La psicosis anfetamínica despierta interés y preocupación a partes iguales. Se trata de un posible efecto secundario derivado del consumo de ciertas drogas ilegales o determinados fármacos, que puede alterar por completo la vida y funcionamiento de la persona que la padece.
En torno a ella se despliegan varias incógnitas importantes para comprender su naturaleza. ¿Cómo se manifiesta? ¿Cuánto duran sus efectos? ¿Es similar a otros tipos de psicosis? ¿Tiene tratamiento? En este artículo te lo explicamos.
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¿Qué es la psicosis anfetamínica?
Psicosis es el nombre que se le otorga a un tipo de disfunción mental que causa una ruptura con la realidad en la mente de la persona afectada. Es decir, la persona no es capaz de distinguir aquello que solo sucede en su cabeza de lo que sucede en el mundo real. La conciencia de enfermedad o insight suele estar ausente, por lo que las personas que lo padecen también suelen sufrir estados profundos de angustia al no saber qué es lo que está pasando.
La psicosis es propia de las enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, y los síntomas más característicos y habituales son los delirios y las alucinaciones. Sin embargo, cuando hablamos de psicosis anfetamínica, nos referimos a aquella que aparece en una persona aparentemente sana, tras el consumo de anfetaminas.
Algunos estudios sitúan las cifras de prevalencia de la psicosis anfetamínica entre el 15 y 23% cuando se asocia a un uso recreativo, y a un 60% cuando hablamos de personas dependientes que llevan consumiendo anfetaminas largos periodos de tiempo.
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Factores de riesgo
A pesar de que se desconoce cuál es la causa de las diferencias individuales antes mencionadas, sí se han identificado algunos factores de riesgo para desarrollar psicosis anfetamínica:
- Consumo de altas dosis de anfetaminas
- Consumo frecuente
- Uso combinado con otras drogas
- Historia familiar de psicosis
- Rasgos de personalidad tipo esquizoide o esquizotípico
- Presencia de genes predisponentes a este tipo de trastornos
La hipótesis más plausible hasta el momento se basa en el paradigma de vulnerabilidad-estrés, señalando que determinadas personas serían más vulnerables a sufrir psicosis y el consumo de drogas (estresor) detonaría su aparición.
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Síntomas
Los delirios son pensamientos confusos de tipo paranoide, persecutorio o autorreferencial (la persona cree que ciertos estímulos o mensajes impersonales se refieren a ella, por ejemplo un mensaje lanzado en un anuncio televisivo), entre otros. Estos pensamientos son muy difíciles de modificar, y aunque se les confronte con evidencias de que aquello que piensan no es real, no suelen desaparecer.
Las alucinaciones son alteraciones perceptivas en las que la persona ve, escucha, huele o siente estímulos que realmente no están presentes. Las más comunes son de tipo auditivo o visual, pero también pueden ser táctiles, olfativas o cenestésicas (relativas a sensaciones corporales).
Duración de sus efectos
La evidencia que existe hasta la fecha sugiere que los síntomas de la psicosis anfetamínica pueden evolucionar de distintas maneras según la persona afectada, aunque se desconoce cuáles son los motivos que marcan las diferencias. Desde personas que, a pesar de consumir grandes dosis, nunca llegan a padecerla, pasando por personas que sufren un episodio psicótico y se recuperan posteriormente, a personas que nunca logran recuperarse y conviven con episodios psicóticos de manera crónica.
Tratamiento
El tratamiento para la psicosis anfetamínica, al igual que para otras psicosis, se realiza a base de fármacos antipsicóticos.
Se trata de un tratamiento dirigido a disminuir los síntomas, pues, por el momento, no existe ninguna cura definitiva para los casos crónicos.
Diferencias y similitudes entre psicosis anfetamínica y psicosis primaria
¿Son completamente iguales una psicosis primaria (aquella que no deriva de otra condición) y una psicosis anfetamínica? Lo cierto es que parecen manifestarse de manera algo diferente.
En las psicosis primarias, por ejemplo la sufrida por una persona con esquizofrenia, pueden presentarse síntomas positivos y síntomas negativos.
Llamamos síntomas positivos a todas aquellas alteraciones que sufre la persona y que no deberían estar (los delirios o alucinaciones son síntomas positivos). En cambio, los síntomas negativos son aquellas funciones que la persona debería poder desarrollar con normalidad pero no puede llevar a cabo o tiene dificultad para hacerlo (ausencia de discurso, ausencia de movimiento, embotamiento afectivo…).
La psicosis anfetamínica parece cursar principalmente con síntomas positivos, siendo los más comunes:
- Alucinaciones visuales y auditivas
- Delirios persecutorios
- Ideas y sentimientos de influencia
- Transmisión de pensamiento (creencia de que otros pueden leerte la mente)
En estos casos los síntomas negativos son mucho menos frecuentes. Adicionalmente, los pacientes que sufren una psicosis anfetamínica suelen recuperarse más rápidamente que aquellos que sufren una psicosis primaria.
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Causa de la psicosis anfetamínica: las anfetaminas
Las anfetaminas son un tipo de sustancia química que genera efectos estimulantes en el organismo y que ha venido utilizándose, tanto de forma legal como ilegal, desde los años 20. Algunos de sus efectos más comunes son:
- Disminución del cansancio
- Euforia
- Sensación de bienestar
- Alteraciones sensoriales
- Locuacidad
- Aumento de la frecuencia cardiaca
- Disminución del miedo
Al tratarse de una sustancia que activa nuestro sistema nervioso central, son esperables todos los efectos derivados de una hiperactivación del mismo, tanto de manera puramente fisiológica como sería la hipertensión, como con sensaciones subjetivas derivadas de alteraciones cognitivas, perceptivas y anímicas.
