Las relaciones de pareja nunca son fáciles. Muchas veces lo que parecía que podía durar toda la vida deja de funcionar, tomándose la decisión de terminar la relación.
La separación o/y el divorcio puede o no ser un proceso complicado y provocar un profundo sufrimiento a uno o ambos miembros de la pareja. Sin embargo cuando la pareja en cuestión tiene hijos, es necesario tener en cuenta que también va a tener un efecto sobre la vida de éstos. Que los padres traten el tema con ellos con tranquilidad y normalizando la situación es esencial para que puedan procesarlo. Pero hay que tener en cuenta que no tienen la misma capacidad cognitiva un niño de cuatro años que uno de diez.
En este artículo vamos a observar cómo puede afectar el divorcio a los hijos según la edad que tengan o cómo puede llegar a ser interpretado según la edad. También veremos cómo puede hablarse con ellos este tema tan delicado.
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Los niños en el divorcio
El proceso de divorcio puede ser complejo de entender para un niño. El pequeño puede no entender porque sus padres ya no quieren estar juntos cuando siempre lo han estado, o incluso pensar que él o ella puede haber tenido la culpa de que sus progenitores se separen. Tratar el tema con ellos es esencial.
Tenga la edad que tenga. es necesario que sepa que el divorcio no es por algo de lo que él sea responsable, que se le resuelvan las dudas y se le explica de manera clara y ajustada a sus capacidades. Se le debe permitir estar mal y no criminalizar sus emociones respecto a la situación, pero no por ello deben eliminarse los límites y rutinas. Asimismo es importante no intentar ponerle en contra del otro progenitor, y a menos que haya razones para ello permitir que haya contacto entre el menor y ambos padres.
Hay que tener en cuenta que el menor puede reaccionar manifestando diferentes emociones y pensamientos, o bien puede suponer un shock que haga que inicialmente no tenga una reacción. El niño puede tardar en manifestar el dolor, pues puede entrar en estado de duelo y inicialmente negar que el divorcio vaya ocurrir. Es importante procurar que el proceso sea vivido de manera normalizada y con el menor estrés posible, pues si el divorcio no es bien llevado y tratado en el hogar se le puede generar frustración y ansiedad. Eternizar los trámites o intentar aparentar que no ocurre nada, asimismo, puede prolongar la situación y causar más sufrimiento.
Por otro lado, hay que entender que aunque el divorcio de los padres es un evento doloroso para el menor este no tiene por qué suponer que el niño o niña tenga algún tipo de trauma posterior, especialmente teniendo en cuenta que en la actualidad es habitual ver menores con padres divorciados o separados. De hecho es más importante la gestión del hecho y cómo este sea representado y vivido en el hogar que el hecho en sí de la separación.
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Efectos psicológicos en menores de la separación de los padres
A continuación se indica como puede ser tomado el divorcio por niños de diferentes edades y unas ligeras indicaciones de cómo podría intentar hacerse la comunicación de la decisión de divorciarse.
1. El divorcio en menores de dos años
Cuando el divorcio se da en un momento del tiempo en que el hijo o hija es un bebé, éste no tiene capacidad intelectual suficiente para comprender qué está ocurriendo. Sin embargo los cambios en las rutinas y el estado emocional de los progenitores sí puede llegar a ser captado, con lo que puede aparecer miedo, tristeza, agresividad y lloros.
Lo más importante a esta edad es que el menor no perciba la separación como un abandono por parte de uno de sus padres, siendo necesario que el que ambos puedan acceder al menor con suficiente frecuencia. También se le puede dar una explicación de la situación, con un lenguaje ajustado y sencillo.
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2. Cuando tienen entre dos y tres años de edad
Es en esta etapa del desarrollo en la que los niños empiezan a adquirir el habla y la psicomotricidad, así como varios hitos en la adquisición de habilidades cognitivas. Es frecuente que aparezcan retrocesos en las habilidades aprendidas por el niño a consecuencia del estrés, como enuresis o encopresis. Tienden a ser más tímidos y a tener pesadillas.
También comienzan a ser conscientes de sus emociones pero aún sin saber expresarlas correctamente. Es frecuente que se sientan abandonados, o que se fantasee con la vuelta de la pareja.
En este momento evolutivo resulta de utilidad ayudarle a expresar sus emociones, motivarle y hacerle ver que ambos progenitores le aprecian. A pesar de la situación, no se debe dejar de mantener cierta rutina y los límites habituales de comportamiento deben mantenerse.
3. Entre tres y siete años
Según los niños van creciendo, lo hacen también sus habilidades cognitivas.
En esta etapa vital es necesario tener en cuenta que están en un periodo en el que su visión del mundo parte de sí mismos, y en la que además es frecuente que haya pensamiento mágico. Dicho de otro modo, están en una fase egocéntrica que les puede llevar a pensar que la ruptura es culpa suya y en la que además pueden temer que dejen de ser queridos. Suelen volverse extremadamente obedientes y/o negar la ruptura de pareja.
Por ello mismo en esta etapa vital el divorcio debe ser comunicado de una forma comprensible, así como garantizarle que es querido y no se le va a abandonar y que no tiene culpa alguna de la separación.
4. Entre los siete y doce años de edad
En esta época los menores han aprendido que existen diferentes perspectivas y sensaciones aparte de las propias y entienden que sus padres pueden estar sufriendo, motivo por el que es posible que no les comuniquen sus pensamientos al respecto. Es posible que se experimenten disminuciones evidentes en su rendimiento escolar o problemas de comportamiento como peleas con otros alumnos.
En esta etapa el menor entiende la situación, y es de gran importancia explicar tanto la situación como los cambios que se van a provocar. Sin embargo es posible que todavía fantaseen con la posible reconciliación de los padres, en cuyo caso puede ser necesario hacerles entender que esto no se va producir.
5. Los adolescentes y el divorcio de sus padres
Una vez llegada la adolescencia, el menor va a ir poco a poco va ir construyendo su identidad y va ir alcanzando un entendimiento cada vez mayor de las situaciones. En el contexto de un divorcio mal llevado es posible que culpabilicen a uno de los padres, que experimenten una rebeldía aún mayor a la habitual es esta etapa vital, que recurran a conductas de riesgo. También puede que intenten ejercer de confidentes o proteger a sus progenitores.
Como recomendación en esta etapa destaca el comunicar la situación claramente y hacerle partícipe de algunos aspectos como la custodia, así como no asignarle roles que no le corresponden y vigilar las conductas de riesgo.
Referencias bibliográficas:
- Benedek, E.P. y Brown, C.F. (1999). Cómo ayudar a sus hijos a superar el divorcio. España: Ediciones Médicas.
- Liberman, R. (1983). Los hijos ante el divorcio. Barcelona: Hogar del libro.
- Maganto, C. (1988). Matrimonio, separación, divorcio y nuevas parejas. En: A. Espina (Ed.): Las relaciones familiares y su problemática. Universidad del País Vasco. Cuadernos de Extensión Universitaria. Servicio Editorial.
- Mauldon, J. (1990) The Effect of Marital Disruption on Children's Health. Demography; 27(3): 431-446.
- Peterson, J.L. y Zill, Z. (1986). Marital disruption, parent-child relationships and behaviour problems in children. Journal of Marriage and the Family, 48, 295-307.
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