¿Cuál es la relación entre la autoexigencia y la ansiedad?

Veamos cuál es la relación entre la autoexigencia y la ansiedad, y los problemas que puede generar.

Cuál es la relación entre la autoexigencia y la ansiedad

La autoexigencia se define como una actitud de exigirse a uno mismo, de querer siempre mejorar y alcanzar nuevas metas; esta puede ser adaptativa, pero cuando aumenta de manera excesiva puede derivar en la aparición de un estado o trastorno de ansiedad.

Una persona con un elevado grado de autoexigencia se mostrará con una baja autoestima, siempre centrada en conseguir objetivos inalcanzables que le generan frustración, percibirá constantemente los aspectos negativos, con un elevado grado de autocrítica y sin capacidad para delegar responsabilidad o decir que no. Todos estos rasgos hacen que se presenten distintas alteraciones en él, como es el caso de la presencia de ansiedad.

Con el propósito de disminuir su malestar y que fuera más adaptativo y funcional, sería recomendable entrenar distintas habilidades y capacidades, trabajando las creencias irracional y negativas, enseñando al paciente a relacionarse de manera adecuado con los demás y consigo mismo para que se conozca y se dedique más tiempo, con el propósito de disminuir su ansiedad y ser más feliz.

En este artículo nos centraremos en cómo se relacionan la ansiedad y la autoexigencia y a qué problemas pueden dar lugar.

¿Qué son la autoexigencia y la ansiedad?

La ansiedad se define como una combinación o conjunto de emociones que se presentan ante la posibilidad de un peligro futuro, es decir, aparece sin que haya un estímulo externo que la suscite, el sujeto anticipa la posible consecuencia negativa que puede acontecer.

Este estado emocional está constituido por un triple sistema de respuesta: la subjetiva, referida a la parte cognitiva; la fisiológica, que sería la parte somática y la motora, haciendo referencia a la conductual, aunque el componente cognitivo es el que más destaca como respuesta.

En distintas ocasiones el término más utilizado para comparar con la ansiedad y así comprender mejor sus características es el miedo. En el caso de la ansiedad la respuesta que se da es más difusa y como hemos apuntado no hay ningún estímulo en el exterior que sea el causante de tal reacción, sino que es una anticipación del posible peligro, en el futuro. En cambio el miedo es una reacción donde se activan en mayor medida los componentes biológicos y automáticos, presentándose cuando el peligro está presente, en el momento actual.

Ansiedad y perfeccionismo

La ansiedad no siempre causará problemas; es común que aparezca en situaciones que nos da respeto afrontar, como puede ser antes de hacer un examen, el problema se dará cuando esta no disminuya y se siga presentando pudiendo derivar incluso en la aparición de un trastorno de ansiedad.

En referencia a la autoexigencia esta se define, como bien nos indica el término, como una actitud de exigencia y de crítica, propia, a uno mismo. Esta actitud puede ser positiva si la sabemos controlar y regular ya que nos impulsa a crecer y seguir mejorando como personas. Aunque también es cierto que cuando esta autoexigencia es excesiva puede repercutir gravemente en la persona afectando a su salud mental y pudiendo generar síntomas patológicos típicos de trastornos como el depresivo, el de ansiedad o el de estrés.

Cómo se relacionan la autoexigencia y la ansiedad

En el apartado anterior, cuando definimos autoexigencia, apuntamos que esta actitud para con uno mismo puede ser beneficiosa, haciéndonos mejorar y guiándonos para conseguir los objetivos pretendidos. Pero cuando esta excede los niveles adecuados pueden aparecer alteraciones, que pueden llevar a trastornos graves.

Cuando la autoexigencia empieza a ser patológica o negativa detectamos características como marcarse objetivos inalcanzables, los cuales entiende como obligaciones, una mentalidad muy rígida y solo centrada en conseguir las metas deseadas, les gusta ser reconocidos por su trabajo, les cuesta delegar tareas y su propia concepción, sobre él mismo, dependerá de alcanzar los resultados pretendidos, tiene una bajo tolerancia a la frustración con una elevada autocrítica, fijándose siempre en los aspectos negativos y con miedo a fracasar.

Del mismo modo, también es característico que las personas muy autoexigentes presenten pensamientos dicotómicos, esto signidica que para ellos todo es bueno o malo, blanco o negro, no hay grises intermedios. De igual forma, relacionado con el pensamiento este está centrado en los resultados no valoran ni tienen en cuenta el proceso para llegar a ellos.

Todas estas características típicas mantenidas a largo plazo tienen consecuencias o efectos negativos en la persona que las presenta, ya que entrará en un bucle donde nunca nada será suficiente, siempre exigiendose más. Así pues, es común que la autoestima de estos individuos se vea alterada y que dependa solamente de los éxitos alcanzados, tampoco beneficiará a la autoestima que su pensamiento se centre solo en las cosas negativas, siempre analizando y evaluando lo que no ha salido bien, en lo que ha fallado.

Por otra parte es frecuente que quiera abarcar más de lo que puede, siempre diciendo sí a todo lo que le piden, ya que como dijimos quiere sentirse bien, valorado por los demás. Del mismo modo, será típico que muestre afecciones somáticas, de dolor en diferentes partes del cuerpo como muscular o la cabeza dada la tensión y presión acumulada.

