Poder ejercer como psicoterapeuta no solo consiste en tener "una sensibilidad especial" ni por el hecho de que nos guste tratar cara a cara con la personas. Hay una serie de competencias, teóricas y también prácticas, que es necesario dominar para poder ofrecer el mejor de los servicios posibles.
Los requisitos para ser terapeuta, en definitiva, tienen que ver tanto con nuestras habilidades practicadas como de nuestros conocimientos adquiridos mediante la formación y el estudio. Veamos cuáles son.
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Los requisitos básicos para ofrecer psicoterapia
Los que puedes encontrar a continuación son una serie de requisitos básicos que debe cumplir todo psicoterapeuta.
De esto dependerá que ofrezca o no garantías de que se está ofreciendo un servicio de calidad, así que conviene llegar a dominar todas esas áreas de excelencia.
1. Rechazar los prejuicios
Varios años de investigación psicológica muestran que, de manera espontánea e involuntaria, los prejuicios y las etiquetas aparecen en nuestra mente cuando empezamos a relacionarnos con alguien que conocemos poco. Esto, que en ciertos contextos resulta útil, debe ser tenido en cuenta en la consulta, y por eso es necesario velar por identificar esos prejuicios sobre los pacientes y evitar que su influencia se extienda a nuestras decisiones y análisis más relevantes.
De lo que se trata, pues, es de revisar constantemente lo que se cree acerca de la otra persona, detectar valoraciones con poco sustento y aislar su efecto.
2. Aprender a dominar los silencios
En un diálogo, como aquellos que se llevan a cabo en las sesiones de psicoterapia, los silencios siempre son algo, nunca son "nada". Es decir, nos aportan información y además producen un efecto, al igual que las palabras.
Es por eso que entre los requisitos del buen terapeuta se encuentra la habilidad de dominar los silencios; no hay que evitarlos, sino usarlos del modo más adecuado para que las sesiones progresen.
3. Autocontrol
Los psicoterapeutas deben aprender a separar sus propias preferencias de los objetivos de las sesiones que ofrecen en consulta. Por eso no pueden dejarse llevar por los impulsos, dentro de lo que se considera ético. Aunque su trabajo se apoya mucho en el diálogo, eso no significa que ofrezcan conversaciones informales en las que ambas partes tratan más de dar una buena imagen que de hacer que el intercambio de ideas resulte útil.
4. La habilidad de leer entre líneas
A menudo, los pacientes no revelan directamente ciertas informaciones, sino que las insinúan. Esto es algo que pasa muy a menudo, más allá de la interpretación psicoanalítica acerca de los mecanismos en los que se expresa lo inconsciente. Puede ser que la otra persona, de forma totalmente voluntaria, prefiera dar solo una parte de la información porque le da vergüenza hablar de forma más directa.
Del mismo modo, en ocasiones al interlocutor se le escapa una idea que puede ser intuida si analizamos el tipo de discurso que se utiliza.
5. Habilidad de trabajo en equipo
Los psicoterapeutas cada vez trabajan más en colaboración con otros profesionales del ámbito de la salud y el bienestar. Es por eso que, aunque frente a los pacientes la única parte que actúa desde un rol profesional sea el terapeuta, una vez ha finalizado la sesión el trabajo prosigue estableciendo puentes de comunicación fluida con logopedas, pedagogos, padres, maestros, etc.
6. Conocimiento del código deontológico
Un punto imprescindible para garantizar que se actúa siguiendo un código ético. Ofrecer tratamientos cuya eficacia no ha sido validada científicamente, por ejemplo, o hablar con otras personas acerca de detalles de la vida de un paciente que este ha revelado en las sesiones, son claramente comportamientos poco éticos que pueden ser denunciados.
7. Capacidad para establecer vínculo terapéutico
Las sesiones de terapia no solo consisten en la información que se trata en ellas, sino también en la relación terapéutica que se crea entre las diferentes partes. Para ello hay que ir ganándose la confianza de los pacientes, demostrando que no prejuzgamos ni hacemos juicios de valor sobre lo que se cuenta, entre otras cosas.
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8. Asertividad profesional
Los terapeutas se encuentran frecuentemente en una situación en la que deben tratar que la otra persona hable sobre aspectos dolorosos de su vida, o bien que producen vergüenza. Es necesario saber cómo afrontar estos temas sin evitarlos para no incomodar al paciente. Ahora bien, es necesario hacerlo con tacto.
9. Conocimiento de las técnicas más eficaces
Los terapeutas deben estar lo suficientemente formados para conocer las herramientas con las que cuenta la psicología a la hora de la intervención. Además, es necesario tener en cuenta que no existen soluciones universales y que cada problema tiene asociado un tratamiento que ha sido validado científicamente para esos casos.
10. Conocimiento de los criterios diagnósticos
Finalmente, los terapeutas deben conocer cuáles son las características de los diferentes trastornos mentales y de qué modo se detectan. Esto requiere mucho estudio y una formación continuada.
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