Cuando pensamos en una adicción, generalmente nos viene a la cabeza la adicción a una sustancia, como por ejemplo: el alcohol o determinadas drogas psicoactivas. Sin embargo, las adicciones pueden ir más allá, y la realidad es que podemos ser adictos/as a prácticamente cualquier cosa.
Así, las adicciones que no implican una sustancia química, se denominan adicciones conductuales.
En este artículo hablaremos de las adicciones conductuales más frecuentes, como por ejemplo la adicción al juego o a las nuevas tecnologías. Comentaremos sus síntomas, sus causas y sus tratamientos (estos dos últimos aspectos de un modo más genérico).
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¿Qué es una adicción?
Antes de conocer las adicciones conductuales, vamos a explicar en qué consiste una adicción. Una adicción es un trastorno psicológico que implica, para la persona, una gran necesidad de consumir cierta sustancia o de realizar ciertas acciones.
Cuando no puede hacerlo, manifiesta el denominado síndrome de abstinencia, un síndrome caracterizado, normalmente, por síntomas opuestos a los que produciría la sustancia o el objeto en cuestión. Es decir, si el alcohol, por ejemplo, nos produce síntomas “depresivos” (a nivel fisiológico), el síndrome de abstinencia al mismo nos causará los síntomas opuestos: sobreexcitación, nerviosismo… pero en un nivel de intensidad muy molesto para el individuo.
Así, a grandes rasgos, una adicción implica dos síntomas básicos: dependencia de la sustancia o el objeto en cuestión (la persona lo “necesita”) y consumo excesivo del mismo. Este consumo (o sobreconsumo) puede llegar a ser muy perjudicial para la persona, a nivel de salud (sobre todo si hablamos de adicciones con sustancia).
De esta forma, y de forma muy genérica, podemos diferenciar dos grandes grupos de adicciones:
- Las adicciones con sustancia (generalmente una sustancia química, como el alcohol, la cocaína o el tabaco).
- Las adicciones sin sustancia (esto es, las adicciones conductuales, como por ejemplo la adicción a las compras o al sexo).
De hecho, el propio DSM-5 (Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales) (APA, 2013), incluye, para hablar de las adicciones, la categoría de “Trastornos adictivos y relacionados a sustancias”, y dentro de su capítulo se incluyen estos dos grandes grupos mencionados (adicciones con y sin sustancia).
Adicciones conductuales: cuáles son, y síntomas
Ahora que ya hemos visto qué implica una adicción, vamos a hablar con más detalle de las adicciones conductuales. Su característica principal, como hemos visto, es que son adicciones sin sustancia. Es decir, lo que crea la adicción no es una sustancia, sino un objeto, una acción, un producto, etc.
Vamos a ver algunas de las adicciones conductuales más frecuentes:
1. Adicción a juegos de Internet
Esta primera de las adicciones conductuales, aún no se considera un diagnóstico oficial, y se ha incluido en la Sección III del DSM-5, en el apartado “Condiciones para más estudios en el futuro”, con el nombre “Internet gaming disorder” o “Trastornos por juegos de internet”. Sin embargo, muchos investigadores la consideran un trastorno existente.
Consiste en la adicción a aquellos juegos virtuales de la red (no se incluyen los juegos de apuestas), que consumen al usuario un tiempo de entre 8 y 10 horas diarias. Su prevalencia en niños/as y adolescentes es muy elevada (8,4% en varones y 4,5% en mujeres), sobre todo en China y Corea del Sur.
2. Adicción al juego
El juego patológico es otra de las adicciones conductuales, contempladas en el propio DSM-5. Esta patología, en el DSM-IV-TR, era incluida en los Trastornos por control de impulsos, pero con la llegada de la la nueva edición del Manual, pasa a considerarse un trastorno adictivo (sin sustancia), al observarse sus grandes similitudes con las adicciones con sustancia (dependencia, tolerancia y abstinencia).
Así, el juego patológico se caracteriza por implicar un comportamiento de juego desadaptativo y persistente, unido a síntomas de deterioro y estrés en la vida del individuo.
