La motricidad gruesa es la que nos permite realizar movimientos de amplio recorrido con la participación de diferentes músculos y la intervención del equilibrio, la agilidad, la fuerza y la velocidad implicada en cada movimiento.
Los movimientos típicos de la motricidad gruesa son caminar y saltar o actividades más complejas como ir en bicicleta o nadar, es decir, movimientos en los que se necesita del funcionamiento de una gran cantidad de músculos. Cuando se produce una enfermedad que afecta a la movilidad gruesa esta habilidad queda limitada, lo cual se observa en individuos con falta de coordinación, con movimientos torpes, lentos e imprecisos.
En este artículo veremos qué es la definición de motricidad gruesa, apuntando sus características más típicas, qué áreas cerebrales están implicadas en el movimiento y algunas de las alteraciones o trastornos que cursan con afectación en este tipo de motricidad.
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¿Qué es la motricidad gruesa?
La motricidad gruesa es un tipo de psicomotricidad que permite realizar movimientos de gran recorrido como mover los brazos o las piernas y que implican la participación de distintos músculos del cuerpo, siendo importante también la agilidad, fuerza y velocidad con las que se realice cada movimiento.
Del mismo modo, este tipo de motricidad nos permite mantener el equilibrio y efectuar cambios en nuestra posición corporal de manera coordinada. En comparación con la motricidad fina, estos son movimientos algo menos precisos y más vinculados a la fuerza.
Así pues, los movimientos que podremos realizar mediante la función de la motricidad gruesa serán caminar, saltar, correr, nadar, e ir en bicicleta, entre otros. Vemos que esta es una habilidad que engloba distintas acciones más o menos complejas; por esta razón seguirá un proceso de desarrollo que empezará en la niñez. El niño empieza gateando e irá madurando hasta así poder ejecutar actividades más complejas como ir en bicicleta.
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Proceso de desarrollo de la motricidad gruesa
El proceso de desarrollo propio de este tipo de motricidad sigue dos principios psicofisiológicos: el céfalo-caudal y el próximo-distal. El primero se refiere al eje vertical que va de la cabeza al hueso del coxis, y el segundo se asocia al eje horizontal del punto central del cuerpo hacia las extremidades. De este modo, primero se moverá la cabeza, luego los brazos, a continuación las manos, el abdomen, las piernas y por último los pies.
En referencia a los niños, la Prueba Denver de Desarrollo se utiliza con la finalidad de medir el progreso de las habilidades motoras tanto gruesas como finas, así como el lenguaje, la personalidad y el desarrollo social, desde el primer mes de vida hasta los 6 años de edad.
Evolución correcta de la motricidad gruesa en niños sanos
La evolución correcta de la motricidad en niños es la siguiente.
- A los 3 meses se da la vuelta de manera intencional.
- A los 4 meses puede controlar la cabeza.
- A los 6 logra sentarse sin ningún apoyo, consiguiendo a los a los 8 meses y medio hacerlo sin ayuda.
- Empieza a gatear entre los 6 y 10 meses.
- Se mantiene de pie con 1 año.
- Logra deambular aproximadamente entre los 12 y 13 meses.
Se ha comprobado que la motricidad gruesa es esencial para que los niños puedan desplazarse para explorar, descubriendo así el entorno que les rodea. También se ha visto importante para el desarrollo de las habilidades de aprendizaje y atención, ya que permite entrenar las capacidades visoespaciales, integración lateral, orientación… capacidades relacionadas con las funciones cognitivas en especial con la lectoescritura.
Cabe señalar también que la motricidad gruesa empieza a desarrollarse antes que la motricidad fina, que engloba la realización de movimientos más pequeños, precisos y con mayor control, necesitando de músculos más pequeños.
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Regiones cerebrales implicadas en la motricidad gruesa
El lóbulo que más se relaciona con el movimiento es el frontal, aunque también hay otros implicados, como el parietal. Como toda función la motricidad, consta de una área motora primaria y unas áreas de asociación; el área motora primaria es la número 4 según la clasificación de Brodmann, y las áreas de asociación (también denominadas en este caso "premotoras") son las 6 y la 8 de Brodmann.
Para la realización del movimiento voluntario son necesarias distintas fases. Primero tendrá lugar la preparación o planificación del objetivo, en esta primera fase interviene el área dorsolateral de la corteza prefrontal, encargada de la intención y planificación; Y el área medial de la corteza prefrontal, empleada para la atención y motivación y la corteza posterior y encrucijada, que proporcionan información sensorial.
