¿Cuántas vacaciones necesita nuestro cerebro para desconectar de verdad?

Vemos cuántos días de vacaciones son necesarios para desconectar del trabajo realmente.

¿Cuántas vacaciones necesita nuestro cerebro para desconectar de verdad?

Después de todo un año trabajando, es posible que pienses que ningún periodo vacacional será suficiente. Los estudios indican que se necesitan más de 3,5 horas de tiempo libre al día para sentir un buen nivel de satisfacción vital, pero ¿cuál es el límite inferior con los días libres? ¿Existe un mínimo que garantice el descanso cerebral?

Lo cierto es que el cerebro es un órgano que se beneficia de la actividad diaria y los retos, pero que también se deteriora cuando estos son excesivos. La OMS informa, de hecho, que en 2016, casi 400.000 personas fallecieron por un accidente cerebrovascular y 347.000 por una cardiopatía isquémica, todo ello relacionado con el hecho de haber trabajado un exceso de horas. Aseguran también que las jornadas de más de 55 horas semanales aumentan significativamente este riesgo mortal.

Por tanto, se puede afirmar que las vacaciones son una cuestión de salud mental y física, y no solo una oportunidad para viajar y dejar de madrugar. Dejar que el cerebro descanse de las rutinas diarias de trabajo está relacionado con cambios en la química y la actividad neuronal de diferentes regiones. Esto es lo que vamos a explorar aquí: cómo nuestro cerebro aprovecha esa merecida desconexión.

¿Qué efecto tiene el descanso en el cerebro?

Seguramente ya lo hayas notado de forma subjetiva, pero el cerebro necesita descansar. Uno de los procesos clave que tiene lugar en el cerebro durante el descanso es la reducción de la actividad en el sistema de respuesta al estrés. El estrés crónico y las demandas constantes que se viven en el trabajo activan el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), que está involucrado en la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol. Pues bien, durante las vacaciones, la disminución de las demandas laborales y la exposición a entornos relajantes permiten que este sistema de respuesta deje de funcionar de manera paulatina. Por tanto, el cortisol y otras hormonas relacionadas con la activación nerviosa tendrán menor presencia en sangre, favoreciendo la reducción del estrés subjetivo.

Otros efectos beneficiosos del descanso para el cerebro

La reducción del estrés, aunque valiosa, no es la única ventaja de tomarse unas vacaciones. Los períodos de descanso también promueven la plasticidad cerebral, ya que, mediante la exposición a nuevas actividades y entornos, se estimulan diferentes regiones cerebrales y se fomenta la formación de nuevas conexiones neuronales. Esto puede conducir a un aumento de la flexibilidad cognitiva, la creatividad y la capacidad de aprendizaje una vez que regresamos a nuestras rutinas diarias, según los estudios.

Por otro lado, en los periodos de descanso se permite al cerebro llevar a cabo sus procesos de regulación química de nuevo con normalidad. Un ejemplo de ello es la serotonina, la famosa “hormona de la felicidad”, asociada con sensaciones de bienestar. Esta hormona se regula gracias al hipotálamo, encargado de los ritmos biológicos y al cual se le deja funcionar con normalidad cuando se abandonan las rutinas forzadas propias de la vida laboral (madrugar, comer fuera de horario habitual, etcétera).

De hecho, un estudio longitudinal analizó el consumo de antidepresivos en una población Sueca durante 10 años. Encontró que este se reducía drásticamente a medida que aumentaba el número de personas en periodo vacacional.

Estudios de neuroimagen han demostrado que las vacaciones pueden promover cambios en la estructura del cerebro, como un aumento del volumen en la corteza prefrontal y el hipocampo, regiones asociadas con la relajación y la regulación emocional. Asimismo, se ha observado que las vacaciones están asociadas con un aumento en la conectividad entre diferentes regiones cerebrales, lo que se traduce en una mejora en la integración de la información.

La desconexión psicológica durante las vacaciones

Como ves, el cerebro se beneficia enormemente de unas buenas vacaciones, de esas en las que se desconecta del todo. En consecuencia, los efectos psicológicos de los descansos prolongados también se dejan ver en los siguientes efectos:

  • Reducción del estrés y mejora del estado de ánimo: los estudios indican que las personas que toman vacaciones reportan niveles más bajos de estrés y depresión, así como una mayor satisfacción con la vida en comparación con aquellos que no se toman tiempo libre regularmente.
  • Incremento de la creatividad: al tomar distancia de las rutinas diarias y exponer al cerebro a estimulación novedosa, se favorece la creación de nuevas conexiones neuronales y un aumento de la capacidad para generar nuevas ideas. Además, también se tiene más tiempo para dedicarse a actividades creativas.
  • Fortalecimiento de las relaciones interpersonales: las vacaciones ofrecen la oportunidad de pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, lo que fortalece los lazos emocionales y mejora la calidad de las relaciones, teniendo un impacto duradero en el bienestar psicológico.
  • Mejora de la productividad y el rendimiento laboral y académico: varios estudios han demostrado ya que las pausas y los periodos vacacionales ayudan a que el cerebro se recupere.
  • Aumento del bienestar emocional y psicológico general: al enfocarnos en nuestro bienestar y disfrutar de las cosas que nos brindan alegría, experimentamos una mejora general en nuestro bienestar físico, emocional y mental.

¿Cuántas vacaciones necesita nuestro cerebro para desconectar realmente?

Vamos ahora al quid de la cuestión. Al cerebro no le basta con un par de días para recuperar sus funciones hasta niveles sanos, sino que requiere de al menos 7 días, según los estudios. Es en este periodo en el que el cerebro consigue desconectar, esto es, apaciguar la actividad neuronal típica de los periodos de trabajo.

Los expertos en psicología del trabajo sugieren, sin embargo, que para lograr una recuperación duradera a largo plazo se necesita un periodo más largo, de 15 días al menos. De esta manera, además de desactivar el eje hipotalámico-hipofisario que produce las respuestas de estrés, se fomentan otras activaciones relacionadas con el placer y se permite que dichas conexiones se asienten.

El efecto pre y post-vacacional

Los efectos psicológicos de las vacaciones no se circunscriben al periodo propiamente dicho. Un interesante estudio publicado en la revista Psicología y Salud encontró que había una relación significativa entre la reducción del impacto del estrés en la frecuencia cardíaca y la llegada de las vacaciones. Más concretamente, que el estrés empieza ya a reducirse una semana previa a que el trabajador inicie su periodo vacacional.

Pero, como se decía antes, unas vacaciones lo suficientemente largas hacen que los beneficios que proporcionan se mantengan a largo plazo. Así lo encontró otro estudio publicado en 2020: a pesar de que el estrés volvía a su estado inicial en la primera semana de vuelta de vacaciones, el agotamiento no se presentaba hasta 3 semanas después.

El equilibrio entre calidad y cantidad

Aunque es importante tomar vacaciones más largas para desconectar por completo, también es esencial considerar la calidad del tiempo libre que disfrutamos. Incluso si tenemos solo unos días, podemos maximizar los beneficios psicológicos si nos enfocamos en actividades que nos proporcionen descanso y placer genuinos.

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Sin embargo, no todo el mundo tiene el privilegio de tomarse unas vacaciones largas en las que desconectar por completo. En esos casos, los profesionales de la psicología recomiendan reservar días o períodos dedicados en exclusiva a los autocuidados, como practicar ejercicio, leer, meditar o pasar tiempo en espacios naturales.

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