Como sucede con el resto de drogas, sus efectos adictivos se deben a la activación de la dopamina, responsable de nuestras sensaciones de placer. El consumo de la sustancia se convierte en una conducta placentera que estamos dispuestos a repetir siempre que esté disponible.
Su recorrido histórico
Se trata de una droga con una historia bastante controvertida, pues en los inicios de su aparición en el mercado farmacológico, comenzó a usarse sin demasiadas precauciones para múltiples fines terapéuticos y solo generó cierta inquietud cuando se empezaron a ver los efectos secundarios que podía provocar, entre ellos la psicosis anfetamínica. En su boom terapéutico las anfetaminas se utilizaron casi para tratar cualquier cosa: epilepsia, asma, traumatismos craneoencefálicos, disfunciones sexuales, depresión, obesidad, esclerosis múltiple...
Incluso durante la II guerra mundial llegó a administrarse a los ejércitos con varios fines. A los soldados de las tropas para que se sintieran más eufóricos y menos cansados y temerosos, a los trabajadores de la industria bélica para que rindiesen más y, finalmente, a los pilotos suicidas que estrellaban sus aviones contra los buques del enemigo.
Pero, ¿por qué las anfetaminas se convirtieron en la solución para todo? Principalmente por el tipo de efectos que causa en el organismo, los cuales pueden llegar a ser muy variados. Se trata de una sustancia química cuya estructura es muy similar a la de algunos de los neurotransmisores que segrega nuestro cerebro, por lo que tiene la capacidad de activar diversas áreas cerebrales. Su mecanismo de acción implica a la dopamina, serotonina, adrenalina y noradrenalina, siendo sumamente complejo. Tanto es así, que actualmente todavía se investiga para conocer mejor cuáles son sus efectos neurobiológicos.
A pesar de los efectos secundarios, que contribuyeron a su despopularización, a día de hoy la anfetamina sigue utilizándose bajo diferentes nombre comerciales para tratar algunas enfermedades o síndromes. Las farmacéuticas han volcado sus esfuerzos en conseguir sustancias que minimicen los efectos adversos y alucinógenos, aumentando los beneficiosos. Aun así, todavía no se ha conseguido ninguna sustancia que no tenga efectos secundarios, por lo que su uso sigue generando controversia. Actualmente es habitual su empleo en el tratamiento del déficit de atención, la obesidad o la narcolepsia (trastorno del sueño que genera ataques repentinos de sueño y fatiga crónica).
Efectos secundarios
Al mismo tiempo que las anfetaminas se iban popularizando en los consultorios médicos también lo hacían en las fiestas más alternativas. Rápidamente se convirtió en una de las drogas de abuso más populares entre los jóvenes y llamó la atención de las autoridades sanitarias de varios países, que comenzaron a cuestionarse su uso incluso aunque fuera de manera legal y bajo prescripción médica.
Algunos de los efectos secundarios que esta clase de sustancias psicoactivas puede causar son:
- Aumento de la temperatura corporal
- Temblores
- Bruxismo (apretar los dientes y mandíbula)
- Insomnio
- Retención urinaria
- Cefaleas
- Alteraciones hormonales
- Sensación de angustia o pánico
- Irritabilidad
- Desorientación
- Pensamientos extraños
Además de éstos, entre los efectos más graves encontraríamos las arrítmicas cardiacas, el colapso cardiovascular, la toxicidad hepática, la insuficiencia renal o la psicosis anfetamínica.
También se ha descrito que, tras su consumo, existen ciertos efectos similares a los de una resaca que perduran unos días después. Estos efectos pueden incluir:
- Fatiga
- Apatía
- Insomnio
- Pérdidas de memoria
- Falta de deseo sexual
- Depresión
- Irritabilidad
- Dolores musculares
Uso recreativo e ilegal de las anfetaminas
En su uso recreativo las anfetaminas pueden encontrarse en diferentes composiciones y bajo diversos nombres.
La anfetamina pura es comúnmente conocida como speed. La dextroanfetamina (medicamento utilizado para tratar los síntomas del trastorno por déficit de atención y consumido de manera ilegal) puede conocerse por el nombre de dexies o kiddie-speed. Finalmente, la metanfetamina cuando se consume en manera sólida es llamada cristal y, en su forma líquida, speed rojo.
Otros de los usos ilegales que se le ha dado a esta droga, al margen de las fiestas, ha sido el dopaje deportivo y el consumo por parte de trabajadores o estudiantes que quieren mejorar su rendimiento cognitivo.
Diferentes formatos y sus efectos
La anfetamina puede encontrarse en varios formatos: pastillas, polvo, cristales o como líquido. Según su formato, podrá consumirse tragada, inhalada, inyectada, fumada o frotada en mucosas como las encías.
Dependiendo del formato de consumo, obtendremos efectos de una determinada intensidad que aparecerán con mayor o menor rapidez. En ese sentido, los efectos más intensos y rápidos se consiguen de manera inyectada o fumada, sin embargo desaparecen al poco tiempo de consumirse. Al inhalarse los efectos son menos intensos, durando entre 15 y 30 minutos. Por último, al tomarse por vía oral los efectos tardan más en aparecer pero son los más duraderos.
Consumo de drogas y problemas psicológicos asociados
Otro tipo de problemas psicológicos también se han asociado al consumo de anfetaminas, como las disfunciones cognitivas (problemas de memoria y funciones ejecutivas) o los síntomas ansioso-depresivos. Asimismo, otro tipo de drogas, como el cannabis, se han asociado a la aparición de síntomas similares, incluyendo la psicosis.
Como vemos, el consumo de estas sustancias puede tener múltiples efectos en nuestro organismo con consecuencias a corto, medio y largo plazo, por lo que no es recomendable banalizar su uso, ya sea con fines terapéuticos o recreativos.
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