Otra fase necesaria para el movimiento óptimo es la programación, en esta actuará principalmente las distintas regiones del área premotora para conseguir crear un programa motor teniendo en cuenta los patrones espacio-temporales, la dirección deseada y la secuenciación temporal.
La última fase es la de realización; se ocupa de ella la corteza motora primaria, que es la que genera la orden, que se envía a la médula espinal para iniciar el movimiento voluntario. De este modo determina las características elementales de los movimientos y los adapta a las distintas condiciones ambientales.
El cerebelo es otra región importante para el movimiento, ya que tiene la función de realizar ajustes en este, regulando también la postura y el tono muscular y permitiendo así un correcto equilibrio.
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Patologías que afectan a la motricidad gruesa
Existen distintos trastornos que repercuten a la correcta realización del movimiento, que presentan diferentes variaciones según en el momento en los que se desarrollaron y de si son adquiridos o si el paciente ya presentaba la afectación desde el nacimiento, o de si aparece un aumento o una disminución de la movilidad.
La quinta edición del Manual Diagnóstico de la Asociación de Psiquiatras Americanos (DSM 5) clasifica distintos trastornos motores, entre los que encontramos el trastorno del desarrollo de la coordinación. Este se define como una alteración en las habilidades motoras que se sitúan por debajo de lo que se espera dada la edad y las oportunidades de aprendizaje que ha tenido el niño. Así pues, el niño mostrará una ejecución torpe de los movimientos con lentitud o imprecisión en su realización.
Este trastorno aparece durante el período de desarrollo, observando que los niños que lo sufren se tropiezan y se caen con más facilidad de lo habitual, les cuesta coger y manejar objetos y presentan hipotonía muscular, que consiste en una debilidad en el tono muscular, flacidez.
El manual también describe el trastorno por movimientos estereotipados, que hace referencias a un comportamiento motor repetitivo sin objetivo y aparentemente guiado. Por ejemplo, se puede observar aleteos de los brazos, balanceo del cuerpo o tendencia a golpearse la cabeza. Así pues será necesario señalar si se produce comportamiento autolesivo y si la afectación es leve (si desaparece con la estimulación), moderada (si es necesario emplear medidas de protección) o grave (cuando requiere de vigilancia continua para evitar lesiones graves).
Por último, el tercer trastorno clasificado dentro de las alteraciones motoras en el DSM 5 es el trastorno por tics. Se caracteriza por los movimientos repetitivos, rápidos, recurrentes y no rítmicos, pudiendo ser motores simples (como parpadear), motores complejos (como saltar), vocales simples (consistirán en realizar sonidos o ruidos sin sentido) o vocales complejos (donde se produce repetición de palabras). De los distintos tics planteados los más frecuentes son los motores.
Se diagnosticarán distintos tipos de trastornos por tics según la modalidad de tic que se presente y la duración de estos. Así pues, el trastorno de la Tourette presenta tics motores múltiples y como mínimo un tic vocal, que persisten durante más de un año y que tienen su comienzo antes de los 18 años.
Otro tipo es el trastorno de tics persistentes, donde aparecen tics motores o vocales, siendo necesario que duren más de un año, y que empieza antes de los 18 años del individuo.
Finalmente, el trastorno de tics transitorios muestra tics motores y/o vocales, pero estos duran menos de un año, empezando también antes de los 18 años.
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Cómo tratar las alteraciones en la motricidad gruesa
Dada la dificultad que se presenta para ejecutar ciertos movimientos será fundamental trabajar y entrenar para conseguir una mejora y así ayudar también a que presente más confianza y seguridad en uno mismo. De este modo, se realizan distintas actividades tanto en la consulta del profesional de la salud como en casa con la ayuda y colaboración de los padres.
Materiales, juegos dinámicos y entretenidos para los niños y que le ayudan a la práctica motriz, pueden ser el paracaídas, que consiste en una tela que permite jugar en grupo, mejorando así la motricidad y la coordinación; el recorrido motriz, que permite coger confianza en uno mismo; o los circuitos de formas, donde se puede trabajar la lateralidad, la coordinación y el equilibrio.
También se puede ejercitar mediante movimientos más habituales sin necesidad de material; por ejemplo, a través de rutias como bajar escaleras, andar sobre los talones o saltar. Podemos empezar por ejercicios más sencillos e ir aumentando la dificultad a medida que se vaya adquiriendo confianza y seguridad.