Parálisis de Bell: síntomas, causas y tratamiento

Esta alteración, producida por un problema en el nervio facial, suele desaparecer en unos meses.

Parálisis de Bell.
Este tipo de parálisis puede afectar a toda la cara o solo a una parte de esta.Patrick J. Lynch

Estamos un dia tan tranquilos caminando por la calle y de repente notamos que no podemos cerrar el ojo. Intentamos hablar y nos damos cuenta que no podemos mover la mitad de la boca o la notamos extremadamente débil. Babeamos o se nos cae la comida o bebida de la boca, como si saliéramos del dentista anestesiados. Vamos corriendo al hospital y tras varios exámenes y exploraciones urgentes nos indican que no nos está dando un ictus sino que estamos **sufriendo una parálisis de Bell **.

¿Qué es esto? ¿Ante qué estamos? En este artículo vamos a hablar sobre dicha parálisis.

La parálisis de Bell

La parálisis de Bell, también denominada simplemente parálisis facial a frigore o mononeuropatía del VII par craneal es un trastorno de tipo neurológico en el que parte o la totalidad de la cara sufre una parálisis o bien una disminución del tono muscular. Esta parálisis proviene de una lesión o problemática en el nervio facial o séptimo par craneal, generalmente ante una inflamación. Este nervio permite al ser humano la movilidad de los músculos faciales, de manera que su alteración genera la dificultad o ausencia de movimiento voluntario.

Se trata de un trastorno relativamente común. Los síntomas más habituales son la citada parálisis (la cual suele darse sólo en una mitad de la cara), la imposibilidad de cerrar uno de los ojos, la desviación de la boca hacia el lado que conserva el movimiento, el babeo y las dificultades para hablar y alimentarse. También es frecuente que se lagrimee.

En ocasiones pueden aparecer cefaleas, dolor en mandíbula o alteraciones perceptivas, como hiperacusia o incapacidad para detectar el sabor en el hemicampo afectado. Dichos síntomas suelen aparecer de manera súbita, aunque pueden tardar entre dos y tres días en acabar de surgir y manifestarse en su máximo efecto.

Aunque a simple vista puede no parecer excesivamente limitante, hay que tener en cuenta que puede suponer un perjuicio considerable: las dificultades a la hora de comunicarse pueden afectar en gran medida a las relaciones interpersonales o incluso a nivel laboral. Asimismo estas dificultades comunicacionales y otra como las propias a la hora de beber o alimentarse pueden afectar a la autoestima del paciente y suponer una gran fuente de frustración y estrés.

La parálisis de Bell es un trastorno que puede darse en cualquier momento del ciclo vital, aunque es más frecuente en la adultez y mediana edad (es poco común antes de los dieciséis años). Este tipo de parálisis suele ser temporal (aunque puede llegar a durar meses).

Causas

Como hemos dicho, esta parálisis es causada por la inflamación del séptimo par craneal. Sin embargo las causas de esta inflamación son desconocidas, siendo idiopática (es decir de causa desconocida) en la mayoría de los casos. De hecho, otro de los nombres de este trastorno es parálisis facial idiopática.

En algunos casos parece haber alguna relación con la infección con virus como el herpes simple, el herpes zóster o el VIH. También han aparecido algunos casos a partir de la vacunación contra la gripe. Puede surgir también a partir del padecimiento de alguna lesión o traumatismo craneoencefálico que pueda dañar el nervio.

Otro elemento que podría causarlo es el padecimiento de algún tipo de tumor que generara compresión o afectara directamente al nervio, así como también un accidente cerebrovascular. Por último cabe mencionar que se ha detectado que el hecho de estar embarazada aumenta el riesgo de padecer este tipo de parálisis, así como también el padecimiento de trastornos como la diabetes o afecciones respiratorias.

Tratamiento

La parálisis de Bell es en la gran mayoría de los casos temporal (alrededor de un 80%), con lo que precisar de un tratamiento concreto para esta alteración no es habitual. En los que sí es necesario debido a que la parálisis persista debe explorarse el posible motivo de ésta, analizándose el porqué del mal funcionamiento del séptimo nervio craneal y aplicándose un tratamiento específico para cada caso. Por ejemplo, el uso de antibióticos o antivirales en caso de infección bacteriana o vírica, o el tratamiento de un posible tumor.

Es habitual aplicar esteroides y antiinflamatorios para reducir la inflamación del nervio y la zona circundante. La estimulación bioeléctrica del músculo y la fisioterapia también pueden facilitar la excitación y funcionamiento del nervio.

En los casos en que hay dificultades para cerrar los ojos también se aplican lágrimas artificiales para mantenerlos limpios e hidratados. Por último existe la posibilidad de emplear cirugía de descompresión, aunque no es recomendada y en muchos casos se discute su efectividad real.

Pronóstico

El pronóstico en la mayor parte de los casos es positivo: por lo general los síntomas empieza a remitir gradualmente dentro de las primeras semanas en un proceso que puede durar varios meses. La recuperación tiende a ser completa, si bien esto va a depender de su causa y el tipo de afectación que genere. En otros casos pueden aparecer debilidad o pequeños espasmos, o alteraciones como la del sentido del gusto.

En cualquier caso, es indispensable acudir cuanto antes a consulta médica si se nos paraliza la cara o parte de ella: hay que tener en cuenta que una parálisis facial repentina puede ser también consecuencia de un accidente cerebrovascular que podría tener severas consecuencias o incluso llevarnos a la muerte.

Referencias bibliográficas:

  • National Institute of Neurological Disorders and Stroke (2016). Parálisis de Bell. [Publicado online]. Disponible en: https://espanol.ninds.nih.gov/trastornos/paralisis_de_bell.htm
  • León-Arcila, M.E.; Benzur-Alalus, D. y Álvarez-Jaramillo, J. (2013). Parálisis de Bell, reporte de un caso. Revista Española de Cirugía Oral y Maxilofacial, 35 (4). Barcelona.

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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