Definir que es un ser vivo es algo complejo, un tema de amplio debate que la ciencia a día de hoy no está demasiado segura si lo tiene claro o no.
Como solo conocemos a formas de vida de la Tierra, los rasgos que consideramos que son los que delimitan aquello que está vivo de lo que no lo está no son extrapolables al resto del universo, pero son lo mejor que tenemos por ahora.
A continuación descubriremos cuáles son las 6 principales características de los seres vivos.
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Las 6 características de los seres vivos (explicadas y resumidas)
¿Qué es la vida? esta pregunta tiene una respuesta compleja, puesto que buscar definiciones de la vida es tan complicado como tratar de buscar donde se encuentra exactamente el alma humana. No es posible dar una definición simple de lo que es la vida sin recurrir a arbitrariedades, debates y discusiones.
Sin embargo, aunque incurra en cierta subjetividad, no establecer un límite entre lo que se considera vivo de lo que no nos puede hacer cometer en el error de pensar que o bien todo está vivo o nada lo está.
Es complicado definir con palabras qué está vivo, pero parece que a nuestro sentido común le parece una tarea muy sencilla identificarlo. Por ejemplo, cuando vamos por la calle y vemos a un gato callejero, un árbol, un perro paseando junto con su dueño o incluso una cucaracha sabemos que todos ellos son seres vivos, organismos biológicos que albergan aquello que llamamos vida. En cambio, las piedras del camino, las nubes en el cielo, un coche en la carretera o una farola sabemos muy bien que no están vivos.
Todo lo que conocemos que está vivo procede de nuestro planeta, algo que nos imposibilita generalizarlo al resto de lo que pueda haber en el Universo. Hasta que no conozcamos una civilización extraterrestre, la definición actual de lo que está vivo solo podrá basarse en nuestra pequeña experiencia terrestre. Por ahora, se considera que los seres vivos son aquellos que reúnen un conjunto de características, las cuales los distinguen de los objetos inanimados y que veremos en profundidad a continuación.
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1. Organización y complejidad
De acuerdo con la teoría celular, que es uno de los conceptos unificadores de la biología, la unidad estructural de todos los organismos es la célula. En sí, las células poseen una organización específica, todas tienen unos tamaños y formas particulares pero lo suficientemente genéricas como para facilitar su reconocimiento.
Hay organismos que están formados por una sola célula llamados unicelulares, mientras que otros son más complejos, compuestos por varias células y que reciben el nombre de pluricelulares. En los organismos pluricelulares las células que los componen trabajan de forma coordinada y se organizan en estructuras complejas como tejidos, órganos y sistemas.
Los seres vivos muestran un alto grado de organización y complejidad. La vida se estructura en diferentes niveles de organización, en donde cada uno de ellos se basa en el nivel previo y constituye el fundamento del siguiente nivel. Por ejemplo, en los organismos pluricelulares tenemos tejidos, subdivididos en células que, a su vez, se subdividen en orgánulos.
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2. Crecimiento y desarrollo
Todos los organismos vivos crecen en algún momento de su ciclo vital. Cuando hablamos de crecimiento en un sentido biológico nos referimos al aumento del tamaño celular, del número de células o de ambos. Incluso los organismos más pequeños, como lo son las bacterias, crecen duplicando su tamaño antes de dividirse de nuevo.
El crecimiento es un fenómeno que puede variar mucho de especie en especie. Hay organismos, como muchos árboles, en los que el crecimiento se da durante toda la vida, mientras que en otros se restringe a cierta etapa o hasta haberse alcanzado cierta altura, como es el caso de los seres humanos.
El desarrollo incluye cualquier cambio que se dé durante la vida de un organismo desde que fue concebido. En el caso de la especie humana, podemos decir que este proceso se da inicio una vez el óvulo ha sido fecundado, sucediéndose las diferentes fases del desarrollo embrionario.
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3. Homeostasis
En el universo, existe una tendencia natural a la pérdida del orden llamada entropía. Las estructuras vivas, organizadas y complejas, son víctimas de esta tendencia, motivo por el cual para mantenerse vivos y funcionar adecuadamente, los organismos deben mantener la constancia del medio interno de su organismo. Este proceso es la homeostasis.
