En los últimos tiempos, la salud mental de las madres ha empezado a recibir más atención a nivel científico, social, político... Es importante tomar consciencia de que este es un tema de especial relevancia porque no afecta únicamente a las madres, sino que tiene impacto en toda la sociedad.
Independientemente de nuestra situación, todas las personas nacemos de una madre. Estamos rodeados/as de madres en nuestro entorno y, aun así, muy pocas veces nos preguntamos qué pasa con su salud mental. En el transcurso de este artículo veremos la realidad actual de la situación y también exploraremos qué factores afectan a la salud mental materna.
Ya hemos comentado que es un tema con un elevado impacto a nivel social y comunitario, pero invisibilizado durante cientos de años. Por ello, además de los aspectos mencionados en el párrafo anterior, ahondaremos en las posibles consecuencias de la falta de la misma y formas de atender dicha situación o incluso prevenirla.
La realidad de la salud mental materna
Si bien es cierto que en las últimas décadas ha habido un mayor interés a la hora de estudiar aspectos relacionados con la salud mental de las mujeres madres, este se ha centrado mucho en la investigación y visibilización del desarrollo de patologías mentales.
Se han focalizado especialmente en la depresión posparto. Y, aunque esta es una situación alarmante por su elevadísima frecuencia, cuando hablamos de salud mental materna vamos —o deberíamos ir— mucho más allá. Aspectos como el bienestar emocional, mental, psicológico y social son los que deberían priorizarse en este sentido.
Desafortunadamente, son muchas las mujeres que actualmente desarrollan algún tipo de trastorno mental durante el embarazo o el puerperio. Si no hay una correcta detección a tiempo, seguida del acompañamiento y tratamiento especializado y adecuado, las consecuencias pueden ser realmente graves tanto para ellas como para su entorno.
Todo lo expuesto hasta el momento, debería impulsarnos a preguntarnos qué está pasando con todas esas madres y qué podemos hacer como sociedad para cuidarlas y acompañarlas como ellas necesitan —y no desde el paternalismo en que habitualmente caemos—.
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Factores que interfieren
La matrescencia es el proceso mediante el cual el cerebro cambia y permite a las mujeres embarazadas transitar hacia la maternidad en todos los aspectos de su vida. Esto, sin duda, tiene muchas consecuencias a diferentes niveles y ninguna de ellas es patológica por sí misma. Es elemental entender este proceso y no patologizarlo de forma innecesaria.
No obstante, tampoco podemos obviar la gran cantidad de factores que pueden afectar y perjudicar la salud mental de una madre. Es importante entender que estos factores pueden variar también en función del momento de la maternidad en que cada mujer se encuentre puesto que las necesidades tanto de la madre como del bebé se van modificando.
Insistiendo en la necesidad de observar las necesidades específicas de cada caso, a continuación se mencionan únicamente algunos de los factores a tener en cuenta:
- Expectativas propias y/o sociales en torno a la maternidad.
- Críticas, comentarios y juicios recibidos por las decisiones tomadas.
- Cansancio, fatiga, falta de sueño.
- Red de apoyo social inexistente o escasa.
- Falta de información.
- Falta de cuidados básicos hacia la madre.
- Historia de abuso o violencia intrafamiliar previa.
- Desigualdad en las responsabilidades con la pareja, falta de coparentalidad.
- Problemas con la pareja y/o la familia.
- Precariedad laboral y/o dificultades económicas.
- Pérdida de la propia carrera profesional.
- Problemáticas de salud mental previas.
Consecuencias de la falta de salud mental en las madres
Con todo lo expuesto hasta el momento, no es difícil suponer que la falta de salud en una mujer madre puede llegar a tener graves consecuencias para ella misma, para su/s descendiente/s, para el entorno y la sociedad en general.
Vivimos en una sociedad en la que cada vez prima más el individualismo que lo colectivo. Este hecho es uno de los factores más importantes y que más ha perjudicado la salud mental de las madres puesto que ha supuesto que la mayor parte de la carga y la responsabilidad de la crianza, además de las expectativas y los juicios, recaigan únicamente sobre ellas.
Además de la pérdida del apoyo de la red social y la comunidad, debemos sumar la introducción de la mujer en el mundo laboral. Esto, en la mayoría de casos, no ha supuesto una coparentalidad sino una sobrecarga para las mujeres —de quienes se espera que produzcan como si no fueran madres y que maternen como si no trabajaran—.
Teniendo todo esto presente, resulta más sencillo comprender cómo pueden ser tan altas las estadísticas de patologías mentales en el ámbito perinatal. El sufrimiento emocional de la madre, y por descontado las enfermedades mentales, tienen un impacto considerable en el desarrollo emocional, físico y mental del bebé o infante.
No podemos olvidar que esos/as niños/as son los adultos del mañana y, precisamente por eso, este tema representa una grave problemática social y no únicamente de las madres. La prevención es clave, igual que también lo son aspectos como la rápida detección de las señales de alarma y la adecuada intervención especializada.
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¿Cómo podemos atender, mejorar y prevenir esta situación?
Uno de los principales puntos a revisar como sociedad es el apoyo y el acompañamiento que las mujeres madres reciben. El camino de la maternidad no empieza en el embarazo sino que la transformación empieza en el mismo momento en que una mujer conecta con su deseo de ser madre.
A nivel médico, son muchísimas las mujeres que sufren violencia obstétrica y ni siquiera saben o pueden nombrarlo. Es primordial continuar trabajando para ofrecer una formación más actualizada y más sensibilizada al personal sanitario. Afortunadamente, cada vez son más los/as profesionales que toman consciencia y acompañan desde el respeto.
Dadas las características de nuestro sistema, en muchas ocasiones se tiende a la paternalización de las usuarias. Es importante que el personal sanitario acompañe a las mujeres desde la información y el empoderamiento para fomentar la autonomía y la no instrumentalización o patologización de los procesos naturales cuando no es realmente necesario.
A nivel social, también es elemental visibilizar la importancia de las madres, de su situación actual y conectar con la gravedad del asunto. Es importante que cada persona revise de qué forma puede contribuir en este cambio de dinámica. Tener información actualizada y veraz sobre las necesidades existentes es un aspecto clave que nos permite cambiar patrones.
Solo desde este lugar de consciencia se pueden reclamar y exigir cambios a nivel legal y político que se ajusten a las necesidades reales de los infantes, las madres y las familias en general. Sin duda, dichas mejoras no afectan únicamente a las familias sino que impactan en toda la sociedad.