Muchos de los problemas psicológicos que experimentan los pacientes de psicoterapia están relacionados con la tristeza y el dolor emocional. Esto hace que, en ocasiones, esa sensación de profundo malestar se interpretada por quien la sufre como un ejemplo de un trastorno muy popular: la depresión.
Quien no tiene ganas de hacer nada, nota cómo le falta motivación para todo, se siente extremadamente triste e incluso llega a tener dificultades para experimentar alegría o diversión aparentemente está manifestando síntomas relacionados con la depresión; sin embargo, hay que tener cuidado con estas valoraciones.
Es posible que presente alguno de esos trastornos parecidos a la depresión pero que no lo son y, por supuesto, puede que realmente no sufra ningún trastorno mental. En este artículo exploraremos la primera opción: la de las enfermedades y alteraciones mentales similares a la depresión.
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5 trastornos que puedes confundir con la depresión
En primer lugar hay que tener en cuenta que diagnosticar un trastorno mental es algo muy complicado y que requiere la implicación de profesionales de la salud expertos en el tema. Detectar problemas de tipo psicológico es tremendamente complicado, porque no hay aspectos puramente objetivos en los que fijarse para determinar con un buen margen de seguridad que un individuo tiene tal trastorno o que por el contrario está sano.
Para diagnosticar, los psicólogos y psiquiatras recurren a la información subjetiva que dan los pacientes y los círculos sociales cercanos de estos; no pueden analizar muestras de sangre para diagnosticar fobia social, por ejemplo.
Con la depresión pasa lo mismo, y por eso hay que tener en cuenta que los criterios para diagnosticar este trastorno y no otro son muy concretos y no pueden ser abarcados con una explicación vaga de lo que experimentan las personas que la sufren. A modo de ejemplo, puedes ver estas otras enfermedades y alteraciones psicológicas que, aunque están relacionadas con problemas del estado de ánimo, no son depresión y tienen su propia categoría diagnóstica.
1. Síndrome de fatiga crónica
Esta enfermedad, también conocida como encefalomielitis miálgica, genera algunos síntomas que pueden hacerla pasar por depresión ante alguien inexperto.
En concreto, quien sufre este desorden experimenta una fuerte fatiga de modo constante y sin una explicación aparente que ayude a entender por qué ocurre esto. Además, otros síntomas son las dificultades de concentración, los problemas para dormirse y permanecer en ese estado durante varias horas, y dolores musculares; todos son frecuentes también en los pacientes con depresión.
Entonces, ¿cuál es la diferencia fundamental entre estos trastornos? La motivación. Las personas con síndrome de fatiga crónica se sienten mal porque no tienen fuerzas para hacer aquello que quieren realizar, mientras que las personas con depresión no, porque no se sienten motivadas por prácticamente nada.
2. Distimia
Hay que tener en cuenta que la distimia no se encuentra radicalmente separada de la depresión, y de hecho forma parte de la misma familia de trastornos mentales. Además, incluso la medicación que se da a los pacientes distímicos suele ser la misma que la que se da a aquellos que tienen depresión mayor: antidepresivos.
Sin embargo, el concepto de distimia hace referencia a una especie de depresión significativamente más leve que, eso sí, es crónica, lo cual significa que dura varios años o toda la vida y en vez de consistir en brotes sus síntomas son más estables: se diagnostica después de haberlos sufrido durante más de dos años.
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3. Trastorno bipolar
Existen muchos mitos sobre el trastorno bipolar, e incluso hay quien cree que tiene que ver con tener varias personalidades. Pero, para empeorar la confusión, este desorden puede generar prácticamente todos los síntomas asociados a la depresión. Esto es así porque, tal y como su nombre indica, el trastorno bipolar tiene dos fases, y una de ellas es la depresión. La diferencia entre el paciente bipolar y el depresivo está en la segunda fase del trastorno que presenta el primero: la manía.
Durante las fases de manía, la persona siente una sensación de euforia, la energía y el optimismo se apoderan de su cuerpo y, de hecho, en muchos casos hace que se sientan muy bien. Sin embargo, esta exaltación del ánimo puede hacer que tomen grandes riesgos e incluso que comprometan el bienestar de los demás.
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4. Anemia
La anemia es un problema de salud que en la mayoría de los casos en producido por la falta de hierro en la sangre, lo cual hace que esta tenga menos capacidad a la hora de transportar oxígeno. En prácticamente todos los casos esto genera fatiga y pérdida de fuerza, y además es común que se den mareos y malestar general.
En ocasiones, esta situación puede hacer que quien la sufra haga cada vez menos cosas, hasta el punto en el que se aísla y empieza a sentirse bastante mal por encontrarse en ese estado de pasividad, algo que tiene un parecido superficial con la depresión.
Sin embargo, se trata de una alteración fácilmente identificable a partir de pruebas médicas, y al contrario de lo que ocurre con la depresión puede desaparecer al corregirse su causa original, que suele tener que ver con una dieta inadecuada o con una pérdida de sangre discreta pero constante.
5. Hipotiroidismo
La glándula tiroides, ubicada en el cuello, es una de las mayores productoras de hormonas de nuestro cuerpo, y por eso cualquier problema en su funcionamiento puede producir cambios significativos en el estado de ánimo de la persona.
En el hipotiroidismo, la tiroides segrega menos hormonas de lo normal, y eso produce un bajo estado de ánimo y fatiga, síntomas depresivos. Al igual de lo que ocurre con la anemia, normalmente esto se corrige en su totalidad al actuar sobre la raíz del problema, normalmente tomando medicación.