Dados los rasgos característicos y habituales que muestran los individuos con un elevado grado de autoexigencia, si esta se mantiene en el tiempo puede comportar alteraciones en el estado psicológico del sujeto, sobre todo en su estado de ánimo. Si tenemos presente la definición de ansiedad que hemos descrito en el primer apartado vemos que este malestar y anticipación de consecuencias negativas también se presentan en las personas autoexigentes.

Es por esta razón, por mostrar rasgos similares los dos términos, que será habitual que las personas con una elevada exigencia propia también presenten síntomas e incluso puedan ser diagnosticados con un trastorno de ansiedad.

El sujeto entrará en un círculo vicioso de más autoexigencia y, por tanto, más ansiedad, nunca será suficiente siempre querrá más, pero paradójicamente este pensamiento constante de siempre dar más de uno mismo en muchas ocasiones no nos dejará actuar, nos paraliza y esto comporta, por lo tanto, mayor sensación de ansiedad porque vemos que no avanzamos y que nos alejamos de nuestros objetivos.

Cómo controlar la autoexigencia y disminuir la ansiedad

Son muchos los factores que influyen en nuestro grado de autoexigencia, es verdad que existe una predisposición de la persona a presentar mayor o menor grado de esta, pero también produce efectos la sociedad donde vivimos que siempre nos piden más, es una constante de conseguir resultados y tener éxitos, y esto como es obvio no ayuda para nada a poder controlar nuestra exigencia y es común que derive en trastornos de ansiedad.

Por este motivo será importante tratarlo cuanto antes mejor e intentar controlar este rasgo psicológico para que repercuta lo menos posible en la salud del sujeto. Pedir ayuda es el primer paso y es muy importante, ya que estamos reconociendo que hay algo que nos crea malestar y queremos cambiar, siendo este un punto fundamental para que se pueda dar la mejora.

En la actualidad el tipo de terapia más utilizada y que normalmente muestra mayor eficacia en los distintos trastornos, siendo la ansiedad una de ellos, es la terapia cognitivo-conductual, que como nos indica su nombre utilizar técnicas cognitivas, para modificar y regular las creencias desadaptativas y negativas que tiene el paciente y técnicas conductuales para mejorar el comportamiento de los sujetos y hacer que se sientan más funcionales y mejor consigo mismos.

El terapeuta acompaña y enseña a los pacientes herramientas para que puedan afrontar la situación de manera favorable y mejoren su calidad de vida. Así, trabajar la autoestima del sujeto, planteando un nuevo foco y una nueva forma de valorarla sin que sean los éxitos o resultados los únicos que influyan en ella y aprender a conocer sus límites y sus puntos fuertes para reforzarlos y saber que se pueden exigir de manera realista.

Mediante las técnicas cognitivas también se podrá trabajar los pensamientos y creencias desadaptativas que tienen estos sujetos, intentando que estas sean más flexibles y no tan catastróficas y negativas respecto a uno mismo. Del mismo modo se entrenará a la persona para que aprenda a autoevaluarse de manera positiva y a autorreforzarse, siendo conscientes de los aspectos buenos que tiene y así poder premiarse por ellos.

En el ámbito social o relacional podemos trabajar para que sean más asertivos, sepan defender sus derechos y puedan decir que no sin que de este modo piensen que están decepcionando a los demás. Por otro lado es, como ya mencionamos, habitual que no deleguen trabajo y acaben haciéndolo todo ellos, así pues para disminuir la sobrecarga de faena será necesario que confíen en los demás y deleguen responsabilidades, saber hacerlo de manera correcta, saber dirigir, es más funcional incluso que hacerlo todo uno mismo.

Por último es fundamental dedicarse tiempo a uno mismo, que nos escuchemos, que conozcamos nuestros pensamientos, cómo nos sentimos, ya que de este modo podemos organizarlos y actuar preventivamente si vemos que algo no está yendo como debería. De este modo, tomate tu tiempo durante el día para relajarte, para desconectar del trabajo y para hacer las cosas que realmente te hacen feliz y te hacen sentir bien, vive el presente.

  • Hernangómez, L., Fernández, C. y González, R. Mª (2018) Manual de CEDE de preparación PIR. Psicología de la personalidad y diferencial. CEDE: 5ª Edición.
  • Rey, P. (2021) Autoexigencia: cómo los “debería” pueden dar paso a la ansiedad. Psicología y Mente.
  • Sanz, L.J. (2018) Manual CEDE de preparación PIR: Psicología Clínica Vol.1. CEDE: 5ªEdición.
  • Tormo, L. (2021) ¿De dónde surgen los problemas psicológicos por autoexigencia?. Psicología y Mente.

Psicóloga

Erin Sánchez es graduada en Psicología con mención en Psicología Clínica infantil y de adultos por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente estudia para las oposiciones de Psicólogo Interno Residente (PIR) y es voluntaria en AVAN, asociación que acoge a personas con afectaciones neurológicas, con sede en Sabadell (Barcelona).

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