Son varias las condiciones del organismo que es necesario que sean reguladas. Entre ellas tenemos la temperatura corporal, el pH, la concentración de electrolitos, el contenido de agua… El mantenimiento del organismo es un proceso muy costoso, motivo por el cual gran parte de la energía que un ser vivo obtiene de su entorno lo destina a mantener su medio interno dentro de los límites homeostáticos.
4. Irritabilidad
Cuando hablamos de irritabilidad como una de las características de los seres vivos, nos referimos a que la vida es capaz de detectar y responder a los estímulos que recibe. Estos estímulos son los cambios físicos y químicos, tanto procedentes del medio externo como del interno. Entre estos estímulos podemos encontrar:
- Luz: intensidad, cambio de color, dirección o duración de los ciclos luz-oscuridad
- Presión
- Temperatura
- Composición química del suelo, agua o aire circundante.
En los organismos unicelulares, al estar compuestos por una sola célula que realiza todas las funciones vitales, es todo el individuo el que responde al estímulo. En cambio, en los organismos más complejos existen células que se encargan de detectar determinados estímulos.
Por ejemplo, los seres humanos detectamos la luz mediante células especializadas que tenemos en nuestra retina ocular, llamadas conos (detectan colores) y bastones (detectan intensidad de la luz).
5. Metabolismo
Para mantener su elevado grado de complejidad, organización, crecimiento y reproducción, los organismos necesitan materiales del medio externo y transformarlos en otros que les puedan servir. Todas las reacciones químicas que se dan en las células de los seres vivos y que permiten su crecimiento, conservación y reparación reciben el nombre de metabolismo.
Por un lado tenemos el anabolismo, el proceso por el cual las sustancias más simples son transformadas en más complejas, sintetizando nuevas sustancias gastando energía. Un ejemplo de ello es la síntesis de carbohidratos, lípidos y proteínas que, a su vez, ayudan a formar células y tejidos y que son responsables del crecimiento.
Por el otro tenemos el catabolismo, que es el proceso en el que se desmenuza sustancias complejas en más simples, degradando sustancias y obteniendo energía. Un ejemplo de proceso catabólico es la digestión, en la que los alimentos se degradan en compuestos más sencillos como azúcares, aminoácidos y ácidos grasos.
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6. Reproducción
Una de las premisas principales en biología es que toda célula proviene de otra, así que debe existir algún tipo de reproducción que la haya traído al mundo. Hay dos tipos de reproducción: la asexual y la sexual.
La reproducción asexual es la que se lleva a cabo sin la participación de gametos o células reproductoras. Este tipo de reproducción es típica de organismos más simples, como bacterias o protozoarios, sin embargo sí que es cierto que existen especies animales y vegetales que lo llevan a cabo.
De animales con reproducción asexual tenemos medusas, anémonas, caracoles y estrellas de mar, y de plantas con este tipo de reproducción encontramos tulipanes, dientes de león, cebollas y gladiolos. Los métodos que usan los organismos con reproducción asexual son muchos, entre los cuales podemos encontrar partenogénesis, estolones, injertos, esquejes, gemación, esporas...
La reproducción sexual es la que se produce con la participación de gametos, uno femenino y otro masculino. Cuando se combinan estas células producen un huevo o cigoto fecundado, el cual a medida que vaya pasando el tiempo y dándose las condiciones idóneas se irá convirtiendo en un nuevo organismo vivo.
La reproducción sexual es la que se da en la especie humana, en la que el óvulo femenino es fertilizado con un espermatozoide masculino que da lugar a un cigoto que, unos nueve meses después, será un bebé. Es un tipo de reproducción que encontramos en la mayoría de los mamíferos, aves, peces y también en plantas como cactus, dalias o violetas.
La reproducción sexual tiene la ventaja de que contribuye a la variación de rasgos dentro de una especie, un hecho que Charles Darwin y Alfred Wallace ya reconocieron con sus estudios de herencia biológica.
La mayoría de los seres vivos usan una molécula llamada ADN o ácido desoxirribonucleico, la cual es el soporte físico de la información hereditaria que contienen. Existen entes, cuya clasificación como seres vivos es debatible, que hacen uso de otro tipo de moléculas, como es el caso de los retrovirus que usan ARN o ácido ribonucleico como soporte físico de su información hereditaria.
