La falta de sueño es uno de los grandes problemas de la sociedad moderna, con consecuencias que van mucho más allá del cansancio o la somnolencia. Cada vez más estudios muestran que no dormir lo suficiente o hacerlo mal puede alterar profundamente nuestro comportamiento social y emocional, transformando incluso a personas habitualmente empáticas en individuos más distantes y menos colaborativos.
En el ámbito laboral, este fenómeno cobra especial relevancia: la privación de sueño no solo afecta el rendimiento, sino que también puede desencadenar actitudes manipuladoras, egoístas o insensibles, conocidas como “estados oscuros” de la personalidad.
La investigación reciente ha descubierto que la falta de sueño reduce la tolerancia al estrés y facilita la aparición de comportamientos antisociales, poniendo en riesgo el clima de convivencia y la productividad de los equipos de trabajo. Por eso, comprender cómo el descanso influye en nuestras relaciones sociales es clave para construir entornos más saludables y colaborativos.
¿Qué es el sueño y por qué importa su calidad?
El sueño es un proceso biológico fundamental para la salud física y mental, esencial para restaurar el cuerpo y la mente tras las actividades diarias. Durante el sueño, el cerebro procesa información, consolida la memoria y regula las emociones, mientras que el cuerpo repara tejidos y equilibra funciones vitales. No se trata solo de la cantidad de horas que pasamos durmiendo, sino también de la calidad del descanso: un sueño profundo y reparador es clave para afrontar el día a día con energía y claridad mental.
La falta de sueño o un sueño de mala calidad puede tener consecuencias inmediatas y duraderas. A corto plazo, se observan problemas de concentración, irritabilidad y una menor capacidad para manejar el estrés. A largo plazo, el déficit crónico de sueño se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y mentales, como la depresión y la ansiedad. Además, la calidad del sueño influye directamente en la manera en que regulamos nuestras emociones y en cómo interactuamos con los demás. Por eso, asegurar un buen descanso no solo beneficia al individuo, sino que también repercute positivamente en el entorno laboral y social, favoreciendo relaciones más saludables y un mejor clima colectivo.
La “Tríada Oscura” y su relación con la personalidad antisocial
La “Tríada Oscura” es un concepto de la psicología que agrupa tres rasgos de personalidad: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Estos rasgos se asocian a comportamientos considerados socialmente indeseables y, en el contexto laboral, pueden generar dinámicas tóxicas y contraproducentes. El narcisismo se caracteriza por una necesidad excesiva de admiración y una tendencia a la autoimportancia; el maquiavelismo implica la manipulación de los demás para alcanzar objetivos propios, a menudo a costa de la honestidad; y la psicopatía se refleja en la falta de empatía y remordimiento, junto con una impulsividad elevada.
Tradicionalmente, la investigación psicológica ha tratado estos rasgos como características estables y difíciles de modificar. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que estos rasgos pueden fluctuar en el día a día, dependiendo de factores situacionales como la calidad y cantidad del sueño. A estos cambios temporales se les conoce como “estados de la tríada oscura”, y su aparición puede influir en la forma en que las personas se comportan en el entorno laboral.
En el contexto del estudio, se observó que cuando los trabajadores reportaban una peor calidad o menor cantidad de sueño, tendían a mostrar niveles más altos de narcisismo (por ejemplo, buscando más admiración), maquiavelismo (utilizando a otros para su propio beneficio) y psicopatía (actuando con menor empatía y remordimiento). Estos comportamientos no solo afectan al bienestar individual, sino que también pueden dañar las relaciones entre compañeros y reducir la productividad general del equipo.
La explicación de este fenómeno radica, en parte, en la capacidad de tolerar el malestar emocional. Cuando una persona no ha dormido bien, su tolerancia al estrés disminuye, lo que facilita la aparición de conductas oscuras. Así, la falta de sueño puede actuar como un detonante que potencia la expresión de rasgos antisociales y manipuladores, aunque estos no sean habituales en la persona. Este enfoque dinámico de la personalidad abre la puerta a la posibilidad de prevenir y mitigar conductas dañinas en el trabajo, mediante la promoción de hábitos saludables de sueño y el manejo del estrés.
El estudio: metodología y hallazgos principales
El estudio que conecta la falta de sueño con la manifestación de rasgos oscuros en el entorno laboral se basó en un diseño de muestreo diario durante diez días consecutivos, involucrando a 103 adultos empleados de Bélgica y Argentina. Cada día, los participantes completaron dos encuestas: una en la mañana, donde evaluaron la calidad y la duración de su sueño la noche anterior, y otra en la tarde, donde reportaron cómo se habían sentido a lo largo de la jornada, incluyendo la presencia de comportamientos asociados a la tríada oscura y su capacidad para tolerar el malestar emocional.
