Nadie es capaz de vivir sin contacto con los demás, el ser humano es un animal social por naturaleza. Sin embargo, algunas personas son más sociables que otras, y otras se sienten más cómodas centrándose en sus pensamientos e ideas internas, en lugar de en lo que ocurre en el exterior. Pero absolutamente todos necesitamos interactuar con los demás, aunque algunos contactos pueden llegar a desgastarnos si nos involucramos demasiado.
Nuestros cerebros consumen muchos recursos cuando interactuamos con los demás, incluso si es algo que hacemos para divertirnos en nuestro tiempo libre. Después de un periodo de socialización, nuestro cuerpo necesita descansar, y nuestra mente también. No queremos salir más porque necesitamos recuperarnos.
Algunas personas son más susceptibles a sufrir este tipo de agotamiento que ocurre tras pasar un tiempo rodeados de otros y es posible que deban tomar medidas adicionales para recuperarse.
En este artículo hablamos de las resacas sociales, qué son exactamente y exponemos sus causas más frecuentes.
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¿Qué es la resaca social?
La resaca social no es un síndrome médicamente reconocido; es simplemente la forma corriente de describir el estado de cansancio que se produce después de la interacción social.
Pasar tiempo con otras personas puede producir un estado similar al de la resaca. El agotamiento físico, mental y emocional, junto con la irritabilidad y la apatía, son síntomas de la denominada resaca social. Cuando ocurre, la mente tarda más en procesar la información que recibe, los movimientos se ralentizan e incluso, como en la resaca física producida por el alcohol, pueden aparecer dolores de cabeza o musculares debido a la tensión de la socialización.
El término resaca social adquirió popularidad tras los meses de confinamiento y el levantamiento de las medidas de distanciamiento social decretadas durante la reciente crisis del COVID-19. La progresiva vuelta a la normalidad ha hizo que todos volvamos a relacionarnos, pero esta vez de una forma excesiva, distinta a la habitual, para recuperar el supuesto tiempo perdido.
Pero, después de estar aislados por un largo periodo de tiempo, conectarse constantemente con las personas puede tener efectos psicológicos negativos, como la resaca social. Algo que puede parecer paradójico porque el contacto con los demás era lo que más deseábamos durante la pandemia.
En su obra Política, Aristóteles argumentó que los humanos son seres sociales por naturaleza. Si bien todas las personas necesitan conectar con los demás de forma significativa, el grado de esta necesidad difiere para cada persona. La cantidad de interacción social que necesitan las personas extravertidas es mayor que la de las personas más introvertidas, que se enfocan más en su interior, en vez de lo que ocurre en el exterior, incluyendo al resto del mundo.
Además, nuestra necesidad de conexión puede ser diferente dependiendo de nuestro momento vital. Nuestro contexto también puede influir en cómo nos comportamos y cómo reaccionamos cuando estamos con otras personas. Puede que en momentos de estrés o transición acabemos más cansados tras pasar tiempo con gente.
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Causas de la resaca social
Cuando experimentamos una resaca social, nos sentimos letárgicos, nos cuesta concentrarnos y estamos de mal humor. Nuestra mente y nuestro cuerpo parecen estar agobiándonos, y no queremos hablar con nadie ni salir.
Pasar tiempo con otras personas, aunque no seamos conscientes de ello, requiere esfuerzo, tenemos que considerar: lo que estamos diciendo, haciendo, cómo nos ven los demás, cómo nos vemos a nosotros mismos, escuchar lo que otras personas nos dicen, elaborar una respuesta, interpretar el lenguaje no verbal.. etc. Como vemos, son muchos los recursos cognitivos que invertimos a la hora de interactuar con los demás. Normal, que después de socializar en exceso, nuestro cuerpo y nuestra mente digan basta.
El término resaca social describe este agotamiento físico y mental, aunque no es una condición médica diagnosticable. Se relaciona con otras condiciones y diagnósticos.
Por ejemplo, el agotamiento crónico -o burnout- es una ocurrencia común y se considera un síndrome psicológico. Este se manifiesta habitualmente en el lugar de trabajo, cuando un empleado ha estado sometido a un largo periodo de estrés. Aunque el agotamiento crónico también puede ocurrir en otras áreas de la vida, este responde a dos elementos claves.
En primer lugar, el agotamiento emocional es un estado de sobrecarga psíquica, se tiene la sensación de que se han agotado todos los recursos emocionales, lo que implica sentirse incapacitado para asumir conflictos o responsabilidades.
En segundo lugar está la despersonalización: Cuando experimentamos demasiada interacción social, podemos sentirnos disociados o desconectados de nuestro entorno. Esto se llama despersonalización y puede manifestarse con la aparición de sentimientos y actitudes negativas hacia el entorno.
