El síndrome de Wendy es una de esas muestras de que sacrificarnos regularmente por el bienestar de los demás no tiene por qué ser algo bonito ni deseable, sobre todo cuando hacemos eso a costa de nuestra salud física o mental. Por eso es importante saber si nos está pasando algo así.
En este artículo hablaré sobre cómo detectar el síndrome de Wendy tanto en las relaciones de pareja como en las relaciones familiares, como por ejemplo al cuidar de hijos o sobrinos más jóvenes.
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¿Qué es el síndrome de Wendy?
El término de “síndrome de Wendy” se usa para referirse a un patrón de comportamiento problemático en el que una persona se ve en la necesidad de satisfacer constantemente a los demás incluso si eso perjudica sus propios intereses y necesidades más fundamentales, y que ocurre a causa del miedo al rechazo.
Es decir, que la persona que sufre este problema asume un rol no solo de sumisión total a una persona o a un grupo de personas que son especiales para ella, sino que además adopta un rol muy activo en este rol de satisfacer los deseos ajenos y está siempre alerta ante la posibilidad de que no “esté a la altura” y deje de poder ser valorada o aceptada por aquellos a quienes se sirve.
Así pues, no se trata simplemente de creer que hay que sacrificarlo todo por hacer feliz a alguien por el simple hecho de hacerlo (algo que ya de por sí resultaría problemático, también), sino que ante todo se teme la posibilidad de que nos abandonen o nos rechacen. Debido a la naturaleza de esta alteración psicológica, se da sobre todo en las relaciones de pareja o en el comportamiento de padres y madres frente a sus hijos, especialmente cuando estos últimos son niños o son muy jóvenes.
Eso sí, el síndrome de Wendy no es considerado un trastorno mental porque no ha sido desarrollado en el contexto de la investigación científica, sino más bien en el de la divulgación y el periodismo. Ahora bien, hay algunos trastornos psicológicos que se corresponden bien con sus características, especialmente el Trastorno de la Personalidad por Dependencia. Pero hay que tener en cuenta que el diagnóstico de esta patología solo es realizada por profesionales de la salud mental, y que además, para considerar que está presente en una persona se deben cumplir varios criterios específicos que no cumple todo el mundo que sufre problemas de dependencia y miedo al abandono.
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¿Cómo puede saber si el síndrome de Wendy me está afectando?
Como he adelantado, no hay una manera concreta de delimitar la distinción entre “buena salud mental”, por un lado, y “síndrome de Wendy”, por el otro, porque este último no ha sido descrito detalladamente en manuales diagnósticos ni definido con exactitud desde el consenso científico.
Por eso, para saber si sufres algo que puede ser considerado “síndrome de Wendy” en el fondo lo que hay que hacer es preguntarse a uno mismo si las dinámicas de relación con los demás nos están lastrando al miedo al abandono o al rechazo, o, por el contrario, apoyamos a esas personas más bien por lo bien que os hace sentir este hecho. Para guiarte mejor en esta tarea de autorreflexión, te dejaré varias pautas y cuestiones a tener en cuenta. Evidentemente, no tienen por qué cumplirse todas estas “banderas rojas” para que tengas un problema de esta clase.
1. ¿Notas que los roles de género te presionan para cuidar de los demás?
El “síndrome de Wendy” se llama así en referencia a Wendy Darling, personaje ficticio de la historia de Peter Pan que, a pesar de que al inicio de la narración se caracteriza por no querer crecer y convertirse en adulta, al viajar al mundo de Nunca Jamás pasa a cuidar constantemente de los Niños Perdidos, a pesar de que ella ni siquiera es mayor de edad y no puede hacerlo en condiciones.
Esto no es casual; el síndrome de Peter Pan se alimenta mucho de los roles de género de la madre y la esposa abnegadas, que en muchos casos son incluso intercambiables y se definen por la tarea de “estar ahí” para el resto de personas, ayudándolas y solucionando sus problemas incluso si estas no lo piden, pensando por adelantado por los demás. Es por eso que las mujeres tienden a asumir con mayor facilidad que deben servir incluso si no se les pide ningún favor, porque es lo que se espera de ellas en el contexto doméstico.
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2. ¿Has asumido que no puede ser feliz sin tu “media naranja”?
En las relaciones de pareja, el síndrome de Wendy puede manifestarse a través de la creencia de que una vez se ha iniciado la relación amorosa en la que está, ya no se puede ser feliz al margen de esa persona. Se trata del mito de la media naranja, como si ambos pasaseis a formar un solo ser vivo.
Esta idea resulta tan dañina que nos arrastra hacia el cumplimiento desesperado de todos los requisitos que creemos tener que cumplir para que la otra persona no se aleja de nosotros. Es decir, la ponemos en una situación en la que nos puede chantajear (y es peor si la otra persona se da cuenta de ello y lo aprovecha con sus propios fines en mente).
3. ¿Tienes pensamientos obsesivos anticipando que se va?
En los casos más extremos, el miedo al abandono se refleja en pensamientos intrusivos relacionados con el rechazo o la idea de que esa persona se va a ir de nuestras vidas. También es frecuente que a menudo surjan pesadillas sobre este tema.
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4. ¿La posibilidad de que se enfade contigo te aterra?
Más allá de los casos de maltrato en los que el enfado puede anteceder a ataques físicos o verbales, puede ocurrir que incluso si la otra persona no suele enfadarse mucho ni adopta una actitud muy hostil con nosotros cuando eso ocurre, nos aterra la idea de que hagamos que se sienta así. Por ello, surgen comportamientos de chequeo y comprobación constante de que todo está bien y no tiene motivos para molestarse con nosotros. Esto resulta tan agotador que lleva a una acumulación de estrés casi constante, y a tener problemas para dormir bien.
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Tomas Santa Cecilia
Tomas Santa Cecilia
Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual
Mi nombre es Tomás Santa Cecilia y soy psicólogo especializado en el modelo cognitivo conductual; trabajo para personas individuales que necesitan ayuda, así como con parejas e incluso grupos de empresas. Además, las sesiones pueden ser realizadas tanto presencialmente como a través del formato online por videollamada.