La habituación a las drogas, más conocida en psicología con el nombre de tolerancia, es definida como el estado de adaptación del organismo a la droga.
Cuando se empieza a consumir cualquier tipo de droga, observamos que cantidades pequeñas de esta producen grandes efectos, cambios y sensaciones en la persona. No es necesario grandes cantidades para que nuestro comportamiento se vea alterado por el narcótico. Pero si seguimos consumiendo la misma droga o drogas similares, notaremos que esta no produce el mismo efecto que producía en un principio, generalmente, este será menor, indicándonos que nuestro cuerpo se ha habituado a la droga.
En el siguiente artículo definiremos el término de tolerancia, así como veremos que este se divide en distintos tipos; también conoceremos qué cambios se produce en nuestro organismo cuando este de habitúa y veremos que el ambiente también influye en el proceso de tolerancia a la droga.
Sigue leyendo si quieres saber qué cambios genera en tu cuerpo el consumo repetido de un narcótico, porque el efecto de este se reduce o cómo disminuir la habituación.
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¿Qué es la habituación a las drogas?
La habituación a las drogas, o también llamada tolerancia, se define como el estado de adaptación del organismo que disminuye la respuesta a la misma cantidad de droga que anteriormente producía un efecto mayor o la necesidad de un aumento de la dosis de consumo para obtener los mismos efectos que se obtenían en un principio. En otras palabras es la disminución del efecto de la droga al consumirla repetidas veces.
Antes de seguir con el caso concreto de habituación a las drogas, veamos como la Psicología describe el término de habituación.
Características de la habituación
La habituación como concepto general en Psicología, se explica como la disminución de la respuesta del individuo ante un estímulo presentado repetidamente. Es un proceso central, es decir, se produce por cambio en el sistema nervioso central (SNC) y no por un estado de cansancio del individuos o por una adaptación sensorial. La respuesta es innata, diferenciándose de la extinción donde sí se produjo un aprendizaje.
Algunas de sus propiedades son la especificidad estimular, esto significa que sólo se presentará disminución de la respuesta ante el estímulo en concreto que haya producido la habituación y generalización, se produce habituación al estímulo específico en diferentes situaciones.
Este proceso puede presentar recuperación espontánea, lo que quiere decir que, con el paso del tiempo, la respuesta ante el estímulo que había disminuido por habituación vuelve a aumentar, retornando al estado inicial.
Entendido el proceso de habituación y más específicamente el de habituación a las drogas, pasaremos a ver que tipo de tolerancias a las drogas existen.
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Tipos de habituación a las drogas
En este apartado definiremos los dos tipos de habituación a las drogas que existen, viendo como el cuerpo actúa sobre la droga y como la sustancia genera cambios en el organismo, más concretamente en sus receptores.
1. Tolerancia farmacocinética o metabólica
Este tipo de habituación a la droga aparece tras la administración repetida de la sustancia, proceso que produce que se aceleren los mecanismos de degradación de esta droga.
En este caso concreto, el cambio se produce en especial en la sustancia, que presenta una disminución de la concentración en el organismo más rápida, causada por la aceleración de su degradación.
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2. Tolerancia farmacodinámica, farmacológica, neural o funcional
Esta variante de la habituación se produce cuando, tras el consumo repetido de la sustancia, los receptores de la droga se habitúan a la presencia de esta, generando un estado de adaptación del organismo a la sustancia y, por consiguiente, se necesita de dosis más elevadas que las precisadas en un principio.
A diferencia del otro tipo de habituación, en la tolerancia farmacodinámica se origina mayor cambio en el organismo, ya que en los lugares de recepción de las drogas en el cerebro, se produce un aumento o disminución del número y sensibilidad a la sustancia.
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La tolerancia cruzada
Mencionadas las dos clases de tolerancias, pasaremos a describir otros dos términos vinculados con la habituación a las drogas.
Nos referiremos a este proceso cuando el consumo de una sustancia en concreto genere no solo habituación a esta, sino que también se presentará tolerancia a otras drogas similares.
Este sería el caso, por ejemplo, de las personas con tolerancia al alcohol, que presentarán también tolerancia a los tranquilizantes, necesitando dosis más elevadas de estos para notar efecto.
La tolerancia inversa
La habituación inversa aparece cuando, tras el consumo de dosis similares o incluso inferiores de una misma droga, se obtienen efectos similares o mayores, presentando así un resultado contrario al esperado por habituación, de aquí el nombre tolerancia inversa.
Este proceso paradójico se debe posiblemente a la acumulación de la droga en determinados tejidos del cuerpo y su posterior liberación, o a una hipersensibilización de los receptores de sustancia. Es decir, un aumento de la función o del número de receptores.
Dados los efectos relacionados con la tolerancia inversa, esta se vincula con la aparición de sobredosis, sin necesidad de que la dosis tomada sea mayor de la consumida normalmente.