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La reproducción y evolución: características fundamentales para la vida
En la mayoría de los debates sobre dónde poner el límite entre lo que está vivo y lo que no lo está, la capacidad de reproducirse de forma autónoma es considerada la característica esencial para establecer que algo es un ser vivo. Una posible definición para la vida es todo aquello que sea capaz de reproducirse por algún mecanismo y responda a la presión evolutiva.
Las características genéticas de un solo organismo son las mismas durante toda su vida como individuo, pero la composición genética de la especie va cambiando a lo largo de su existencia gracias a procesos de recombinación y mutaciones. Estos fenómenos contribuyen a que haya variabilidad genética, haciendo que la especie vaya cambiando con el paso de las generaciones y, por tanto, evolucionando constantemente.
Lo que más determina la supervivencia de una especie como conjunto es la selección natural. Los individuos que tienen características favorables para sobrevivir en el entorno en el que les ha tocado vivir es más probable que lleguen a la edad reproductiva, tengan descendencia y hagan que sus genes pasen a la siguiente generación. En cambio, los organismos que tengan rasgos desadaptativos tienen menos posibilidades de conseguir sobrevivir y reproducirse, lo cual hace que su carga genética vaya reduciéndose de generación en generación.
En base a esto, se puede ver que los pilares fundamentales para que una especie se mantenga viva son la reproducción y la evolución, en tanto que suponga la capacidad de adaptarse a las demandas del entorno. Cualquier especie, eucariota o procariota, animal o vegetal, uni o pluricelular, se considerará forma de vida si es capaz de reproducirse por su propia cuenta y responder a las demandas del entorno.
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¿Los virus son seres vivos?
En principio, no se considera que los virus sean seres vivos. Entre los principales contraargumentos a aquellos que sí los consideraban como organismos tenemos que no son células y, por lo tanto, no pueden cumplir con todas las funciones vitales de las que hemos hablado anteriormente: organización y complejidad, crecimiento y desarrollo, metabolismo, homeostasis, irritabilidad y reproducción y adaptación.
Los virus no se pueden incluir en el árbol filogenético de la vida: no contienen ribosomas, les falta un ácido nucleico, no tienen registro fósil y no existe ni un gen compartido entre la mayoría de los grupos virales, puesto que son de nueva síntesis ya que la mayoría de sus genes se mezclan con los de los organismos celulares que parasitan y, por lo tanto, las partículas virales no tienen un ancestro común, lo cual hace de ellos un conjunto polifletico, teniendo varios orígenes.
Pero a pesar de ello, se han seguido esgrimiendo varios argumentos para defender que los virus están vivos. Uno de ellos es que son entidades complejas que son capaces de multiplicarse, conteniendo genes y que evolucionan, como es el caso de las variantes del COVID-19. No obstante, se considera que estos mismos argumentos pueden ser fácilmente refutados si se observa el comportamiento viral y se tiene en cuenta datos evolutivos.
Para algunos investigadores, los virus se parecen a los elementos genéticos móviles como los plásmidos, los transposones, los viroides y los priones, agentes subvirales que no son considerados comos seres vivos. Además, los virus no se pueden considerar entidades complejas porque carecen de membranas celulares, cromosomas, ribosomas y orgánulos, sino que son más bien partículas inertes compuestas de algún tipo de ácido nucleico y proteínas.
Se han encontrado partículas idénticas a los virus pero sin genoma funcionando como orgánulos de bacterias y arqueas, como por ejemplo los microcompartimientos bacterianos, un orgánulo de organismos unicelulares que desempeña funciones metabólicas y nutricionales. Los virus “libres”, una vez ingresan en la célula que invaden, se desintegran totalmente, dividiéndose en ácidos nucleicos y proteínas que comenzarán a ser pasados por el proceso de sintetización molecular del huésped, replicándose.
Es por esta razón que los virus se replican, término más correcto que decir que “se reproducen”. Son replicados en parte por las polimerasas, ribosomas y ARN mensajero del huésped, pero no por medios propios ni porque lo haga de forma voluntaria. A este proceso se lo ha denominado como la fábrica de viriones, haciendo referencia a que los virus son fabricados por la maquinaria celular. De hecho, los virus solo se pueden multiplicar y evolucionar en las células. Sin ellas, son materia orgánica completamente inanimada.