Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son patologías para las cuales hallar una única causa es imposible. Sin embargo, la explicación más sólida que ha dado la investigación científica señala que en la aparición de la enfermedad convergen tanto factores socioculturales como aspectos individuales y de la personalidad. Ahondemos un poco más al respecto.
Es posible afirmar lo primero ya que los TCA representan un malestar de época. En las sociedades del siglo XXI se promulgan discursos que hacen un culto a cuerpos perfectos que son vendidos como objetos de consumo. Esto conduce a las personas a contrastar una y otra vez el cuerpo deseado, el perfecto, el hegemónico, con el cuerpo real que se tiene. La tecnología, las pantallas, y el lugar que ocupan los distractores del malestar también inciden en la génesis de estos trastornos vinculados a la relación con la alimentación. Además, los hechos que acontecen en el mundo se reflejan en las estadísticas: se ha hallado que la pandemia por el COVID-19 ha inducido ciertos estresores —como las medidas de distanciamiento social y de confinamiento— que podrían haber exacerbado los factores desencadenantes de un TCA. Otros estudios indican que los TCA aumentaron en España en más de un 200% en el período donde permanecer en casa era obligatorio.
Sin embargo, dichos factores no son suficientes para explicar el origen de un TCA. A lo largo de las últimas décadas se ha elaborado un núcleo de artículos científicos bajo el propósito de hallar o no relaciones entre los TCA y otras variables individuales. En relación con esto, Arija-Val y colaboradores señalan que los TCA habitualmente se presentan en simultáneo con otras condiciones psiquiátricas que alteran la gravedad y el pronóstico de estas patologías.
Tal es el caso de la comorbilidad con la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, la existencia de autolesiones y la ansiedad. Además de presentarse en conjunto, el hecho de sufrir un trastorno psiquiátrico previamente podría propiciar el desarrollo de un TCA. La literatura acerca del tema es vasta, por lo que pretender abordar todo lo que se conoce respecto a la relación entre TCA y variables psicológicas sería inabarcable en este artículo. No obstante, proponemos recorrer los hallazgos a los que ha arribado una línea de investigación particular, rastreando la relación entre los TCA y los trastornos de la personalidad.
Los trastornos de la conducta alimentaria
En primer lugar, conocer los fundamentos básicos sobre qué implica un TCA es clave para comprender su relación con los trastornos de la personalidad. Los trastornos de la conducta alimentaria son un conjunto de afecciones distinguibles —tales como la anorexia nerviosa, la bulimia, trastorno por atracón, TANE—, pero que comparten la presencia de una serie de creencias negativas en torno a la comida y la realización de conductas que apuntan la restricción o la purga en relación a la ingesta.
En la actualidad, se considera que la prevalencia de los TCA es del 5,7% en las mujeres y el 2,2% en los hombres, ubicando a las mujeres y a los jóvenes como principales grupos de riesgo a padecer un TCA. Afortunadamente, los TCA pueden ser tratados. En general, la evidencia empírica apoya la idea de que los tratamientos llevados a cabo por equipos interdisciplinares son los más efectivos. Esto supone el trabajo conjunto de psiquiatras, nutriólogos, psicólogos y otros profesionales que amparen a el o la paciente y, asimismo, intervengan sobre su red familiar y de apoyo para sostener la recuperación y adherencia al tratamiento.
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Personalidad: rasgos y trastornos
Además de los factores socioculturales enunciados y la presencia de otros trastornos mentales, ciertos rasgos de personalidad podrían vincularse a los TCA. La personalidad es, de acuerdo con algunos autores, una forma de comunicarse, pensar, expresar las emociones y reaccionar frente a los demás de manera más o menos coherente y sostenida en el tiempo. A veces, los rasgos pueden tornarse inflexibles e impedir que el individuo se adapte al medio social, causando altos grados de malestar en su vida y mermando en sus áreas vitales.
De acuerdo con estas teorías, los individuos contamos con rasgos de la personalidad (rasgos obsesivos, de timidez, etcétera) que en sí mismos no implican un trastorno, sino una tendencia a pensar, sentir y actuar de determinada forma. Es la alteración de los rasgos de personalidad la que da pie al desarrollo de un trastorno de la personalidad. Las personas que padecen un trastorno de la personalidad suelen apartarse de las expectativas que impone la cultura circundante, tanto en una dimensión del pensamiento como en una conductual, y ello afecta negativamente en el modo de vincularse de forma afectiva con los demás.
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La relación entre trastornos de personalidad y TCA
Los pacientes con TCA presentan con frecuencia rasgos de personalidad obsesivos, de conformismo e inhibición. El factor obsesivo, como así la tendencia a la timidez, dependencia y ansiedad suele ser habitual en este tipo de pacientes. En cuanto a los trastornos de personalidad, se ha encontrado que las pacientes con anorexia nerviosa de tipo restrictivo que sufren un trastorno de personalidad comúnmente suele ser un trastorno de personalidad evitativa, caracterizándose por la evasión de situaciones en las que podrían ser evaluadas de manera negativa.
Otra cuestión importante de señalar es que el perfeccionismo y la autoevaluación negativa parece ser una característica que se presenta como antecedente para los TCA más estudiados, la anorexia nerviosa y la bulimia. A la luz de estos datos, podríamos remitirnos al hecho de que uno de los elementos capaces de eclosionar un TCA es el seguimiento de dietas restrictivas. Si a esto se le añade la búsqueda de la perfección y una baja autoestima, es posible que este tipo de trastornos emerja con mayores probabilidades.
Más allá de esto, es necesario aclarar que los estudios no permiten determinar relaciones directamente causales entre trastornos de la personalidad y trastornos de la conducta alimentaria. Esto quiere decir que no podemos afirmar que un trastorno de la personalidad genera, sin mediación alguna, un TCA (como señalábamos en un principio, la explicación más coherente para explicar el origen de éstas patologías sostiene que hay múltiples causas para la enfermedad y que culminan en un mismo momento). La mayoría de investigaciones son de tipo descriptivo o relacional.
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La importancia de recibir tratamiento rápidamente
Eso sí, esto no quita que los hallazgos a los que se ha arribado supongan de gran ayuda para la mejoría de estos pacientes. Por ejemplo, un estudio llevó a cabo un seguimiento del tratamiento de un grupo de pacientes con TCA a lo largo del tiempo. Cuando se hizo una evaluación inicial de las pacientes, el 91% de ellas sufría algún trastorno de la personalidad. No obstante, tras el seguimiento, cuatro años después se volvió a evaluar este factor y se encontró que sólo el 36% sufría un trastorno de la personalidad. Por lo tanto, en pacientes que padecen ambos trastornos, los tratamientos para el TCA podrían suponer una mejoría para las dos patologías.
Psicología Y Psicoterapia Miguel Ángel
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Centro sanitario de Psicología
Esto conduce a enfatizar la importancia vital que tiene consultar cuanto antes con un equipo de profesionales de la salud capaces de llevar a cabo un tratamiento adecuado para un o una paciente con TCA; y en caso de conocer a alguien que esté atravesando por dicha situación, acompañar en la medida de lo posible a que la persona inicie el tratamiento.