Las emociones son indispensables para los seres humanos. Por eso la psicología siempre se ha interesado por éstas, en cómo influyen en nuestro pensamiento, nuestra conducta, nuestras relaciones e incluso nuestra salud mental.
En las últimas décadas, el concepto de inteligencia emocional ha ido ganando terreno en el mundo de la ciencia de la conducta puesto que las investigaciones confirman una y otra vez que la correcta expresión y regulación de las emociones favorece al bienestar mental de los individuos. Sin embargo, algunos individuos pueden tener dificultades en relación con sus emociones. Es lo que se conoce como mutismo emocional.
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Qué es el mutismo emocional
Mutismo emocional es un concepto que suele utilizarse para referirse a la Alexitimia, que es la incapacidad de expresar nuestras propias emociones y que puede ser consecuencia de algún trastorno neurológico o de alguna patología, por ejemplo, trastorno disocial o trastorno de estrés postraumático.
Pero el mutismo emocional no afecta igual a todas las personas, pues existen dos tipos de mutismo: primario y secundario. El mutismo primario es el más grave y es causado por una lesión en cerebro. Por ejemplo, por culpa de un ictus o e la esclerosis múltiple. Asimismo, los síntomas del mutismo emocional pueden aparecer en individuos con autismo o parkinson (durante la primera etapa del desarrollo). Los pacientes con TDAH también pueden padecer este desorden.
El mutismo emocional secundario es aquel que tiene su origen en un mal aprendizaje o es consecuencia de algún trastorno que imposibilita la correcto reconocimiento y expresión emocional. Por ejemplo. el estrés postraumático que aparece después de un abuso sexual. Los estudios afirman que un 30% de individuos afectados con algún trastorno psicológico pueden sufrir mutismo emocional.
Síntomas de este desorden
Aunque el mutismo emocional puede aparecer como la falta de expresión emocional, el problema es mucho más profundo, pues la falta de expresión también tiene que ver con problemas de identificación de emociones y de interpretación de la mente de los demás (teoría de la mente), es decir, sus pensamientos o sus estados emocionales.
En resumen, los síntomas del mutismo emocional son:
- Dificultad para identificar e interpretar los pensamientos, emociones y sentimientos de otros
- Comprensión limitada de lo que causa los sentimientos
- Dificultad para expresar sentimientos y emociones, reconocerlas y utilizarlas como señales interna
- Dificultad para reconocer las señales faciales en otros
- Problemas en la localización de las sensaciones del propio cuerpo
- Tendencia a utilizar la acción como estrategia de afrontamiento ante situaciones conflictivas
- Rigidez cognitiva
- Pensamiento concrecretista, desprovisto de símbolos y abstracciones
A pesar de que el mutismo emocional no aparece en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), estos síntomas son característicos de muchos trastornos psicológicos. El mutismo emocional no necesariamente es una patología, sino que puede aparecer como parte de un trastorno o como consecuencia de alguna lesión cerebral.
Tipos de mutismo emocional
Como he comentado en las líneas anteriores, el mutismo emocional puede aparecer por diferentes causas.
Estas causas sirven para clasificar los diferentes tipos de mutismo emocional. Existe el mutismo emocional primario y secundario.
Mutismo emocional primario
Las causas del mutismo emocional primario son biológicas, es decir, que existe un déficit neurológico que afecta a la conexión entre el sistema límbico y el neocórtex, por ejemplo. El sistema límbico gestiona las emociones y el neocórtex se podría decir que es nuestro cerebro emocional. Sin embargo, el mutismo emocional primario también puede aparecer por un problema en la comunicación entre el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo. Muy a grandes rasgos, podríamos decir que el primero regula las emociones y el segundo el lenguaje.
El origen de estos hechos puede ser hereditario, o bien puede deberse a alguna enfermedad de tipo neurológico como el Parkinson.
Mutismo emocional secundario
Este tipo de mutismo emocional suele aparecer como consecuencia de una experiencia traumática en la que la persona ha sufrido tanto que puede quedar afectado. Por ejemplo, en el caso del estrés postraumático originado por una violación o por las vivencias de una guerras, etc..
Ahora bien, el mutismo emocional también aparece como un síntoma de otras psicopatologías o aprendizajes deficientes, por ejemplo, en caso del trastorno depresivo, la mala educación emocional o los diferentes trastornos de la alimentación.
Tratamiento e intervención
El tratamiento del mutismo emocional puede ser complejo, principalmente porque rara vez el paciente buscará ayuda, sino que será un familiar o amigo el que participará en la petición de asistencia. La causa de que el propio afectado no acuda en busca de ayuda es por la falta de conciencia del problema. Esto hace que la familia se convierta en indispensable en estos casos. Solo con la colaboración y el apoyo de éstos el tratamiento puede surgir efecto.
Debido a que las causas pueden ser variadas, el tratamiento también lo puede ser. No obstante, la intervención suele llevarse a cabo con tres opciones: la administración de fármacos (cuando el individuo sufre mutismo emocional primario), la psicoterapia y una estrategia de vida planificada (por eso es tan importante el apoyo familiar).
La terapia psicológica puede ser distinta dependiendo del tipo de mutismo emocional, pues aquellas estrategias de tratamiento centradas en la mejora de la inteligencia emocional, posiblemente solamente sean eficaces para el mutismo emocional secundario.
El desarrollo de la empatía también se ha mostrado efectivo en pacientes afectados por el TDAH. En estos casos, algunas de las actividades que pueden llevarse a cabo son:
- Mejora del autoconocimiento y la observación de las propias emociones.
- Observación de las emociones de los demás.
- La capacidad de entender, etiquetar y regular las emociones de uno mismo.
- Aprender a expresar las emociones.
- Hablar libremente sobre las emociones y no ocultar las dificultades emocionales.
- Aprender a resolver problemas y trabajar el estilo de afrontamiento y la toma de decisiones.
- Trabajar la automotivación y aprender a perseverar en las metas y objetivos.
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