Además, aparecen otro tipo de síntomas (que duran al menos 1 año), tales como: engaños a la propia familia para ocultar el grado de implicación con el juego, preocupación por el mismo, intentos de recuperar el dinero perdido al día siguiente, fracaso por controlar o detener el juego, inquietud o irritabilidad cuando se intenta interrumpir el juego, etc.
Este trastorno aparece en el 0,2-0,3% de la población general adulta, y sus tasas son mayores en adolescentes y estudiantes universitarios.
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3. Adicción a Internet
Aunque la adicción a Internet (o la adicción a las nuevas tecnologías virtuales en su conjunto) no se incluya como un trastorno en el DSM-5, sí que es cierto que, dada la evidencia empírica, podríamos considerarla otra de las adicciones conductuales más prevalentes en la actualidad.
Es una realidad el hecho de que cada vez más niños/as y adolescentes (y también adultos) son adictos a Internet, a las redes sociales, a las nuevas tecnologías, etc. Esta adicción se traduce en una necesidad constante de consultar Internet y/o las redes sociales, de no desengancharse de los teléfonos móviles en todo el día, etc.
Es decir, aparece un consumo excesivo de las nuevas tecnologías y una inquietud asociada ante el hecho de no poder utilizarlas.
El problema más grave de ese tipo de alteración es que aparecen otras problemáticas asociadas a dicha adicción, tales como: problemas familiares, trastornos de conducta, baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria, etc.
Otras adicciones conductuales
Hemos visto algunas de las adicciones conductuales (las más conocidas), sin embargo existen muchas más, como por ejemplo: la adicción al sexo, la adicción a las compras…
Estén o no incluidas en el DSM-5, es una realidad innegable el hecho de que estas adicciones aparezcan en gran parte de la población, o si más no, conductas adictivas que podrían constituir un problema grave al interferir en la vida diaria de la persona.
Estas adicciones comparten características comunes, tales como un consumo excesivo, una dependencia, y un malestar asociado ante la imposibilidad de consumir el objeto de deseo / el objeto adictivo.
Causas
¿Por qué nos volvemos adictos a ciertas sustancias (en este caso, objetos o acciones)? Las causas variarán enormemente de una persona a otra, sin bien es cierto que podemos hablar de algunas causas más típicas que otras: problemas familiares, problemas de pareja, necesidad de evadirse de la realidad, baja autoestima, pobre control de los impulsos, poca tolerancia a la frustración, aislamiento social, acoso, bullying, ilusión de control, etc.
En el caso de las adicciones conductuales, lógicamente, no es lo mismo ser adicto/a al sexo que a las compras o a Internet, pero muchas veces las causas son similares.
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Tratamiento
En relación al tratamiento de las adicciones conductuales, cada tratamiento deberá adaptarse a cada caso en concreto, porque cada persona manifestará sus propios síntomas, problemáticas añadidas, preocupaciones, etc.
Sin embargo, sí podemos hablar, a grandes rasgos, de opciones terapéuticas que se utilizan a menudo y han demostrado ser eficaces en el caso de este tipo de adicciones. Algunas de ellas son:
- Terapia cognitivo conductual: con técnicas como la exposición con prevención de respuesta (muy utilizada en el juego patológico).
- Terapia cognitiva: con técnicas como la reestructuración cognitiva, la relajación, etc.
- Terapia farmacológica: con la prescripción de ansiolíticos y antidepresivos.
Lo que está claro es que, además de tratarse la sintomatología nuclear de la adicción, deberá tratarse la base del problema, esto es, su causa. Lo ideal es abordar el problema desde una perspectiva multidisciplinar y sistémica, donde también se trabaje con el entorno del paciente.
Referencias bibliográficas:
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- Cía, A. (2013). Las adicciones no relacionadas a sustancias (DSM-5, APA, 2013): un primer paso hacia la inclusión de las Adicciones Conductuales en las clasificaciones categoriales vigentes. Rev Neuropsiquiatr, 76(4):210-217.
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