias necesidades y las del otro.
2. Miedo al conflicto
La persona evita en todo momento entrar en conflicto al sentirse incapaz de defender sus opiniones. Como consecuencia se evita manifestar la propia opinión y el desacuerdo con el otro.
3. Bloqueo emocional ante el enfado o rabia de la otra persona
Por este motivo, en muchas ocasiones, la persona se muestra complaciente (muy a su pesar) con las necesidades de los demás.
4. Temor a ser rechazado por la otra persona
Consiste en el miedo al rechazo emocional, social, familiar, y laboral. También puede aparecer miedo a perder el cariño y el amor de la otra persona, y pánico a ser criticado.
5. Falta de asertividad
Aprender a decir que no puede resultar complicado. El no saber cómo comunicar nuestros límites puede provocar que evitemos hablar de ellos, reforzando y manteniendo así la situación de ser incapaz de exponerlos.
6. Baja autoestima
Sentirse sin derecho a defender las propias necesidades inhibe la presentación de las mismas. La persona, al sentirse sin este reconocimiento, puede considerar que sus necesidades no son tan importantes como las de los demás, “Lo mío puede esperar”.
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7. Dificultad en el manejo de la frustración y la rabia
Al sentirse sin herramientas emocionales para gestionar estas emociones, la persona puede optar por “tragárselas”, provocando así que el hecho que las ha provocado (en este caso la necesidad de poner un límite) no sea gestionado, optando por priorizar las demandas del otro.
8. Experimentar sentimientos de culpa
Esto puede ser frecuente cuando intentamos defender nuestros deseos. La persona puede experimentar culpa en el hecho de hacer valer sus necesidades.
9. Dificultad en la toma de decisiones
Decidir exige aceptar y rechazar.
¿Por qué poner límites nos hace sentir mejor?
El autoestima se beneficia, aumentan las habilidades sociales y el manejo de la asertividad y se mejora el sentimiento de seguridad interna. Todo ello se ve reflejado en las relaciones interpersonales. Las personas que te rodean sabrán dónde empiezan y acaban tus límites, esto traerá consecuencias favorables en ti y en tus relaciones:
1. Las personas que te rodean podrán conocerte más
Paradójicamente, el hecho de ceder siempre ante las expectativas de los demás nos aleja de las personas con las que estamos.
2. Crea relaciones igualitarias
Les das la oportunidad, y a ti también, de relacionarte con ellas de igual a igual, sin la necesidad de subordinarte a sus mandatos.
3. Propicia una comunicación honesta
Podrán tener en cuenta tus necesidades y deseos, lo que evitará malos entendidos y favorecerá una relación sincera basada en el respeto mutuo.
4. Previene las crisis de estrés y la frustración
No sentirás la obligación de anteponer las necesidades de los demás ante las propias. Esto evitará que experimentes sentimientos de estrés, frustración, ansiedad y agobio en las relaciones personales, familiares, sociales, y laborales.
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5. Alarga la vida de tus relaciones
Todo lo anterior mejorará el flujo de comunicación dentro de tus relaciones, aumentando la calidad y la satisfacción con las mismas.
6. Añades coherencia a tus acciones
Otro de los beneficios de conocer y exponer los límites propios reside en que crearás un discurso interno consistente, además de sentir coherencia entre tus pensamientos, emociones y acciones,aumentando así la sensación de control sobre tu vida.
La clave es la asertividad
Saber poner límites a los demás y comunicarlos adecuadamente permite crear y fortalecer sentimientos relacionados con la autonomía, el valor personal, la sociabilidad, la expontaneidad, creatividad y bienestar personal. Posibilita identificar y delimitar adecuadamente las necesidades de cada momento, haciendo sentir a la persona protagonista de sus elecciones, generando así la tranquilidad de sentirse responsable y confiada en el escenario de la vida.
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