En España, más de 2,4 millones de personas sufren la depresión en su día a día, esto significa que más de un 5,2% de la población española convive con un sentimiento de angustia y tristeza aguda que interfiere o imposibilita vivir su vida con normalidad.
A pesar de la gran incidencia de este trastorno o afección emocional, todavía existen grandes desavenencias dentro de la comunidad científica en torno a la verdadera causa de esta. Una de estas estas teorías es la teoría del malestar de la depresión, la cual explicamos a lo largo de este artículo.
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¿Qué es la teoría del malestar de la depresión?
Conocida también como teoría inflamatoria de la depresión, este modelo explicativo de los trastornos por depresión endógena creado por el médico e investigador de Reino Unido Bruce G. Charlton en el año 2000, intenta explicar el origen de la depresión desde un punto de vista físico u orgánico y no como una reacción psicológica.
Esta teoría comienza con la idea de que cuando nuestro cuerpo es víctima de algún tipo de infección, nuestro propio organismo emite una respuesta de inflamación mediante la cual se llevan a cabo una serie de alteraciones hemodinámicas, de los niveles linfáticos y la liberación de una serie de agentes como las citoquinas, histamina neuropéptidos, etc., con la finalidad de restablecer la salud de nuestro cuerpo.
Además, junto con la inflamación aparece un fenómeno psicológico conocido como Conducta de enfermedad. Este tipo de respuesta psicológica se caracteriza porque la persona experimenta una serie de sensaciones de cansancio, somnolenci, anhedonia y alteraciones cognitivas, toda esta sintomatología coincide con parte del cuadro clínico de la depresión mayor.
El origen de esta conducta de enfermedad se encontraría en los efectos que ciertas proteínas, concretamente las citoquinas, cuyos niveles aumentan ante la aparición de un virus o infección, causan en nuestro cerebro.
Esta asociación entre respuesta física u orgánica de inflamación y respuesta psicológica es la que sugiere la teoría del malestar. Según esta, la depresión endógena es una variedad patológica de la conducta de enfermedad. Por la cual los síntomas permanecen a lo largo del tiempo. Por lo tanto, según esta teoría la depresión está causada por los efectos de una inflación orgánica crónica y de bajo nivel y por la activación crónica del sistema inmune.
Finalmente, el propio Charlton propone que el verdadero efecto de los fármacos antidepresivos a la hora de paliar los síntomas de la enfermedad se encuentra en el efecto analgésico que la mayoría de estos poseen, por lo que al disminuir la inflamación orgánica, disminuyen también los síntomas de la depresión.
¿En qué evidencias se basa esta explicación?
Aunque en un principio resulte algo complicado creer que una depresión no tenga como causa un factor externo que provoque esta respuesta, la teoría del malestar se basa en una serie de evidencias empíricas que la respaldan.
1. Coincidencia de síntomas
Tal y como se menciona anteriormente, los síntomas propios de una depresión mayor coinciden en muchos aspectos con los de la conducta de enfermedad, la cual tiende a aparecer cuando sufrimos algún tipo de enfermedad física.
En estos casos síntomas como la fatiga, la disminución de la energía física o los sentimientos de angustia y tristeza aparecen con el objetivo de que nuestro cuerpo se mantenga en reposo y se recupere cuanto antes.
2. El efecto de las citoquinas
Una de las respuestas fisiológicas que nuestro cuerpo provoca ante la amenaza de una enfermedad es el aumento de las citoquinas. Esta proteína provoca la inflamación con la intención de transmitir a nuestro organismo que se encuentra en un estado de alerta o amenaza.
Si tenemos en cuenta que, habitualmente, en los trastornos con sintomatología depresiva los niveles de citoquinas son mucho más elevados de lo habitual podemos hipotetizar una especie de relación entre estos dos factores.
Además, en el caso concreto del trastorno bipolar, los niveles de citoquina disminuyen durante los episodios de manía o de remisión de síntomas depresivos, por lo que esto refuerza esta asociación.
3. Acción de los antidepresivos
Los fármacos antidepresivos ejercen un efecto sobre los niveles de las citoquinas, concretamente la disminuyen. Por lo tanto esto refuerza la idea de que la causa principal de la depresión endógena se encuentra en los efectos que estas proteínas causan en el organismo.
4. El sistema de respuesta inflamatoria y la depresión
Algunos estudios han demostrado que la inoculación en laboratorio de sustancias o agentes inflamatorios, provoca una serie de síntomas propios de cuadros clínicos de depresión y ansiedad.
Además, se ha establecido una clara relación entre la activación del sistema de respuesta inflamatoria de nuestro organismo y la depresión; ya que este se encuentra activado contínuamente durante este trastorno.
El sistema de respuesta inflamatoria funciona a través de la activación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal, el cual afecta a la regulación de ciertos neurotransmisores como la serotonina y las catecolaminas, directamente relacionadas con los estados de depresión.
5. Acción antidepresiva de los fármacos anti-inflamatorios
Finalmente, algunas investigaciones han descubiertos que la administración de medicación anti-inflamatoria en algunos casos de depresión endógena no solo mejora significativamente los síntomas de esta, sino que además lo hace en mayor proporción que algunos antidepresivos.
¿Y si hay depresión pero no enfermedad inflamatoria?
La principal crítica al modelo explicativo de la teoría del malestar en la depresión es que existen un gran número de casos en los que no se ha podido encontrar una causa física o señal de inflamación orgánica en el paciente.
Sin embargo, según esta teoría se defiende que los procesos de estrés psicológico pueden ocasionar esta inflamación igual que lo hace cualquier tipo de infección, ocasionando así los síntomas de depresión.
La experimentación de altos niveles de estrés durante un largo periodo de tiempo ha sido relacionados en con un aumento de los niveles de citoquinas proinflamatorias. Las cuales, como ya hemos explicado anteriormente, ejercen un efecto directo sobre los niveles de serotonina y otros neurotransmisores relacionados con la depresión.
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