Existen diferentes factores, que no indican la existencia de ninguna condición patológica subyacente, que pueden favorecer la aparición de la resaca emocional en algunas personas.
1. La introversión
Algunas personas tienen personalidades que las hacen más propensas a sufrir una resaca social. Según algunos especialistas, la introversión es el rasgo de personalidad más indicativo del riesgo de padecer resacas sociales o lo que es lo mismo, periodos de agotamiento si se socializa en exceso.
Las personas introvertidas suelen centrarse en su mundo interior: la reflexión, la introspección y la creatividad. Y necesitan de estas actividades para recuperar su energía. Las personas introvertidas, que están en constantes interacciones sociales, pueden terminar sintiéndose agotados.
Una persona introvertida tiene que dividir su tiempo individual con períodos de estar en compañía, para llegar a un equilibrio en el que no se sienta aislada pero tampoco abrumada.
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2. Desmotivación
Estar con otros cumple muchas funciones importantes: mejora nuestra autoestima y autoconcepto, nos hace sentirnos conectados, nos ayuda a desahogarnos y libera tensiones. Cuando la situación o nuestra propia personalidad hace que este efecto reforzador desaparezca, pueden aparecer frecuentemente resacas sociales.
Normalmente, esta falta de interés por la socialización ocurre cuando estamos tristes, estresados, agotados o desmotivados, en estos momentos puede ser difícil disfrutar de la compañía ajena. Si esta falta de capacidad de disfrutar del contacto con los demás perdura en el tiempo, es aconsejable acudir a algún especialista que determine si puede existir alguna condición que la provoque, como la depresión o el estrés.
También el agotamiento podría estar derivado por el surgimiento y mantenimiento de relaciones conflictivas. Si estamos rodeados de personas que son excesivamente dramáticas, que siempre están peleando, o que nunca dejan de quejarse, en algún momento nuestros recursos para lidiar con las emociones se acabarán y aparecerá el agotamiento emocional.
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3. Personas PAS (altamente sensibles)
Las personas altamente sensibles son susceptibles a cualquier cambio del entorno, por lo que socializar puede desgastarlas más que a otras. El sistema nervioso de las personas sensibles es altamente receptivo a las influencias externas, recibe más información y mayor cantidad de estímulos.
Estas personas reaccionan a las luces, los sonidos y el tacto con más intensidad, también captan las señales no verbales y la información emocional de otras personas con mayor facilidad. Esta sensibilidad requiere recursos de procesamiento adicionales y puede hacer que pasar tiempo interactuando con otros sea más agotador.
4. Un exceso de socialización
Pasar demasiado tiempo socializando, aunque no seamos conscientes, puede ser poco saludable. Incluso las personas extrovertidas, que no presentan alta sensibilidad y motivadas pueden sufrir una resaca social si pasan mucho tiempo con demasiadas personas. Es clave encontrar el término entre pasar tiempo con los demás y con uno mismo para equilibrar los niveles de energía.
Para las personas introvertidas o especialmente sensibles, es importante medir el tiempo de socialización y no esforzarse demasiado durante las interacciones, algo especialmente difícil porque suelen contar con menos recursos sociales que las personas extrovertidas.
5. Condiciones patológicas
Existen diferentes trastornos psicológicos que pueden alterar el estado de ánimo y afectar a las relaciones con los demás. La depresión a menudo se acompaña de un letargo o irritabilidad, que hace que no se quiera estar cerca de los demás. Además, la pérdida de la capacidad de disfrutar (anhedonia) dificulta la socialización.
Las personas que padecen trastornos que implican la hipervigilancia o el control del entorno, pueden acabar agotadas frente a cualquier situación social, ya que agotan muy rápidamente sus recursos. Este tipo de trastornos necesitan tratamiento psicológico.
Conclusión
Si sentimos resaca por socializar demasiado, es porque hemos estado interactuando con personas con mucha frecuencia.
Todos, si nos esforzamos más allá de nuestros límites sociales, podemos experimentar una resaca social. Las necesidades de cada persona son distintas en términos de tiempo y frecuencia en cuanto a las interacciones sociales. Es importante reconocer cuáles son las nuestras para no agotar nuestros recursos emocionales y padecer resacas sociales.
Sin embargo, para encontrar el término medio entre soledad y socialización - clave para mantener tanto nuestra salud física como mental - tendremos que tomarnos un tiempo y renunciar a ciertas actividades.
Aprender a decir no a ciertos planes es fundamental para evitar el agotamiento que aparece tras pasar tiempo con los demás. También mantener nuestro propio espacio y dedicarnos tiempo personal es fundamental para recuperar la energía que necesitamos. Tomar una siesta, o hacer cosas que disfrutamos como leer o hacer ejercicio, pueden disminuir el riesgo de padecer resacas emocionales.