Estamos absortos preocupados por un informe que no hemos terminado y nos ponemos a comer de la bolsa de snacks que teníamos junto al ordenador, para luego no estar seguros de qué o cuándo exactamente lo hemos hecho. Salimos de nuestra casa y llegamos al lugar de trabajo, y aunque sabemos que hemos ido hasta allí, no somos conscientes de cómo hemos llegado.
No estamos hablando de de algún tipo de amnesia, ya que realmente sí sabemos lo que estábamos haciendo. Simplemente no estábamos atendiendo a ello que hacíamos: hemos experimentado una ausencia mental en el primero de los casos, y una laguna temporal en el segundo. Son fenómenos similares, pero conviene no confundirlos. Veamos en qué consisten.
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La atención
Definir y delimitar el concepto de atención es relativamente complejo, dado su estrecha vinculación con otras capacidades mentales tales como la conciencia y la memoria. Por lo general entendemos por atención a aquella capacidad que nos permite ser capaces de seleccionar, orientarnos, enfocar y desenfocar nuestros recursos cognitivos de tal manera que nos permitan obtener información sobre el entorno y sobre nuestra propia conducta, de manera que podamos adaptarnos al medio.
Nos permite también filtrar los estímulos que percibimos y centrarnos en los elementos más importantes, obviando distracciones y no dedicando recursos mentales a detalles innecesarios. Nuestra capacidad atencional varía en base a diferentes circunstancias tales como el nivel de activación, la motivación, la emoción y la cognición, así como otras variables ambientales e incluso biológicas.
En algunos casos nuestra capacidad de atención puede llegar a alterarse, presentándose fenómenos como la ausencia mental y la laguna temporal.
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La ausencia mental como alteración de la atención
Se denomina ausencia mental al fenómeno mediante el cual nuestra capacidad atencional se enfoca y concentra totalmente en los propios pensamientos o en un estímulo o tarea concreta, de tal manera que estímulos fuera de ellos son desatendidos. Así, no procesamos la información del medio como normalmente haríamos pese a que la capacidad para ello sigue estando intacta, actuando de forma automática.
Es lo que ocurre cuando nos quedamos absortos mirando y pensando algo, aunque podamos estar haciendo otras tareas. De hecho, se puede relacionar con el concepto de "estado de Flow" utilizado por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi para definir el estado mental en el que entramos al realizar tareas que nos apasiones y presentan el grado justo de dificultad.
La ausencia mental dificulta que respondamos de forma adaptativa a la estimulación exterior. Sin embargo dicha ausencia se rompe si se hace al sujeto desconectar de sus pensamientos o del elemento en que está plenamente concentrado haciendo que la estimulación exterior se incremente, como por ejemplo si alguien nos llama o aparece un ruido o luz inesperados.
La laguna temporal
Un fenómeno que en principio puede parecer semejante al anterior y que también es una alteración de la atención es la laguna temporal. Sin embargo, se trata de fenómenos diferentes.
La laguna temporal se basa en gran medida en la automatización de las tareas que llevamos a cabo: se considera laguna temporal a aquel fenómeno que se produce cuando estamos realizando algún tipo de actividad más o menos automatizada (especialmente si es repetitiva, fácil o no motiva y nos despierta emotividad) sin que aparezcan durante su realización estímulos destacables que movilicen nuestra atención y nos puedan servir para registrar el tiempo.
Por otro lado, la laguna temporal finaliza cuando tenemos que volver a procesar información de manera activa. La ausencia de algo que nos marque el tiempo hace que posteriormente no seamos capaces de recordar qué ha pasado exactamente durante el tiempo transcurrido. Por ejemplo, si trabajamos en una fábrica o conducimos hasta nuestra casa lo hacemos todo tan automático que llegado a un punto no sabemos qué hemos hecho.
Diferencias entre laguna temporal y asusencia mental
Ambos conceptos pueden parecer muy similares, pero en realidad se trata de alteraciones mentales diferentes. La principal semejanza se da en que en ambos casos el sujeto pierde información debido a alteraciones de tipo atencional, derivándose concretamente de ésta entendida como capacidad de concentración.
Pero las diferencias entre la ausencia mental y la laguna temporal son también perceptibles. En lo que respecta a la ausencia mental, se produce cuando estamos prestando una atención máxima a algo y perdemos información ajena a ello, pero si nos preguntan sí sabemos a qué estábamos atendiendo. Se es más consciente de lo que hemos hecho.
En la laguna temporal se tiene una sensación de pérdida de memoria (si bien hay que recordar que no es una amnesia sino un fenómeno relacionado con la atención), no pudiendo directamente determinar qué ha ocurrido durante un periodo de tiempo (la laguna en sí). No tiene por qué ser causa de fallos en el funcionamiento de estructuras cerebrales involucradas en la memoria, como el hipocampo.
Así pues, las diferencias entre la ausencia mental y la laguna temporal son:
1. La focalización o no en el estímulo
En la ausencia mental la alteración se produce porque dirigimos toda nuestra atención a un tipo de información muy concreto, desatendiendo el resto. En la laguna temporal no llega a haber este tipo de focalización.
2. El grado de automatización
La laguna temporal se produce cuando realizamos acciones simples y repetitivas, o que no requieren que nos concentremos en ellas. Por ejemplo, caminar hacia nuestro lugar de trabajo habitual.
Ocurre lo contrario en el caso de la ausencia mental, basada en nuestra manera de concentrarnos en una tarea interesante y compleja.
3. La sensación de pérdida de memoria
En la ausencia mental no se tiene la sensación de no recordar aspectos relevantes, pero esto sí suele ocurrir en la laguna temporal.
Contexto de aparición: ¿es patológico?
Aunque pueden considerarse y se catalogan como anomalías o alteraciones de la atención, ni la ausencia mental ni la laguna temporal son en sí un fenómeno patológico.
A pesar de ello, pueden aparecer con mayor frecuencia en diferentes trastornos o condiciones, especialmente en el caso de la ausencia mental. Aparece en trastornos como la epilepsia, algunas intoxicaciones alimentarias o por sustancias psicoactivas o tras accidentes cerebrovasculares o traumatismos craneoencefálicos en que se presenten daños neuronales en los núcleos que rigen la atención.
Algunos trastornos mentales en que pueden aparecer con frecuencia son el TDAH, el autismo o en otros trastornos como la depresión o el TOC. También en trastornos como la epilepsia y las demencias y en situaciones como la privación de sueño, las alteraciones de la conciencia o el hambre intensa.
Referencias bibliográficas:
- Belloch, A.; Sandín, B. y Ramos, F. (2008), Manual de Psicopatología, Volumen I. Madrid, McGraw-Hill.