En nuestra vida hiperconectada y que cada vez se inclina más hacia lo digital y las influencias en redes sociales, se empieza a hablar de una idealización de los cuerpos delgados, musculados o irreales. Estar todo el día viendo en nuestras pantallas vidas irreales acompañadas de imágenes corporales “perfectas” y ajustadas a todas las normas sociales, es común sentirnos fuera de esas realidades y desarrollar una baja autoestima por no cumplir con estos estereotipos idealizados.
A raíz de esto y de forma sistemática, se habla de un auge en los trastornos y problemas de salud mental que tienen que ver con la corporalidad y la deseabilidad social asociada a esta. Muchas personas empiezan a describir sintomatología característica de la dismorfia corporal y de los trastornos de la conducta alimentaria. La ciencia apunta a la existencia de una relación bidireccional entre estos dos trastornos, influyéndose mutuamente en el desarrollo y mantenimiento del otro.
En este artículo vamos a descubrir cuál es la relación real entre la dismorfia corporal y los trastornos de la conducta alimentaria; qué comparten estos dos trastornos más allá de su origen centrado en la preocupación por el cuerpo y el deseo de mantenerlo siempre deseable y adecuado a la norma.
¿Qué es la dismorfia corporal?
Como ya venimos comentando, la sociedad actual lleva años caracterizándose por la preocupación por la apariencia física y la imagen corporal. La dismorfia corporal o trastorno dismórfico corporal es una condición caracterizada por una preocupación extrema y obsesiva por algún aspecto de su apariencia física, percibiéndolo de forma distorsionada. Esta preocupación lleva a ser tan abrumadora que afecta negativamente su bienestar emocional, relaciones interpersonales y calidad de vida en general.
Las personas afectadas por este trastorno pueden centrar su atención en cualquier parte del cuerpo, ya sea real o percibida como defectuosa. Pueden obsesionarse con características como la piel, el cabello, la forma de la nariz, los ojos, la mandíbula u otras partes, convencidos/as de que son anormales o desfigurados. A pesar de que estas preocupaciones pueden no percibirse por parte de otras personas, para quien padece este trastorno son muy reales y angustiantes.
La dismorfia corporal puede llevar a comportamientos evitativos, como evitar situaciones sociales o espejos para no enfrentar la percepción de su apariencia "defectuosa". Algunas personas pueden recurrir a procedimientos estéticos o cirugías plásticas repetidamente en un intento de corregir el problema percibido, a pesar de que los resultados nunca parecen satisfactorios. Esta búsqueda constante de la perfección física puede convertirse en una lucha interminable y emocionalmente agotadora.
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¿Qué son los trastornos de la conducta alimentaria?
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) constituyen un grupo de trastornos mentales caracterizados por patrones de comportamiento alimentario desordenado y preocupación obsesiva por el peso, la forma corporal y la apariencia. Los más conocidos son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Estos trastornos afectan tanto a hombres como a mujeres y suelen surgir en la adolescencia o la adultez temprana.
La relación entre la dismorfia corporal y los TCA es intrincada y bidireccional. La dismorfia corporal puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de los TCA, ya que las personas que perciben defectos imaginarios en su apariencia pueden sentir la necesidad de controlar su peso y forma corporal de manera extrema. Esta obsesión puede llevar a la restricción alimentaria y a conductas purgativas para alcanzar la imagen idealizada que creen que deberían tener.
Por otro lado, los TCA también pueden desencadenar o intensificar la dismorfia corporal. Las personas que padecen TCA a menudo experimentan cambios en la percepción de su cuerpo debido a la alteración de sus hábitos alimentarios y a las fluctuaciones de peso. Esto puede exacerbar la preocupación por la apariencia y aumentar la percepción de defectos corporales, incluso cuando no existen en realidad.
Factores subyacentes y causas comunes
Es importante entender que ambos trastornos tienen raíces en una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Es esencial explorar las causas subyacentes y comunes para profundizar en la relación entre ambas condiciones:
1. Presión social y estándares de belleza
La cultura actual obsesionada con la apariencia física e impulsada por estándares de belleza poco realistas y promovidos por medios de comunicación y redes sociales. La constante exposición a estas imágenes puede generar expectativas poco realistas y una insatisfacción constante con la propia vida e imagen corporal.
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2. Vulnerabilidades psicológicas
Factores como la baja autoestima, la ansiedad, la depresión y la necesidad de control predisponen a las personas a desarrollar tanto dismorfia corporal como TCA. Estas pueden amplificarse combinadas con influencias externas como las comentadas anteriormente.
3. Experiencias traumáticas
Haber sido víctima de acoso, burlas o comentarios negativos sobre la apariencia física pueden desencadenar esta dismorfia corporal y TCA. El trauma emocional puede generar mucha inseguridad y desencadenar mecanismos de afrontamiento poco saludables.
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4. Influencia familiar
Los entornos familiares pueden desempeñar papeles cruciales en la aparición de estas condiciones. La exposición a patrones de alimentación desordenada, críticas frecuentes sobre la apariencia y la importancia excesiva del peso y la forma corporal aumentan tanto el riesgo de sufrir dismorfia como TCA.
El ciclo destructivo y la recuperación no lineal
Básicamente, la unión más significativa entre ambos trastornos es el ciclo destructivo que puede atrapar a quienes los experimentan en un torbellino de sufrimiento físico y emocional. La relación entre la dismorfia corporal y los TCA subraya la importancia de abordar ambos problemas de manera integrada en el tratamiento. Comprender cómo estas condiciones interactúan y se influyen mutuamente es esencial para abordar la raíz del problema y ayudar a las personas a romper el ciclo destructivo. La terapia cognitivo-conductual, el apoyo psicológico y la educación sobre la imagen corporal y la nutrición pueden ser componentes cruciales en la recuperación.
Psicóloga Desirée Infante
Psicóloga Desirée Infante
Psicologia y neuropsicologia
Es fundamental reconocer que la recuperación no es lineal y que se requiere tiempo y esfuerzo. A través de un enfoque multidisciplinario y un apoyo adecuado, las personas que luchan con la dismorfia corporal y los TCA pueden encontrar la manera de liberarse del ciclo destructivo y comenzar un camino hacia la sanación física y emocional. Al aumentar la conciencia sobre la interconexión de estas condiciones, podemos trabajar hacia una sociedad que promueva la aceptación personal y celebre la diversidad de cuerpos y mentes.