Determinismo ambiental: qué es, características y ejemplos

Así es el determinismo ambiental, una perspectiva antropológica y filosófica muy influyente.

Determinismo ambiental

Al tratar de explicar las diferencias entre culturas y el grado de desarrollo entre naciones se han tenido en cuenta varios factores como las influencias entre culturas, su historia, genética y posición geográfica entre otros muchos.

El determinismo ambiental es un enfoque propio de la antropología y la geografía que ha puesto especial énfasis en las características del entorno, el clima y los accidentes geográficos para tratar de explicar los rasgos culturales de diferentes grupos humanos.

Este enfoque, cuyos orígenes se encuentran en la Antigüedad Clásica, tuvo mucha popularidad en los siglos XIX y XX, aunque no estuvo exento de controversias. A continuación descubriremos qué es el determinismo ambiental.

¿Qué es el determinismo ambiental?

El determinismo ambiental es un enfoque propio de la antropología y la geografía que sostiene que el medio ambiente, especialmente factores físicos como los accidentes geográficos, los recursos y el tipo de clima, determina los patrones del grupo humano que se asienta en un determinado territorio, además de tener un desarrollo social directamente dependiente del ambiente que le haya tocado habitar.

Los deterministas ambientales más radicales sostienen que todos los factores ecológicos, climáticos y geográficos explicarían las diferencias culturales humanas antes que los propios factores sociales, genéticos, influencias culturales ajenas e historia. Su principal argumento es que las características físicas de un área, en especial el clima, impacta profundamente en la psicología de los habitantes.

También puede suceder que una persona desarrolle un comportamiento que lo adapta mejor a su entorno y el resto de personas, al ver que es ventajoso, lo imiten extendiendo este nuevo rasgo cultural.

Un ejemplo clásico de determinismo ambiental lo tenemos en la explicación dada por varios antropólogos del siglo XIX. Estos asociaron el hecho de que una cultura estuviera más alejada de los trópicos con un mayor grado de complejidad cultural y desarrollo tecnológico porque, según ellos, los climas tropicales eran más benignos que los fríos, habiendo más recursos. Las culturas tropicales, al tener más fácil acceso a tales recursos, tenían una vida más cómoda y no tenían que desarrollar complejas estrategias de supervivencia a diferencia de los que vivían en sitios fríos, las cuales desarrollaron una mayor inteligencia.

Otro ejemplo también determinista ambiental es la idea de que las culturas insulares tienen unas culturas muy diferentes a las continentales, debido sobre todo a su aislamiento físico. Si bien con el paso del tiempo los transportes hacia las islas han ido mejorando, habiendo mayor facilidad para poder entrar y salir de ellas y habiendo, a su vez, mayor contacto intercultural, los habitantes de cualquier isla tienen la idea de pertenecer a un mundo más conservador y cerrado, “puro”, que los habitantes de regiones continentales.

Antecedentes clásicos

Si bien las ideas modernas de determinismo ambiental tienen sus orígenes en el siglo XIX, cabe mencionar que la idea de que el medio ambiente puede influir en la cultura de un grupo humano es bastante antigua.

Grandes pensadores clásicos como Estrabón, Platón y Aristóteles defendían que las características climáticas de Grecia eran las que habían permitido a los griegos ser una civilización más desarrollada en comparación con sociedades en territorios más cálidos o más fríos, teniendo climas benignos pero no lo suficiente como para no tener que desarrollar una sofisticada sociedad y conocimientos.

Otros pensadores no únicamente asociaron el medio ambiente con los aspectos culturales y psicológicos de un grupo humano, sino que también creyeron ver en el entorno aquello que explicaba las características físicas de las razas. Un ejemplo de ello lo tenemos en el pensador Al-Jahiz, intelectual árabeque pensaba que los factores ambientales explicaban el color de la piel. Creía que la piel oscura propia de los africanos, varias aves, mamíferos e insectos era debida a una alta cantidad de rocas de basalto negro en África Oriental y la Península Arábiga.

Tiempos modernos

Pese a sus antecedentes clásicos, las ideas deterministas ambientales actuales tienen su auge y orígenes a finales del siglo XIX, establecidas fundamentalmente por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel quien las convirtió en la teoría central de su pensamiento. La teoría de Ratzel fue desarrollada tras la publicación de “El Origen de las Especies” de Charles Darwin en 1859, un libro en el que se daba a conocer cómo las características del medio influye en el desarrollo de una especie, estando el ya clásico ejemplo de los pinzones de las Galápagos o la evolución de la polilla moteada en la Inglaterra de la Revolución Industrial.

