¿Consumir Cocaína puede producir un Ictus?

Exploramos el riesgo de sufrir un ictus a causa del consumo de cocaína.

¿Consumir Cocaína puede producir un Ictus?

La cocaína es una sustancia química estimulante cuyo uso es, principalmente, el recreativo. No obstante, no nos faltan historias acerca de leyendas de la música y el cine para corroborar cuán adictivo puede ser su consumo.

A raíz de diversos estudios neuropsicológicos llevados a cabo desde la segunda mitad del siglo pasado, sabemos que las adicciones están sustentadas en la activación del sistema de recompensa de nuestro cerebro. A grandes rasgos, la activación del circuito de recompensa genera una sensación de placer mediante la producción de dopamina, y deja una huella que ocasiona una tendencia a repetir la conducta de la que se obtuvo dicho placer. Sin embargo, este tipo de dinámicas propiciadas por la toma de cocaína pueden llegar a asociarse con enfermedades como el ictus.

La cocaína tiene efectos más allá de lo esperado

Las drogas generan placer, sí. Sin embargo, el consumo de cocaína y otras sustancias psicoactivas provocan un deterioro irreversible de nuestro sistema nervioso, y sus consecuencias pueden ser percibidas fácilmente en el mediano y largo plazo. Específicamente en cuanto a la cocaína, es habitual que las personas padezcan alteraciones severas en sus estados anímicos, se muestren agresivas, depresivas, ansiosas o irritables.

También se ha encontrado que la adicción a la cocaína provoca un grave deterioro en el plano cognitivo, alterando el funcionamiento de nuestra memoria y funciones ejecutivas, es decir, aquellas funciones específicamente humanas que nos permiten operar con la información del medio para resolver una tarea, controlar e inhibir nuestras conductas de acuerdo a entornos sociales, adaptar nuestras estrategias para la resolución de conflictos o tomar de decisiones adaptativas.

Más allá de esto, existe una tendencia a desconocer cómo la cocaína podría suponer un factor de riesgo para padecer, a posteriori, enfermedades de índole orgánica muy graves. Una de ellas es sufrir un ictus —un accidente cerebrovascular (ACV)—, el cual podría ser letal de no recibir una rápida atención. Con el objetivo de prevenir más pérdidas a causa de ambas patologías, tanto de la adicción como los ACV, en este artículo describiremos cómo detectar un ictus, su relación con el consumo de cocaína y la principal hipótesis acerca de cómo esta sustancia podría provocarlo.

Ictus o accidente cerebrovascular: síntomas y tipos

Un ictus o accidente cerebrovascular es una patología que implica la interrupción o reducción de la llegada de la sangre a una región del cerebro. Por lo tanto, el tejido cerebral no puede recibir nutrientes ni oxígeno, lo que conduce a la muerte celular. Algunos factores de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular son la hipertensión, el sobrepeso, la inactividad física, problemas cardíacos, diabetes sin controlar, y, además, el consumo de alcohol excesivo, tabaco y drogas recreativas.

Existen dos tipos principales de ictus, el ictus isquémico y el hemorrágico. El ictus isquémico, también llamado infarto cerebral, está originado por la obstrucción del flujo sanguíneo y es el más común de los tipos (alrededor del 85% de las personas que sufren un ACV es de este tipo). Por su parte, el otro tipo de ictus es el hemorrágico o derrame cerebral, en el que se produce la ruptura de un vaso sanguíneo; genera salida de sangre y la consecuente compresión de estructuras del sistema nervioso central.

Es de vital importancia llamar a un servicio de urgencias de inmediato cuando se perciben los síntomas característicos de un accidente cerebrovascular. Estos son los siguientes:

  • Dificultades para mantenerse de pie y coordinar los movimientos necesarios para caminar.
  • Parálisis de un brazo, pierna o parte del rostro. Se sugiere intentar sonreír y corroborar si un lado de la boca se cae o no, o intentar levantar ambos brazos por encima de la cabeza e intentar comprobar si es posible mantenerlos en alto.
  • Cefalea, dolor de cabeza fuerte y percibido como extraño a un dolor habitual. Puede estar acompañado por pérdida del conocimiento, vómitos o mareos.
  • Pérdida súbita de la visión en un ojo.

¿Cómo puede el consumo de cocaína producir un ictus?

De acuerdo con las últimas investigaciones, el consumo de cocaína supone un factor de riesgo para sufrir un ictus, sea isquémico o hemorrágico, y tal riesgo es independiente de la frecuencia o duración del consumo. No se conoce con exactitud el proceso mediante el cual la cocaína ocasiona una enfermedad cerebrovascular, aunque sí existe consenso respecto a los mecanismos que estarían involucrados en dicho proceso. Veamos esto con detalle.

La cocaína en nuestro cerebro

Por sí misma, los efectos que genera la cocaína en nuestro sistema nervioso se debe a que bloquea los transportadores de noradrenalina y dopamina. Tanto noradrenalina como dopamina son neurotransmisores, es decir, señales químicas que las neuronas liberan para comunicarse con otras, en un proceso denominado sinapsis química. Por su parte, los transportadores son proteínas ubicadas en la membrana de la neurona presináptica —es decir, la neurona que libera el neurotransmisor— cuya función es “reciclar” los neurotransmisores cuando ya han cumplido su función comunicativa, reutilizándolos o degradando las moléculas que los componen para luego emplearlas en otros propósitos.

Lo que ocurre con la cocaína es que ésta se ubica en dichos transportadores, por lo que los neurotransmisores jamás logran reingresar en la neurona presináptica. El resultado de ello es que los neurotransmisores permanecerán en la hendidura sináptica —el espacio entre ambas neuronas— y, por ende, continuarán ejerciendo sus efectos.

Es éste el motivo por el cual la persona que consume cocaína se siente eufórica, ya que estos neurotransmisores pueden operar como excitadores del sistema nervioso central. Por su parte, el incremento de la concentración de noradrenalina en la hendidura sináptica también es lo que produce los efectos negativos del consumo de cocaína, como el aumento de la presión arterial, temblores, sudoración, o una intensificación del estado de alerta.

La relación entre el consumo de cocaína y el desencadenamiento de un ictus

Ahora bien: tras el consumo de cocaína, se dificulta la recaptación de estos neurotransmisores, y por lo tanto el sistema nervioso desarrolla una hipersensibilización a ciertas sustancias como la epinefrina o la norepinefrina. La consecuencia de este proceso de neuroadaptación es un exceso de la actividad simpática.

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En otras palabras, la actividad simpática significa que el organismo se prepara para la acción, brindándonos la capacidad de dar respuestas de lucha, huida o congelamiento; aumenta el tono muscular; se dilatan nuestras pupilas, y se reducen al mínimo aquellas respuestas que no son útiles para la supervivencia en un momento de alerta, como es tener hambre. Este efecto es potenciado con el consumo de cocaína, por lo cual las personas al consumir tendrían mayores riesgos a sufrir un accidente cerebrovascular o ictus bajo tal estado.

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