La ansiedad es un fenómeno tan habitual y frecuente en la población, como diverso en sus maneras de expresarse.
De hecho, a veces desencadena alteraciones psicológicas que van más allá de los trastornos de ansiedad, solapándose con psicopatologías de todo tipo, a las que contribuye.
Aquí hablaré acerca de la relación entre la ansiedad excesiva y la aparición del trastorno conocido como pánico nocturno, una parasomnia parecida al sonambulismo.
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¿Qué entendemos por ansiedad?
La ansiedad es un conjunto de fenómenos psicológicos y fisiológicos que mantienen nuestro sistema nervioso en un estado de mucha activación, a veces, con una intensidad excesiva. Normalmente, la ansiedad aparece ante situaciones que entrañan un peligro real o imaginado, o bien ante la idea de que si no actuamos rápidamente, perderemos una oportunidad importante.
Esta activación tiene diferentes implicaciones en lo que siente y hace la persona con ansiedad: experimenta una mayor sensibilidad a los estímulos inesperados, tiende a reaccionar a ellos de manera repentina y sin haber pensado en ello, tiene dificultades para estar totalmente quieta, y es más propensa a mostrarse irritable con los demás.
Por otro lado, cuando la ansiedad llega a un grado de intensidad muy alto, aparecen los siguientes síntomas:
- Temblores y tensión muscular generalizada
- Sudores fríos
- Mareos
- Aceleración del ritmo cardiaco
- Aumento de la presión sanguínea
- Pensamientos recurrentes de tipo pesimista
¿Cuándo es la ansiedad un problema?
De momento hemos visto qué es la ansiedad, pero aún no hemos visto cuál es la línea que separa la ansiedad normal de aquella que resulta problemática. Esta distinción no siempre es sencilla, y para entenderla es necesario comprender la el origen de la ansiedad.
Todo el conjunto de mecanismos biológicos y comportamentales que constituyen la ansiedad están producidos por la evolución y la selección natural. Se trata de recursos de supervivencia que han permitido a nuestros ancestros reaccionar rápidamente para evitar peligros y mantenerse con vida en todo tipo de entornos hostiles. De hecho, la capacidad de desarrollar ansiedad es tan importante que está presente en prácticamente todos los animales más evolucionados.
Sin embargo, a la vez que la ansiedad nos da un empujón en la dirección adecuada para sobrevivir gracias a nuestra capacidad de reaccionar a tiempo sin necesidad de pensárnoslo dos veces cuando esto último no es una opción, también puede dar pie a problemas. De hecho, a veces nuestra manera de reaccionar a la ansiedad hace que nos la produzcamos a nosotros mismos y que el principal problema pase a ser ese estado de activación.
Por ejemplo, muchas personas lidian con la ansiedad dándose atracones o consumiendo drogas, lo cual a su vez empeora su situación y las vuelve más proclives a seguir experimentando ansiedad en cuestión de horas. Y por otro lado, cuando los procesos ansiosos son una constante en nuestras vidas, nos desgastan física y psicológicamente y pueden dar paso a otros trastornos psicológicos. Esto ocurre, por ejemplo, con los trastornos del sueño. Lo cual nos lleva a hablar del pánico nocturno.
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¿Qué es el pánico nocturno?
El pánico nocturno, también llamado terror nocturno, es un trastorno del sueño que forma parte del grupo de las parasomnias, caracterizadas por la aparición de patrones de movimiento anormales o psicopatológicos que se dan de manera involuntaria, sin que la persona haya recuperado totalmente la consciencia. En este sentido, el pánico nocturno se parece un poco al sonambulismo, dado que se expresa mientras la persona duerme y en cierto sentido, cuando lo hace, puede parecer que la persona está despierta.
Sin embargo, lo que más distingue al terror nocturno es la expresión de reacciones de alta ansiedad o miedo, y los movimientos disruptivos, a veces incluso agresivos. Cuando el terror nocturno se expresa a través de sus síntomas, la persona aparente despertarse súbitamente, gritando y/o con expresión de miedo en la cara y en los gestos; es habitual que los afectados se pongan verticales en la cama, mostrando mucha tensión muscular.
Sin embargo, no harán todo esto en estado de consciencia, sino que permanecerán en un estado de semi-inconsciencia en el que no serán capaces de hablar con los demás ni de razonar. Además, una vez se hayan despertado del todo, probablemente no recordarán lo ocurrido.
El pánico nocturno es una alteración que se da sobre todo durante la infancia, pero que en algunos casos permanece hasta la adultez.
La relación entre ambos problemas psicológicos
Tal y como ocurre con todos los trastornos de tipo psicológico, no existe una sola causa que explique la aparición del pánico nocturno, sino que hay una combinación de factores que se refuerzan entre sí y dan paso a esta sintomatología.
Sin embargo, se sabe que la presencia de un estado de ansiedad elevada facilita la aparición de esta parasomnia. Esto puede deberse a que las predisposiciones que nos vuelven ansiosos durante el día actúan por la noche alterando la transición natural de una fase del sueño a la siguiendo, afectando al funcionamiento del sistema nervioso vegetativo, que es responsable de buena parte de los movimientos inconscientes que realizamos.
Y es que cuando el sistema nervioso tiende a estar muy activado, es más probable que el sueño sea poco profundo y ocurran momentos en los que nos despertamos en mitad de la noche, y esta misma predisposición actúa exponiéndonos a parasomnias.
Así, poner solución a los problemas de gestión de la ansiedad contribuye a dormir bien y sin síntomas de pánico nocturno, por lo que ante casos así es recomendable acudir a psicoterapia.
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