El determinismo ambiental se volvería muy popular en los países anglosajones y llegaría a Estados Unidos a principios del siglo XX de la mano de Ellen Churchill Semple y Ellsworth Huntington, dos estudiantes de Ratzel. A Huntington se le atribuye haber relacionado el desarrollo económico de un país y la distancia que tenía con respecto al ecuador geográfico, indicando que tanto los climas tropicales como los demasiado polares no son beneficiosos para el desarrollo económico, mientras que los templados tirando para fríos sí, coincidiendo con los países anglosajones y sus colonias.

La decadencia de determinismo ambiental

A pesar de su éxito a principios de 1900, la popularidad del determinismo ambiental fue progresivamente cayendo en el 1920. El motivo de ello es que muchas de las premisas defendidas por los deterministas ambientales se habían mostrado falsas y prejuiciosas, muy asociadas a una ideología racista e imperialista propia de los países anglosajones. Sus afirmaciones sobre cómo el clima y/o la geografía afectaba a la cultura se hacían a priori, sin comprobar debidamente si esto era cierto, algo propio de pseudociencias como la frenología.

Si bien afirmar que el medio ambiente puede condicionar la cultura que se asienta en él no es del todo errado, asegurar que determina totalmente los rasgos culturales de un determinado grupo social es exagerado. Los deterministas ambientales más radicales ignoraban por completo las influencias de otras culturas, la historia, los fenómenos sociales y otras causas que no dependían del ambiente a la hora de explicar el por qué una cultura era como era.

Los deterministas ambientales, sesgados por el supremacismo blanco, ignoraron que a lo largo de la historia han existido innumerables culturas muy desarrolladas que se encontraban en climas que, según ellos, no deberían ser beneficiosos. Algunos ejemplos son el Antiguo Egipto, las civilizaciones mesoamericanas, Japón, India, China y Corea. También ignoraban que el hecho de que Estados Unidos, Alemania, Australia o Sudáfrica tuvieran un mayor desarrollo económico no era debido a su posición geográfica, sino al ser influidos culturalmente por Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial.

Como contrarrespuesta al determinismo ambiental se desarrolló la teoría del posibilismo ambiental o posibilismo geográfico establecido por el geógrafo francés Paul Vidal de la Blanche. Él declaró que el medio ambiente establece limitaciones para el desarrollo cultural pero esto no define por completo a cómo será la cultura. La cultura de un grupo humano vendrá definida por las oportunidades y las decisiones que tomen las personas que la conforman, haciéndole frente a las limitaciones ambientales.

Ejemplo de investigación científica de determinismo ambiental

Si bien el determinismo ambiental tal y como fue conceptualizado a finales del principio XIX acabó siendo progresivamente abandonado, sí que se considera que el medio ambiente puede determinar determinados rasgos culturales.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la investigación llevada a cabo por el grupo de Talhelm y English del 2020, en el que relacionan el grado en el que se respetan las normas sociales con si la cultura de base ha cultivado arroz o trigo.

A lo largo de todo el globo existen todo tipo de pueblos que han plantado diferentes tipos de cultivos, siendo el arroz y el trigo muy comunes. En China existe un hecho bastante curioso que es que existen diferentes culturas que, pese a tener la misma lengua, estar bajo el mismo gobierno político y tener la misma etnia, tienen visiones sobre qué significa quebrantar las normas sociales muy distintas en función de si su cultura ancestral cultivaba arroz o trigo.

Los investigadores explican que el cultivo de arroz ha sido siempre más laborioso que el del trigo, con lo cual, las comunidades en donde se ha cultivado el primero se han visto obligadas a intercambiar tareas entre sus miembros para garantizar que el cultivo no se echa a perder. Además, el cultivo de arroz implica más pasos y recursos que el de trigo, lo cual obligó a las aldeas tener una estructura diseñada de forma más cuidadosa.

Al tener que compartir tareas los miembros de las aldeas en donde se cultivaba arroz han desarrollado un fuerte sentido de respeto por las normas sociales y la reciprocidad. No devolver un favor o no participar en actos sociales es visto de forma muy negativa en la China con cultivos de arroz que no en la China con cultivos de trigo.

Esto también se ha visto en Japón, Corea e, incluso, en territorios africanos con arrozales, en donde impera una cultura colectivista. Alejarse de la norma social en estos países puede hacer que el sujeto se convierta en un paria social.

En cambio, en el mundo occidental, como Estados Unidos o Europa Occidental, ha existido mayor tradición de cultivo de trigo con alguna excepción. En Occidente alejarse de la norma social, siempre y cuando no implique un delito o un daño a otras personas, no está tan mal visto como en el Lejano Oriente, y se percibe más como un simple acto de egoísmo o reivindicación del individualismo antes que un ataque a la sociedad.

Referencias bibliográficas:

  • Talhelm, T. y English, A. S. (2020). Historically rice-farming societies have tighter social norms in China and worldwide. Proceedings of the National Academy of Sciences 117 (33) 19816-19824; DOI: 10.1073/pnas.1909909117

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