Para medir los “estados de la tríada oscura”, los investigadores adaptaron una escala conocida como el “Dirty Dozen”, que incluye afirmaciones como “Hoy utilicé el engaño o mentí para salirme con la mía”, permitiendo así evaluar de manera breve y específica la aparición de conductas narcisistas, maquiavélicas o psicopáticas en el día a día. Además, incorporaron una pregunta única sobre la tolerancia al malestar emocional, que reflejaba la percepción de cada persona sobre su habilidad para afrontar el estrés y la frustración durante la jornada.
En total, se recopilaron 786 registros diarios completos. El análisis de estos datos mostró que tanto la calidad como la cantidad del sueño estaban negativamente relacionadas con la expresión de los rasgos oscuros. Es decir, en los días en que los participantes reportaron un sueño peor o más corto, también mostraron mayores niveles de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Esto ocurría incluso después de controlar diferencias individuales, lo que indica que no solo ciertas personas son más propensas a estos rasgos, sino que cualquier trabajador puede experimentar un aumento en estas conductas tras una mala noche de sueño.
Los resultados también sugirieron que la tolerancia al malestar emocional actuaba como un mediador importante: una peor calidad de sueño reducía la capacidad de afrontar el estrés, lo que a su vez incrementaba la probabilidad de mostrar comportamientos oscuros. Por último, aunque se exploró si estos estados afectaban el sueño posterior, el efecto inverso fue mínimo, reforzando la idea de que el sueño influye más en la personalidad que viceversa.
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¿Por qué la falta de sueño te vuelve más antisocial?
La falta de sueño puede actuar como un potente detonante para la aparición de comportamientos antisociales en el entorno laboral, y los mecanismos que explican esta relación son tanto psicológicos como fisiológicos. Cuando una persona no duerme bien, su capacidad para regular las emociones y afrontar el estrés disminuye notablemente. Esto se traduce en una menor tolerancia al malestar emocional, lo que facilita que surjan actitudes y conductas propias de la tríada oscura, como el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía.
La investigación muestra que, tras una noche de sueño deficiente, los trabajadores tienden a mostrar niveles más altos de manipulación, deseo de admiración y falta de empatía. Esto ocurre porque el cerebro, privado del descanso necesario, tiene una menor capacidad para inhibir impulsos y pensar de manera reflexiva. Así, las personas son más propensas a reaccionar de forma egoísta o insensible ante los desafíos cotidianos, especialmente en situaciones de estrés o conflicto.
Un aspecto clave de estos hallazgos es que la calidad del sueño parece ser incluso más determinante que la cantidad. Es decir, aunque alguien duerma el número de horas recomendadas, si el sueño no es profundo o reparador, el riesgo de mostrar comportamientos oscuros sigue siendo elevado. La percepción subjetiva de haber dormido mal es suficiente para desencadenar una mayor dificultad en el manejo de emociones negativas y, en consecuencia, una mayor probabilidad de actuar de manera poco colaborativa o incluso dañina con los compañeros de trabajo.
En el día a día, esto puede manifestarse de diversas formas: desde actitudes de superioridad y menosprecio hacia los demás, hasta el uso de tácticas manipulativas para alcanzar objetivos personales, o incluso la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Cada uno de estos comportamientos, aunque sea temporal, puede erosionar la confianza y el clima laboral, afectando no solo al bienestar individual sino también al funcionamiento colectivo del equipo.
En definitiva, la falta de sueño no solo afecta la salud y el rendimiento, sino que también puede convertir a personas que normalmente no muestran rasgos oscuros en individuos más propensos a la manipulación, la insensibilidad y el egocentrismo. Por eso, cuidar la calidad del sueño es fundamental para prevenir la aparición de conductas antisociales y fomentar un ambiente laboral más sano y colaborativo.
La falta de sueño puede convertir a cualquier persona en alguien más propenso a mostrar comportamientos antisociales y manipuladores en el trabajo, especialmente cuando disminuye la tolerancia al estrés. Cuidar la calidad y la cantidad del sueño no solo beneficia la salud individual, sino que también previene dinámicas tóxicas y contribuye a un ambiente laboral más colaborativo y saludable para todos.


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