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Efectos biológicos que la habituación produce en el organismo
Conocidas las diferentes clases de tolerancia, pasamos a describir el efecto, cambio, que se produce en el organismo en cada uno de los distintos tipos de habitación.
Tolerancia farmacodinámica o funcional
Debido al consumo repetido de la sustancia, la concentración de neurotransmisores (NT) en el espacio sináptico aumenta, este creciente número de NT genera por consiguiente una disminución del número de receptores neuronales, para no estar constantemente mandando señales a las células.
Esta disminución de los receptores recibe el nombre de regulación a la baja. Del mismo modo, es posible también que los receptores se hagan menos sensibles, presentando un umbral de activación mayor.
Contrariamente, si hay una disminución de los neurotransmisores en el espacio sináptico, los receptores aumentarán su número o se volverán más sensibles para aprovechar todos los que hay disponibles. Este proceso tiene el nombre de regulación a la alta de los receptores.
Un ejemplo sería la disminución del número y sensibilidad de los receptores GABA A, tras el consumo persistente de alcohol.
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Tolerancia farmacocinética o metabólica
Como ya hemos apuntado anteriormente, esta tolerancia tiene relación con la disminución más rápida de la cantidad de sustancia por parte del organismo. Es decir, tras repetidos consumos el metabolismo se vuelve cada vez más eficaz en degradar y eliminar la droga.
Por ejemplo, en el caso del alcohol, se produciría una aceleración del metabolismo inducido por enzimas hepáticas, como es el caso de las enzimas del sistema citocromo P-450.
Influencia del contexto a la habituación de las drogas
La influencia que ejerce el contexto sobre la habituación a la droga, produce lo que en Psicología se conoce con el nombre de tolerancia condicionada, concepto propuesto por Siegel, definida como la relación producida entre las señales contextuales donde se consume la sustancia y la respuesta dada por el organista ante este consumo.
Esto supondría que, en el contexto habitual donde se consume la droga, los efectos de esta quedan reducidos, se atenúan, por la respuesta condicionada compensatoria que produce el ambiente, esta respuesta aparece generalmente en el sentido opuesto al efecto producido por la sustancia.
También se intenta explicar la tolerancia partiendo de la teoría del proceso oponente de Solomon y Corbit (1974) o teoría de la motivación adquirida.
Esta teoría expone que, cuando se produce un cambio afectivo intenso, ya sea muy positivo o muy negativo, normalmente suele ir acompañado por el afecto oponente. El primer cambio afectivo intenso recibirá el nombre de “proceso a” y el afecto oponente se denominará “proceso b”.
En las fases iniciales del consumo de la droga, la sustancia produce placer; en estos primeros momentos ya está activado el “proceso b”, relacionado con sensación de displacer, pero en menor medida que el “proceso a”. Esto hará que en el cómputo de “proceso a” y ” proceso b” sea mayor el “proceso a”, generando como ya se ha apuntado antes, una sensación de placer.
Ahora bien, con el consumo repetido, el “proceso a”, que produce placer, se va debilitando. Este hecho se explica por la habituación que aparece a la droga, la tolerancia. En cambio, el “proceso b” seguirá en aumento, volviéndose más intenso, e incrementado cada vez más la sensación de displacer.
Este acontecimiento se relaciona con la aparición de la abstinencia. Es decir, finalmente el efecto con más fuerza y el que prevalece es el “proceso b”, ocasionando así la motivación aversiva que llevará a querer evitar el síndrome de abstinencia.
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Control de la tolerancia establecida
Como hemos presentado en el apartado anterior, la tolerancia puede deberse a un estado de condicionamiento ambiental. Por tanto, se podría eliminar, o disminuir, utilizando extinción, reforzamiento no contingente o inhibición externa.
Referente a la extinción, proceso que aparece por la no presencia de respuesta a un estímulo previamente reforzado, se ha visto que se presenta ante diferentes tipos de sustancias, como podrían ser la morfina, y ante distintas vías de administración, como sería, por ejemplo, la intravenosa.
Por otra parte, el proceso de reforzamiento no contingente, consistente en la presentación, no aparea de estímulo condicionado (EC) y estímulo incondicionada (EI). Es decir, que la aparición del EC señalará la no presentación de EI. Ha obtenido resultados positivos en la disminución de la tolerancia a los efectos sedantes de la morfina en ratas.
Por último, en referencia a la inhibición externa, diferentes autores han apuntado que la reducción de la habituación a la droga se debería a la presentación de un estímulo novedoso en el contexto. Este hecho produciría una respuesta de orientación al nuevo estímulo, que interfiere con la aparición de la tolerancia. El efecto de inhibición externa también reforzaría la creencia de especificidad ambiental de la habitación.
A modo de ejemplo de lo presentado en este apartado citaremos a Linnoila (1986) quien apuntó que: “Es posible que los sujetos que presentan tolerancia a los efectos del etanol en una reunión o en un bar, pierdan esa tolerancia cuando se encuentren en unas circunstancias no asociadas normalmente con etanol, como por ejemplo en un coche”.
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