Hace 74.000 años aproximadamente, el supervolcán de Toba, situado en Sumatra, Indonesia, entró en erupción. Su actividad fue una de las más violentas de las que se tiene constancia en millones de años; algunos científicos sostienen que, incluso, llegó a significar la casi extinción de la especie humana.
En este artículo te explicamos en qué consiste la teoría de la catástrofe de Toba y cuáles son sus adeptos y sus detractores.
¿Qué es la teoría de la catástrofe de Toba?
Se conoce con este nombre la teoría sostenida por algunos estudiosos según la cual la espectacular erupción del supervolcán de Toba, en Indonesia, provocó un cataclismo natural que causó un “cuello de botella”, es decir, abocó a la humanidad prácticamente a su extinción.
La teoría fue propuesta en 1993 por la periodista científica Ann Gibbons en su artículo Pleistocene Population Explotion, y fue secundada por algunos expertos, como el geólogo Michael R. Rampino (Universidad de Nueva York) y el vulcanólogo Stephen Self (Universidad de de Hawai, Manoa).
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Un cuello de botella en la historia de la humanidad
Básicamente, la teoría de la catástrofe de Toba propone que, hace unos 74.000 años, el supervolcán de Toba, en Sumatra (Indonesia), entró en erupción de una forma tan violenta que provocó una situación altamente crítica para la diversidad biológica de Europa y parte de Asia. La erupción habría tenido consecuencias a varios miles de kilómetros a la redonda, que incluirían la suspensión de una masa de ceniza tan espesa que habría obstruido los rayos del sol.
Ello habría ocasionado un brusco descenso de las temperaturas (de hasta casi 15 grados centígrados en las zonas templadas), la aparición de una época glacial y la consecuente desertización del Asia meridional. Stanley H. Ambrose, de la Universidad de Illinois, afirma en su artículo Late Pleistocene human population bottlenecks, volcanic winter, and differentiation of modern humans que la erupción del Toba habría provocado las temperaturas más bajas de todo el Pleistoceno tardío.
Esta catástrofe climática habría tenido, por supuesto, consecuencias en las poblaciones humanas del momento. Según la ya citada Ann Gibbons, los cambios habrían provocado hambrunas y una elevada mortalidad, que habría reducido la población humana global a 10.000 individuos. Una cifra excesivamente baja que, según la periodista, podría haber llevado a la humanidad a la extinción.
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Supervolcanes y catástrofes naturales
En este punto, es necesario ofrecer una definición adecuada de qué es lo que se conoce como “supervolcán”. Los geólogos definen como tal a los volcanes que poseen una cámara magmática hasta 1.000 veces mayor que un volcán convencional. En el mundo existen varios supervolcanes, cuyos movimientos están constantemente vigilados por los expertos, puesto que su erupción podría resultar fatal debido a la elevadísima carga de magma que entrañan.
Los supervolcanes están repartidos entre todos los continentes. El supervolcán de Toba es uno de los más famosos, pero encontramos también el de Aira (Japón), el de Vales (Nuevo México) y el de Long Valley (California), entre otros. Concretamente, el supervolcán de Yellowstone, en el estado de Wyoming, es el que registra más actividad sísmica, que podría alterar la estabilidad del magma. La superficie del supervolcán de Yellowstone es uno de los paisajes más impresionantes, puesto que se trata de una enorme piscina termal (la Gran Fuente Prismática) que dibuja brillantes colores en su superficie y está enmarcada por un bellísimo paisaje. Quizá poca gente sabe que esta piscina oculta uno de los supervolcanes más activos (y peligrosos) del mundo, en el que los especialistas centran casi toda su atención para prever posibles erupciones.
En el caso del supervolcán de Toba, la erupción que sucedió hace 74.000 años abrió un enorme cráter de casi 100 km de largo. Actualmente, este cráter está completamente cubierto de agua, lo que lo convierte en el lago volcánico más grande del mundo. Como sucede con la mayoría de lugares con actividad magmática, su belleza es tal que, al contemplar el lago y sus alrededores, te olvidas que ese fue el epicentro de una de las mayores catástrofes climáticas de la historia.
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Rastreando el ADN
Si bien se han encontrado rastros de la erupción en lugares tan retirados como el sur de la India (lo que da una idea de cuál fue la magnitud de la erupción), ¿cómo estar tan seguros de que, como consecuencia de la misma, la humanidad estuvo al borde de la extinción?
En este punto, entra en juego el ADN y la genética. Siguiendo el artículo de Ann Gibbons antes citado, se ha podido observar que el ADN de la población humana actual proviene de un grupo muy reducido de ancestros, que vivieron más o menos en la época de la catástrofe volcánica. En concreto, John Maynard Smith, de la Universidad de Sussex, calculó, basándose en datos de ADN mitocondrial (que se hereda de la madre), que hace milenios la población original de humanos se reducía a unas 5.000 mujeres (con sus respectivos compañeros), lo que coincidiría con la idea del “cuello de botella” y la casi extinción de la especie.
¿Cómo pudo salvarse la humanidad? Parece ser, de nuevo basándonos en las evidencias genéticas, que existieron grupos “supervivientes” en el África ecuatorial que apenas se vieron afectados por estos cambios drásticos. Según algunos científicos, sería a partir de estos grupos y sus posteriores y constantes migraciones fuera del continente africano que la población humana pudo recuperarse.
Críticas y refutaciones ante la teoría
A pesar de las evidencias, algunos estudiosos se manifiestan en contra de la teoría del “cuello de botella” provocado por la erupción del Toba, o se muestran, como mínimo, escépticos.
Michael Petraglia, de la Universidad de Cambridge, propone en su artículo New evidence shows populations survived the Toba super-eruption 74,000 years ago (publicado por la Universidad de Oxford) que la erupción no tuvo consecuencias tan graves. Petraglia afirma que, al contrario de lo que muchos expertos aseguran, las formas de vida de los habitantes del sur de la India, una de las zonas afectadas por las cenizas del supervolcán, sobrevivieron a la catástrofe, tal y como atestiguan los restos arqueológicos. Por tanto, se debería descartar una teoría tan “dramática” como la de la práctica extinción de la especie humana y la destrucción de sus actividades.
Obviamente, cuando se tratan temas que sucedieron hace miles de años, nunca hay nada en firme. De momento, lo que sí que tienen claro todos los científicos es que la erupción del supervolcán de Toba fue una de las mayores erupciones volcánicas de los últimos 2 millones de años. Ahora bien, las consecuencias que pudo tener esta catástrofe natural todavía permanecen oscuras.
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