Dada la buena aceptación de nuestro anterior artículo Aprende Primeros Auxilios Psicológicos con esta práctica guía, aportamos en este nuevas herramientas que nos permitirá conocer algo más sobre las actuaciones de intervención psicológica que suelen realizarse en situaciones de emergencia.
Hay que tener en cuenta que aunque estas son situaciones de crisis muy asociadas al estrés, las características de la situación hacen que esta clase de trabajos sean realizados de un modo diferente a lo que ocurre en la psicoterapia normal en consulta.
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La intervención psicológica en las emergencias
Antes de hablar de los principios básicos de intervención psicológica en emergencias, es necesario establecer los contextos más probables donde poner en marcha esas pautas de intervención. Por lo general son los siguientes:
- Desastres naturales como terremotos, incendios, huracanes, inundaciones, etc.
- Desastres tecnológicos, como aquellos de causas químicas, nucleares, etc.
- Acción terrorista.
- Accidentes de tráfico con varias víctimas.
- Desestabilidad o crisis psíquica.
- Conflictos Bélicos.
Los principios de la atención psicológica en desastres y emergencias
Los principios básicos de intervención en estos contextos son:
1. Proteger
Se trata de conseguir que las personas afectadas se sientan seguras y protegidas. Para ello, hay que habilitar la zonas de:
- Albergues físicos, viviendas o refugios para víctimas y familiares, centros de reunión, etc. También zonas para intervinientes para poder descansar, intercambiar opiniones y coordinarse.
- Del mismo modo se hace necesario establecer puntos para los medios de comunicación sobre todo en emergencias de cierta magnitud.
2. Dirigir
Dirigir através de las instrucciones necesarias de tareas que deba hacer la persona afectada. Recordamos que en la fase de impacto la víctima puede sufrir alteración en la capacidad para procesar la información por lo que nuestra ayuda en ese sentido se hace fundamental.
3. Conectar con la víctima
Para lo cual hay que hacer uso de recursos que faciliten retomar el contacto con la familia y conocidos, lugares que proporcionen información incluyendo los administrativos, etc.
4. Intervenir
Como ya incidimos en el artículo anterior, hay que:
- Garantizar necesidades básicas a las víctimas, como: agua, comida, mantas, etc.
- Facilitar el espacio personal.
- Facilitar el contacto personal a través de la conversación, escucha activa, empatía, etc.
- Ayudar a reunirse con la familia y amigos.
- Facilitar el duelo si ha habido pérdidas personales facilitando la expresión de la emoción.
- Ayudar a controlar las reacciones de estrés.
Estrategias utilizadas en la atención a las víctimas
De forma general, la intervención incluye diferentes estrategias útiles en estos contextos, tales como:
- Apoyo social y de ámbito familiar.
- Técnicas de relajación, siendo la respiración profunda y diafragmática la más usada en estos casos.
- Estrategias de cambio de pensamientos, incidiendo en la culpabilización.
- Estrategias de cambio de conducta, tales como distracción.
- Posibilidad de derivar a un especialista para una intervención más específica.
La gestión del duelo
Una de las intervenciones más frecuentes y dolorosas para las víctimas es el afrontamiento de la pérdida de un ser querido (o varios) cuando la situación de emergencia así lo produce.
En este sentido y una vez finalizada la fase de impacto, suele ser recurrente la intervención en duelo cuando ha habido fallecidos. Esta intervención se realiza tanto en personas afectadas como familiares.
Podemos decir que el duelo es una reacción emocional normal ante la pérdida de un ser querido. Se trata de un proceso que debe ser elaborado correctamente para evitar problemas futuros. En ese sentido, William Wordem (1997) describe a la perfección en su libro práctico El Tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia, las tareas que la persona debe realizar para superar y elaborar correctamente el duelo. Estas tareas son cuatro y debe seguir el siguiente orden aunque en ocasiones la tarea I y II se dan conjuntamente:
- Tarea I. Aceptar la realidad de la pérdida, es decir, la persona asume con dolor e incluso con cierta sensación de “irrealidad” que el fallecimiento ha ocurrido, no hay marcha atrás
- Tarea II. Expresar la emoción y el dolor de la pérdida.
- Tarea III. Adaptarse a un medio en el que la persona que ha muerto está ausente.
- Tarea IV. Continuar viviendo.
El duelo complicado
Todas estas tareas se suelen llevar a cabo a lo largo de los siguientes meses tras el fallecimiento, de una forma gradual y progresiva. Incluso se entienden periodos normales aquellos que llegan a los dos años.
Por otro lado, no superar todas estas tareas, puede dar lugar a un duelo complicado o no resueltos. En estos casos, la persona se queda “anclada” en alguna de esas fases durante un largo periodo de tiempo (años incluso). Son manifestaciones esperables las siguientes:
- Tristeza.
- Enfado.
- Fatiga.
- Impotencia.
- Shock.
- Anhelo.
- Alivio.
- Culpa y reproche.
- Ansiedad.
- **Soledad. **
- Insensibilidad.
- Sensaciones físicas, como: vacío en el estómago, opresión en el pecho, opresión en la garganta, etc. *
La diferencia entre una reacción normal y patológica de duelo lo marcará el factor temporal. Así, no poder pensar en el fallecido unos días, semanas o algunos meses después del fallecimiento, será normal. No lo será sentir esto ocurre diez años después del fallecimiento.
Para saber más acerca del tema, puedes consultar el curso a distancia sobre primeros auxilios psicológicos que Formación Psicológica organiza desde su web.
Referencias bibliográficas:
- Wordem, W. “El Tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia”. 1997. Editorial paidós.